Revista Nro. 15 Pandemia... Entre binarismos y reduccionismos: la crisis como apertura” por Por Camila Marcó del Pont y Magdalena Gurini
Fuente Original: Diario
La Razón de Chile
Contra todo pronóstico y como si el contexto no
tuviera cosas más importantes para abordar, en plena cuarentena los binarismos
siguen de moda. Es clara la tensión que se genera entre pandemia y
cuarentena; entre psicología y psicoanálisis; entre salud física y salud
mental.
Frente a esta tensión y nueva “normalidad”, ¿Que tiene para decir la psicología? ; ¿Qué lugar ocupa
la salud mental en este contexto? Hoy en día, todo lo
trabajado es sobre la marcha, con efectos a posteriori y sin garantías. En un
escenario versátil, donde resistir en la afectividad es urgente, planificar,
diseñar e implementar medidas que apunten a determinadxs sujetxs es
efectivamente una decisión política. Muchxs de lxs profesionales de la salud se
pasean por los medios y redes hablando de los síntomas que genera esta
pandemia. ¿Podemos, ya mismo, hablar de síntomas? En
el afán de etiquetar todo lo que nos rodea, no podían escaparse los
padecimientos psíquicos. En general la pandemia, y en particular la cuarentena,
hizo que tuviéramos que enfrentarnos a un orden social nuevo, que instaura al
Otrx como únicx parámetro. Este nuevo orden acarrea consigo una serie de
padecimientos o sufrimientos, que no necesariamente implican la instauración de
un síntoma de pleno derecho, sino malestares propios del contexto que nos toca
atravesar.
Al comienzo del
aislamiento, nos rodearon de “consejos”, “tips”, “recomendaciones” para no
dejar de lado nuestra rutina, seguir como si nada sucediera, como si una
pandemia no estuviera ocurriendo afuera. El “tiempo de comprender” no es tenido
en cuenta, la angustia se tapona, apelando a una respuesta inmediata de un
sujetx productivx que no deje de ser funcional al sistema.
Durante estos meses,
la situación mundial y nacional llevaron a la clínica a posicionarse desde otro
lugar, teniendo que maniobrar sobre la marcha con cada persona que consulta y
en cada ocasión, sin tener garantías de cómo esto puede salir. Lxs
profesionales de la salud nos vemos obligadxs a (re) pensar el dispositivo,
abriendo/ampliando nuestra caja de herramientas, dando lugar a nuevas teorías y
saberes. Este nuevo hecho social e histórico nos invita a delinear un abordaje
de cuidado colectivo, que traspasa los marcos institucionales y simboliza un
paradigma en otros ámbitos de convivencia. Delinear estrategias que invitan a
pensar la problemática sanitaria actual en la que estamos inmersxs con otra
perspectiva, que habilita nuevas experiencias y salidas posibles. Se trata de
repensar los dispositivos tradicionales, generando nuevas oportunidades de
intervención y práctica, intentando de manera paralela no quedar paralizadxs
por la crisis. Resulta indispensable para la salud integral sostener lo
colectivo, materializando redes de apoyo y contención. Que la crisis sea una
oportunidad para crear intervenciones que apunten a la co-construcción en
conjunto, teniendo como eje transversal la interdisciplina.
Recordar que el
equipo de salud es uno de los sectores vulnerables y es por ello que
requieren de sus espacios propios de contención, para hablar de temores,
expresar afectos, y sentirse alojadxs en medio de tanta incertidumbre.
Dicha vulnerabilidad no solo es por la exposición al virus, sino por la
sobrecarga de trabajo que este contexto implica, en relación a la actualización
permanente de protocolos, medidas e intervenciones marcadas por la urgencia,
así como la innovación que conlleva el dispositivo virtual. El encuentro, ahora
categorizado como una amenaza, al igual que el abrazo, el saludo o el mate,
refuerza el individualismo. Nos encontramos frente a un peligro invisible, que
no es identificable por la percepción humana e incita a percibir al otrx como
“peligrosx”. Frente a esto, nos vemos en la necesidad de entender a nuestrx
cuerpx como una frontera, demarcando los límites, localizando el riesgo en un
“chivx expiatorix”: que somos todxs y ningunx a la vez.
Judith Butler habla de aquellas corporalidades que materializan la norma
como “cuerpxs que importan” ¿Que importan a quiénes? ¿Qué
corporalidades encarnan la norma? ¿En qué cuerpxs la norma es materializada? Aquí
cobra relevancia el rol de las decisiones políticas gubernamentales, ¿Quiénes serán lxs destinatarixs de tales decisiones y políticas
implementadas en este contexto?
La cuarentena
visibilizó desigualdades y problemáticas que eran estructurales, pero que
estaban ocultas por el mismo sistema que de manera continua violenta, oprime y
calla lxs cuerpxs que no importan. Busca de manera incansable un sujetx
cuantificable y estandarizado. Es inevitablemente violento, desde nuestra posición
privilegiada y encarnando “cuerpxs que importan” hablar por determinados grupos
o colectivos, ya que no vamos a tener las mismas visiones, perspectivas,
necesidades, que una persona que encarna una corporalidad
disidente/desobediente que no corresponde a lo instituido por el
cis-hetero-patriarcado, una identidad históricamente oprimida. Es central la
participación de lxs sujetxs mismxs en la ideación y toma de decisiones.
Diseñar políticas en nombre de determinadas colectividades, muchas veces mal llamadas
“minorías”, no es ético como profesionales de la salud, ya que implica
invisibilizar sus voces, sesgar la escucha, dejar de lado el valor de sus
palabras y existencias. Es pertinente preguntarse por la participación de lxs
mismxs en la toma de decisiones políticas para que no se sigan perpetrando
violencias, incluso con buenas intenciones. Es hora de dejar de lado, la
tensión entre lo individual y lo colectivo, tensión que se vio intensificada
por la situación actual… Una vez más los binarismos nos rodean, ¿es “quedarse en casa” una forma de cuidado o de
olvido?
No hay dudas de que
el lugar para comenzar este proceso dialéctico entre las lógicas colectivas e
individuales, es la escuela. Esta es nuestro bastión para hacer historia,
(re)construir nuevas significaciones, habitar nuevas identidades y dialogar con
las contradicciones. La escuela genera y acompaña procesos psicológicos que
muchas de las veces se confunden con el desarrollo espontáneo. La educación es
efectivamente política. Entendiendo a la política como el conjunto de
relaciones y compromisos estructurados en torno al poder, un poder
interseccional, ya que esa opresión es ejercida desde múltiples sistemas:
patriarcado, capitalismo, colonialismo, racismo, y la lista sigue. Resulta
interesante en este punto hablar de “pedagogías de la emancipación”, término
propuesto por Alba Rueda, en relación a la Educación Sexual Integral (ESI). Es
fundamental la transversalidad de la ESI en la educación, no sólo en relación a
lo sexual per se, sino porque nos permite pensarnos a nosotrxs mismxs y a lxs
que nos rodean desde una lógica del semejante. Todxs debemos tener derechos que
nos amparen y nos permitan vivir, desarrollarnos y relacionarnos en sociedades
libres de violencias.
Se le asigna a la
escuela un papel clave para la formación de ciudadanxs responsables, que puedan
tomar decisiones libres conociendo sus derechos y obligaciones. Es necesario
entender que los derechos no son algo naturalmente dado sino que surgen
producto de necesidades, conflictos y tensiones entre sujetxs, sectores y
grupos sociales, con el fin de que esas necesidades sean reconocidas. El sujeto
se va desarrollando y a la vez va incorporando un conjunto de normas y valores.
La sexualidad está incluida en el campo de la ética, ya que está regulada por
valores que se traducen en campos normativos. Se hace necesario sostener un
bien común desde lo colectivo, donde las desigualdades y las diferencias
sexo-genéricas, de clase, de etnia, se ven intensificadas por el contexto. Es
imprescindible en esta “nueva normalidad” apelar a la creatividad, desde una
perspectiva de derechos humanos y transfeminista, que apunte al trato digno, al
alojamiento subjetivo, reforzando y ayudando las acciones positivas que las
personas hacen en sus contextos habituales.
Por Camila Marcó del Pont y Magdalena
Gurini – Licenciadas en
Psicología.
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