Revista Nro. 17 La democratización del retrato por Favio Camargo


Visto desde hoy parece algo totalmente internalizado capturar imágenes y verlas, compartirlas, borrarlas, transformarlas en memes o lo que se nos ocurra. Parece que es algo que estuvo siempre con nosotros, está tan presente que ya no nos imaginamos el mundo cuando esta posibilidad no existía. Antes de que apareciera la fotografía, la única forma en la que uno podía tener su imagen representada era a través de una pintura o una escultura, y esto imagínense, estaba solo al alcance de clases altas. Tener un retrato era una manifestación de ascenso social. El  avance de la técnica irá permitiendo que el acceso a una imagen que capturara un instante de la vida se volviera cada vez más accesible para todos. Distintos procesos se intentaron, patentaron y se usaron con mayor o menor éxito.  

Por ejemplo, la imagen esa de José de San Martin con 70 años (1848) es un daguerrotipo.  El 19 de agosto de 1839 Daguerre presentaba su sistema. Este proceso en sus inicios demandaba que quien fuera a retratarse permaneciera inmóvil unos cuantos minutos para que la toma saliera bien. Si prestamos atención podemos ver que todos usan algo en el cuello para disimular un artefacto que los mantenía inmóviles mientras durara la captura de la imagen. Este tipo de retrato no era en soporte papel sino en una placa de vidrio, lo que lo convertía en algo muy frágil que era guardado en estuches de madera y se lo protegía de la luz. Era un procedimiento costoso al alcance de clases altas.



Pero en 1854, André Disderí acercará a los sectores populares a la fotografía con la aparición en el mercado de la “tarjeta de visita”. Esta era una imagen que se imprimía en papel, de las que muchos tenemos en casa de nuestros abuelos o bisabuelos…esas fotos impresas como en cartón, que atrás, tienen el formato de una postal. Este producto nuevo acercó la fotografía a las clases populares, permitió sacar varias imágenes en una sola toma y redujo los tiempos de exposición ante la cámara a un instante. Por supuesto que las imágenes capturadas eran en lo que hoy conocemos como tonos sepia o blancos y negro. Hasta que se desarrollo la técnica que permitió el color en la fotografía, era costumbre por parte de algunas personas, colorear las imágenes. El color llegaría con procesos como el Autochrome Lumiere (1907), el Kodachrome y el Agfacolor, ya en los años previos a la Segunda Guerra Mundial.
En lo respectivo a las cámaras, las de uso profesional en un principio fueron grandes, frágiles, pesadas y precisaban de mucha luz para funcionar, natural o artificial. Las cámaras de uso hogareño iban desde las simples camaritas de cajón en un principio a otras más elaboradas y pensadas para los aficionados a la fotografía, hasta las cámaras descartables de hace unos años que comprábamos cuando nos íbamos de vacaciones y salían 5 dólares.
Quietos por favor….click!!!




*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur


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