Cuando
en 1789 se hace la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, las
mujeres no estaban incluidas, en opinión de muchos, como Rousseau, a las
mujeres no se les debían otorgar los mismos derechos. El texto de Olympe de
Gouges “Los derechos de la mujer y la ciudadana” marcaba con fuerza ese sentimiento
de que no estaban incluidas y reclama en él, para las mujeres, los mismos
derechos que la Declaración de 1789 le había otorgado a los hombres. Si bien
participaban a la par de los hombres en algunas organizaciones civiles como la
de los Amigos de la Verdad (Palm, Etta (1791) pp. 70) y en organizaciones de
caridad desde hacía tiempo, la mujer entra en el centro de la escena política
en los llamados “motines de subsistencia”, que eran levantamientos populares
que les demandaban a las autoridades que tomaran medidas frente al alza del
costo de vida y en los casos de desabastecimiento de alimentos de primera
necesidad. Pero no solo eran quejas por la situación económica penosa, sino que
se animan a hacer demandas políticas. Para marcar que la cosa iba en serio y un
poco para defenderse de una represión segura, van armadas, como en el caso de
la “Marcha a Versalles” del 5 y 6 de octubre de 1789.
Algunos
de las demandas del movimiento de mujeres será la igualdad de derechos, pero también de
obligaciones, no debemos olvidar tampoco la petición de ser tratadas como
iguales ante la ley. Ante un mismo delito, debía corresponder la misma pena sin
tener en cuenta el género de quien hubiera cometido el delito, ya que eran
juzgadas por tribunales especiales y condenadas con más dureza por el solo
hecho de ser mujeres.
Antes
de conseguir sus derechos, las mujeres tenían sus capacidades jurídicas reducidas,
al nivel de los niños y los locos. Por ello el “primer feminismo”, liberal e
ilustrado, formado por mujeres francesas de sectores medios, va a demandar
derechos políticos e igualdad jurídica con el hombre. La Revolución Francesa
traerá consigo un proceso de laicización de las instituciones civiles y cambios
legislativos que beneficiaran a las mujeres. En 1791 se sanciona la ley de
matrimonio civil. El matrimonio, que antes estaba en manos de la iglesia y
revestía carácter sagrado, ahora era un contrato entre dos partes iguales. Como
todo contrato, en algún momento puede terminarse por disconformidad de alguna
de las partes, por lo tanto era lógico que en 1792 apareciera la ley de
divorcio. También se limitó el poder paterno sobre sus hijas mujeres. También
en cuestiones de herencia se otorgan los mismos derechos para ambos sexos en
las líneas sucesorias, antes tenían privilegio los hijos varones. El divorcio,
que antes era solo accesible a reyes o a
personas que pudieran pagarlo contratando abogados canónicos, ahora era
accesible para todos, gratuito. Es más, ahora la mujer también podía pedir el
divorcio, sin tener que pedir autorización a su marido. Pero todos estos
avances van a comenzar a frenarse en 1793 cuando tomarán más centralidad en el
poder los Jacobinos, que en cuestiones de género eran muy conservadores. La
mujer fue puesta en la categoría de “ciudadana pasiva” o sea sin derechos
políticos y se le marcó desde el Estado, que su lugar era la casa. Con el
ascenso de Napoleón se retrocederá a un más y en su Código (1804) Napoleónico
se consagrará en la legislación la inferioridad de la mujer. El balance que
dejó la revolución francesa para las mujeres europeas fue el primer paso de un
camino bastante accidentado con avances y reacciones conservadoras que
provocaban retrocesos. A pesar de todo abrió el camino hacia una sociedad más
justa e igualitaria.
Si lo miramos desde nuestro país el avance parece mayor, ya que el derecho al voto se consiguió recién en 1947 (pero pudo ser ejercido recién en las presidenciales de 1951) y el divorcio sería aprobado en 1954, pero derogado por la dictadura en 1955. Recién se volvió a legislar sobre el tema en 1987, casi 200 años más tarde, pero era un trámite que pedía el acuerdo de las dos partes.
El divorcio por voluntad de una sola de
las partes, se sancionó recién en 2015. Aunque parezca una joda para 1947,
algunos diputados opositores se escudaban en la craneometria (que llevaba años
descartada) para negarle el derecho al voto a las mujeres, con el divorcio el
conflicto era más para el lado del delirio religioso….”la desintegración de la
familia y la misma guitarra de siempre”.
*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur
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