Revista Nro. 21 Cine - La Última Tentación de Cristo de Martin Scorsese y un alegato a cuenta del Cristo ideología

 

         



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Sin dudas la mejor película del género. Impecable en su lectura e interpretación. Scorsese nos presenta, tras la formidable actuación de Willem Dafoe un Cristo humano, rebelde y existencial, un Cristo que duda, un Cristo que es conminado y convencido por la culpa de Judas (Harvey Keitel) para regresar a su razón existencial.. Film insólitamente prohibido en democracia, una obra de arte...


Uno es hincha del Cristo humano, pero sin fetiches ni intermediarios…por Gustavo Marcelo Sala

 

Mientras la Roma de Pilato ajustaba, el Cristo desarrollaba programas contracíclicos y planes de inclusión con los panes, con los peces y la salud, además de llevar a cabo multitudinarios plenarios populares para la formación cultural, política, económica y religiosa de la sociedad. Por eso fue su calvario, su asesinato. 300 años después, para ratificar su alianza con Roma (aquella misma de Pilato) a la Iglesia (burocrática y traidora de los valores del mártir) no se le ocurrió mejor manera que banalizar la tarea revolucionaria del Cristo quitándole entidad humana y transformándola, Concilio de Nicea mediante, en un endiosado engendro espectral y resucitado dentro de la posverdad de entonces. Nacido producto de una nofornicación, en donde a la pobre María ni siquiera se le permitió gemir su orgasmo, acaso debió haber sido para el creyente el polvo más importante que jamás haya existido. Eligió que no lo sea. Y esto lo hicieron escribiendo en conjunto la primera versión del Arte de Ganar, con un predecesor de Jaime Durán Barba. De alguna manera había que sacarle a ese hombre con pelotas y antisistema, de plano y de manera coercitiva, el ejemplo, la praxis, la idea que se puede, desde lo terrenal y con herramientas humanistas, modificar a la sociedad a través de la voluntad y de una lectura política correcta de la coyuntura. Los herejes (rebeldes) a esta idea fueron perseguidos, torturados y asesinados. El hombre censurado, el no hombre, llegó a ser ícono, escultura y remera.. Durante los siglos siguientes muchos valientes y humanistas corrieron su misma suerte por querer repartir panes, peces y salud, no ya sin el conveniente misticismo, igual suerte corrieron sus leales. Si uno quiere licuar algo no hay mejor manera que convertirlo en salmo, bien lejos de la tierra en donde manda el poderoso, el cual ordena en qué debe creer y qué debe pensar el perezoso...

 



*Gustavo Marcelo Sala. Editor Escritor

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