Revista Nro. 18 SOBRE LA ESTUPIDEZ por Carlos Baffoni


   El mal es el bien que no se hace.



MANFRED MAX NEEF, economista chileno-alemán de prestigio mundial cuenta la siguiente anécdota: “Cuando tenía 7 años se le puso en la cabeza cuál podía ser la diferencia entre la especie humana y el resto de las especies animales. Se dice que éstas no tienen alma. ¿Quién sabe?, Los invasores españoles estuvieron dando vueltas sobre este asunto durante años acerca si los originarios tenían alma. Al fin el Papa decidió que sí. De todas formas su suerte no cambió por tener alma, parece que los españoles tenían más alma que ellos. Más tarde probó con la risa, y se enteró que un japonés afirmaba que veía pajaritos que se hacían bromas y se reían entre ellos. Cómo no le podía encontrar el agujero al mate, una mañana, desayunando con su padre – científico de renombre – le preguntó: ¿Cuál te parece que es la diferencia entre los humanos y las otras especies animales? El padre se quedó pensando, y al rato le dijo: Probá con la estupidez…

La primera condición para ser estúpido es ser inteligente. Quién no se ha dicho a sí mismo “qué estúpido fui”… Pues hay que ser inteligente para darse cuenta, pero como somos argentinos voy a sustituir el término estupidez por el autóctono “pelotudo”…
MAX NEFF sigue filosofando, digamos…
¿Pero en qué consiste el acto estúpido? En hacer algo contra las evidencias que uno mismo tiene. Por ejemplo.
-          No vayas por ese callejón oscuro pues hay un hoyo – le indica uno a alguien-
-          Qué me va a pasar – responde el pelotudo que comienza a caminar por el callejón cayendo a los poco metros dentro del hoyo - 
Esto es, alguien que tiene en claro qué es lo que no hay que hacer pero igual lo hace...

Y el áspero economista empieza a mostrar la hilacha. Saca su conclusión: “El fondo de estar como estamos es por la estupidez humana. La estupidez no se puede eliminar, pero hay estupideces y estupideces.
-          ¡ Si no podés pagar el gas, no andés en pata en tu casa !
Esta es una estupidez (una de miles) de mala leche, la cual le costó a Macri la reelección. ¿Acaso él no sabía lo que le esperaba? En una de esas no tiene la inteligencia necesaria para darse cuenta que es un pelotudo. Pero EL DAÑO ES ENORME. EL CÀLCULO DE UTILIDAD DOMINANTE EN EL MERCADO QUE HACE ABSTRACCIÒN DE LA VIDA Y LA MUERTE DE LAS PERSONAS PRODUCE UNA TENDENCIA AUTODESTRUCTIVA CONTRA VIDA Y LA NATURALEZA. HINKELAMMERT LLAMA A ÈSTO ASESINATO SUICIDIO. ES UNA VIOLACIÒN DEL BIEN COMÙN EN EL SENTIDO QUE SE PONE EN PELIGRO LA CONDICIONES DE REPRODUCCIÒN DE LA VIDA. EN EL EJEMPLO DADO MACRI PONE EN PELIGRO LA VIDA DE MILLONES DE PERSONAS QUE PUEDEN SUFRIR LAS CONSECUENCIAS DE LAS BAJAS TEMPERATURAS EN SU PROPIO HOGAR.
La Razón instrumental que pone el mercado ante todo: Eficiencia y competitividad que hace abstracción de la vida de los ciudadanos, especialmente los más vulnerables. Supongamos que hay dos cometidos subidos cada uno a una rama en la cual se sientan, y compiten para ver quién de los dos la corta primero. El más eficiente la corta primero, y es el primero que cae. Saldrá primero, no obstante habrá ganado la carrera por la eficiencia. Ésta es la irracionalidad que Franz Hinkelammert pone de manifiesto en la “RACIONALIDAD INSTRUMENTAL”…

Hay consecuencias individuales de ésta acción, pero lo que importa son las consecuencia globales. ¿Macri se daría cuenta de las consecuencias personales y sociales de sus actos? MÁS BIEN CONDUCE A UNA ÈTICA  DE LA IRRESPONABILIDAD. SABIDO ES HOY EL DRAMA QUE SE DESENCADENA POR LA IMPOSIBILIDAD DE AUTO RESPONSABILIDAD POR PARTE DEL MACRISMO DE SUS ACTOS. UN CLIMA IRRESPÍRABLE QUE NI SIQUIERA SE HACE CARGO DE LA DERROTA (ANUNCIADA Y NEGADA) INFLIGIDA EN LAS URNAS.
Pérez Soto, filósofo chileno muy renombrado tras la cordillera, ironiza acerca de la irresponsabilidad de los neoliberales: Imaginen que un hombre va a un médico reputado de eficiente que le dice: “Yo puedo curarle todas las enfermedades, siempre y cuando usted no se enferme”…
                  
En pleno Siglo XIX

Es sabido que durante el siglo XIX se dio el berretín de las ciencias duras. Las ciencias “blandas” como la psicología, la economía, la sociología y hasta el psicoanálisis querían darse el estatus de ciencia”, pero a lo duro. Estadísticas, experimentos en psicología con animales y seres humanos. Un loco en Rusia hacía sufrir a los perros mediante una pústula en el estómago investigando los “reflejos condicionados”, de siniestro uso en la tortura. ¿Quién era la luminaria?.... Newton, con su teoría de la gravedad, impecable, con todas las comprobaciones y hasta con una fórmula prendió fuerte en economía... ¡Hay que encontrar una fórmula que explique el comportamiento humano!...
Un día a Jeremías Bentham, un tipo conocido, se le prendió la lamparita como a Calculín: The Utility. Alegría generalizada entre sus pares, pero ¿cómo se mide?.. Al día siguiente Bentham vuelve exultante: ¡Ya sé!.. El Hedonómetro… Así se mide el nivel de utilidad que tenés. Este Calculín inventó el UTILITARISMO, peste de la filosofía. ¡Somos igual que Newton! .. Y dale a las matemáticas, hasta hoy…
La economía reemplaza al Dios de la edad media que apelaba a su voluntad para tener quietitos a los pobres. El tema para estos muchachos dogmáticos es que el modelo no funcional, falla. ¿Qué hacen entonces? El truco de la EXTERNALIDAD, es decir no funciona por cuestiones externas: La inundación, un tsunami, el mercado internacional, las huelgas, Pérez Soto… Entonces usted estudia en la facultad la economía del siglo XIX, cosa demencial, encima dogmática, inamovible. El mundo real, gracias, eso hace trampa…
Para colmo Newton se fue al demonio con la física cuántica. No hay partes como decía Descartes, el mecanismo de la luz no son corpúsculos, sino haces que se interlazan, una totalidad. La teoría newtoniana era el traje a medida del individualismo liberal. Abajo Newton. Max Planck la cuestiona, y no tiene problema en tirar abajo a Newton. La economía no, sigue igual, no hay partes, sino participantes, todos importantes e inseparables. Un fenómenos subatómico ocurre solo si los estoy observando, somos los creadores de la realidad. Los neoclásicos ni se enteran. No hay pobres allá, todos somos pobres, somos parte de ellos. La naturaleza no está allá, yo soy la naturaleza. Para terminar estola cultura Zulú nos dice todo: UBINTU, yo soy, si tú eres…




 
*Carlos Baffoni, Psicoanalista                                         





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