Revista Nos Disparan Desde el Campanario - Edición Especial – Los Argibay - La historia siempre llega, por Los Compañeros



Hace algunos años relatamos AQUÍ la historia de Juancito Amestoy y el Ómar Milano, y de su incansable trabajo en la región, en tanto logístico y solidario, en función de salvar vidas de los compañeros perseguidos antes y durante la sangrienta dictadura cívica y militar en ámbitos de la UNS, organizaciones obreras y grupos religiosos comunitarios. Y hoy aquella historia nos convoca de modo recurrente por los ineludibles nexos que existen con estos nuevos eventos revelados en Bahía Blanca gracias al testimonio de Daniel Argibay, hijo de Jorge “Moncho” Argibay, líder local, por entonces, de la célula parapolicial y hermano de Pablo Argibay, colaborador de su padre en la organización criminal, ambos fallecidos. La historia siempre llega porque está en la memoria de los pueblos. Estos eran los enemigos, de propia boca familiar y en primera persona. Por las dudas las identidades las seguimos preservando…


Ciudad Autónoma de BA, 14 de agosto de 2020


Querido Toni y Blanqui – redacta Hugo Z -

-          Blanca, me voy a referir a una historia de los años ’70, - escribe Hugo Z - con personajes que vos no conociste, pero que el Toni te podrá explicar y por eso se lo mando a él también.

-          Toni – prosigue Hugo Z - Ayer a la noche la llamé a la Tere, “por cuestiones de la pandemia y libros” y hablando me contó que había recibido un correo electrónico de María Laura (la compañera de Yoyi) donde le transcribía el testimonio del hijo menor de Argibay, jefe de las Tres A de Bahía que vos recordarás. Este testimonio es de alguien que estuvo 18 años para sacarse la historia de su “padre” de encima. Es impresionante leerlo, muy en especial también para ver cuál había sido la suerte que corrió su hermano mayor, Pablo, que acompañaba al padre en los asesinatos y saqueos. Hay dos publicaciones: una es de “El Agora Digital” y otra de “efemelacalle”. Te imaginarás como me revolvió todo este testimonio y aparte me confirmó todo lo que sabíamos aunque nunca pudimos comprobarlo. O sea: quién era Triple A en Bahía, cuáles eran sus mandantes, quién lo mató a Watu, sus contactos con otras organizaciones, y que el creador de todo fue el Brujo López Rega, etc., etc. Toni, muchas veces parece, a medida que pasa el tiempo, que la historia va quedando atrás y resulta que es como la marea: se va y a veces muy lejos, pero siempre vuelve.

Un abrazo fuerte…



Esto salió publicado en “El Agora Digital” de Bahía Blanca. Para las fotos y el testimonio que está a continuación ver el link:




“El Agora Digital”: Argibay vs. Argibay: declaró el hijo de una de las figuras más relevantes de la Triple A en Bahía Blanca

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Publicado el 13 agosto, 2020

Un testimonio de gran impacto, se pudo escuchar hoy jueves 13, en el Juicio de Lesa Humanidad que se le sigue a cuatro acusados de pertenecer a la organización criminal Triple A en Bahía Blanca.
Daniel Argibay, hijo menor de Jorge “Moncho” Argibay, líder de la banda parapolicial, y hermano de Pablo Argibay también integrante de la misma, declaró hoy como testigo por videoconferencia desde la ciudad de Buenos Aires. El testimonio, simbólicamente se produjo en el mismo espacio físico en el cual su padre y hermano tenían el lugar de residencia y de “trabajo”, en la sede del Rectorado de la Universidad Nacional del Sur, en Avenida Colón 80.
“El horror que me ha perseguido toda mi vida, el haber estado vinculado con mi progenitor, Jorge Oscar Argibay, y con mi hermano Pablo Francisco. Me costó mucho terminar los estudios, durante 18 años fui paciente de psicoterapia para poder aceptar ser hijo y hermano de ellos…Esta declaración para mí tiene un efecto reparador. Antes no pude declarar, más allá de la prohibición legal, por el miedo a mi padre y hermano. También por sentir culpa porque mi hermano tenía una carrera y podría llegar haberse arrepentido pero luego comprobé con sus actitudes que esto no sucedió.”
En la declaración Argibay específico que “mi padre siempre fue metalúrgico se involucró en el sindicato, luego dejó el sindicato y pasó a estar al servicio de Ponce, Secretario General de la CGT.” Mi padre cumplió funciones en la UNS. A fines del 74 y principio del 75 nos mudamos a Necochea. Mi padre iba y venía de Bahía Blanca en vehículos de la UNS, entre ellas una Ford blanca, Rastrojeros celeste y una Falcon verde. También algunos vehículos eran de la Junta Nacional de Granos.”
En relación al asesinato de David “Watu” Cilleruelo declaró que en una ocasión su padre comentó que en un “a propósito de querer darle una cañazo en la cabeza se disparó su pistola y falleció. En esa oportunidad estaba acompañado por mi hermano y otra persona, por lo que supe luego.”
Argibay resaltó que su padre y hermano recibían personas relacionadas con el ejército, con sindicalistas de Buenos Aires y grupos de la CNU. Resaltando que en algunas oportunidades recibieron al Mayor González, quien formaba parte de la Inteligencia del Ejército, quien le entregó un arma con el sello de esa fuerza. En relación a las actividades de los Argibay declaró que “salían tarde a la noche y volvía con un montón de pertenencias que se quedaban como botín de guerra. Una vez me regaló un reloj de esos botines y otra vez llegó con un grabador que contenía la grabación de un sacerdote”, y agrego “cuando volvían hablaban de quienes habían sido ejecutados”.
A su vez reconoció que el grupo de su padre respondía políticamente a la Triple A y tenían algún nexo con el Ministerio de Bienestar Social en Buenos Aires.  En relación a la toma de Universidad Tecnológica comentó que una noche acompañó, con 12 años, a su padre un par de horas, y recordó que también estaba su hermano Pablo y la presencia de armas en el lugar. Argibay recordó, también, que el abogado de su padre en algunas causas por las que estuvo detenido luego de protagonizar un tiroteo, fue Néstor Luis Montezanti.
En otro tramo de la declaración dijo que “conocí a Aceituno en un asado en el sindicato de la junta nacional de grano. Quien era empleado de la junta al igual que los Chizu y formaban parte del grupo con quienes se reunía mi padre”.
Daniel resaltó que a su padre Jorge Argibay le gustaba repetir los latiguillos “haga patria mate a un zurdo” y “las ideas no se matan pero sí a quienes las tienen”.

De profesión, Asesinos

Jorge Oscar Argibay era un ex suboficial del ejército y actuaba como líder de la banda paraestatal dentro del ámbito Universitario. Era secundado, en ese momento, por su hijo de 18 años Pablo Francisco Argibay. En marzo de 1975, ambos ingresaron a la Universidad del Sur, por resolución del Interventor Remus Tetu, como “Personal de vigilancia y seguridad” junto a otros miembros de la patota, incluyendo los imputados de este juicio. En los diferentes testimonios que se vienen desarrollando hasta la actualidad, todas las declaraciones coinciden en que ambos Argibay, eran de los miembros más visibles, violentos e impunes de la banda criminal. Así también fueron sindicados junto a Raúl Aceituno, como los responsables del asesinato de David Watu Cilleruelo en los pasillos de la UNS, a la vista de todo el estudiantado. Pablo Francisco Argibay, falleció en abril del 2015 y formaba parte de la patota criminal que asesino a más de 24 personas en Bahía Blanca. El Hermano mayor de Daniel, quien testimonió en la fecha, supo reciclarse luego de recibirse de médico en la UBA y ser un renombrado y “brillante” especialista en trasplantes de órganos, para asombro de quienes conocían su oscuro pasado criminal. 




TESTIMONIO PUBLICADO POR “EFEMELACALLE”
Entrada nueva en Juicio Triple A - Bahía Blanca


Daniel Argibay declaró ante el tribunal de Bahía Blanca sobre el accionar de su padre, Jorge Oscar, y su hermano, Pablo Francisco, como jefe operativo y miembro, respectivamente, de la banda local de la Alianza Anticomunista Argentina. Detalló sus relaciones con Rodolfo ´Fito’ Ponce, la CGT, la Universidad del Sur, el Ejército, el Ministerio de Bienestar Social que conducía José López Rega, la UOM, la CNU de La Plata y los servicios de inteligencia.
"Se iban tarde y volvían a la madrugada, hablaban de lo que había pasado y quién había quedado ejecutado al costado de una banquina o en la misma casa". Habló del horror que lo persiguió toda su vida: "Me llevó 18 años tramitar ser hijo o tener como progenitor - me cuesta decir padre - a Jorge Oscar Argibay".
Jorge Argibay murió hace mucho tiempo. Pablo cuando la Fiscalía estaba por presentar su acusación, era director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano de Buenos Aires e investigador del Conicet.
Con el acompañamiento de sus compañeres del colectivo Historias Desobedientes, hijas e hijos de genocidas por la Memoria la Verdad y la Justicia, quienes siguieron la transmisión online, reclamó que "otras personas tengan una ley que les permita dar cuenta de todo lo que vieron, vivieron y escucharon, aunque sus familiares estén vivos".

“Antes de la CGT era un metalúrgico ‘normal’”

La familia Argibay llegó a Bahía Blanca en 1964 y se instaló en una casa lindante al V Cuerpo de Ejército. Jorge trabajaba en el sector metalúrgico y mantenía vínculos con la UOM.
"Después empezó a relacionarse con la CGT de Mitre y Rodríguez, a donde a veces también me llevaba siendo niño. Había una ostentación del manejo de armas". Con el tiempo "el Moncho" se convirtió en uno de los choferes del secretario general y diputado nacional, Rodolfo "Fito" Ponce, y abandonó cualquier otra actividad.
"Hacía las veces de custodio y de una especie de asistente. Estaba relacionado con Chacho Álvarez", dijo en referencia – probablemente - a Basilio "Chacho" Pérez quien conducía otro Torino negro en el cual se movía el secretario administrativo del gremio. En ese ámbito, Daniel reconoció al "Negro" Mansilla, a Sañudo y a Dodero.
"Los Chisu formaban parte al principio y después recibían indicaciones directas del Ejército". A Aceituno lo vio en un asado de la Junta Nacional de Granos (JNG). "Mi padre nos llevaba a reuniones, no entiendo bien el contexto hoy desde mi mirada de adulto, pero nosotros escuchábamos y observábamos".
"Respondían políticamente a lo que ellos autodenominaban Triple A y tenían algún nexo -me consta porque he acompañado a mi padre a Buenos Aires - con el Ministerio de Bienestar Social. En la planta baja, tenía una oficina un señor Gutiérrez con el que iba a reunirse mi papá".
"Referían que representaban a la Juventud Sindical Peronista, que debía hacerse cargo de una universidad obrera que estaba siendo invadida por células terroristas. Salían a pintar con aerosoles las tres A y algunas otras inscripciones amedrentadoras en las paredes". Se financiaban con los sueldos de la JNG y de la UNS.
Daniel mencionó que Argibay padre mantenía vínculos con integrantes de la Concentración Nacional Universitaria. Nombró al "Oso" Formigué, un tipo apodado "Cicuta", "el cabezón Massota" y un joven rubio, de ojos claros al que decían "el alemán". Se movían en un Falcon Sprint naranja con una franja negra. De la UOM central mencionó como contacto  a Miguel Bernao. Entre los personajes de la seccional bahiense se detuvo en el secretario general Albertano Quiroga, quien se trasladaba en una estanciera amarilla, en Luis Arrechea, "una especie de administrativo con perfil bajo, vinculado a la inteligencia".

Armas del Estado

Daniel recordó que en una ocasión, estaba llegando a su casa y le llamó la atención un Falcon amarillo con chofer estacionado en la esquina. "Entré y vi al mayor González, un señor de bigotes. A partir de ese día mi padre empezó a tener un arma que antes no tenía, una Ballester-Molina con sello del Ejército. Hacía años que los niños estábamos familiarizados con armas. Antes, él tenía una Colt del mismo calibre 11.25 y la diferencia es ostensible".
En 1973, con sus compañeros ex alumnos de la primaria juntaban fondos para beneficiar al colegio. Una vez fueron a la UOCRA a pedir una colaboración y Daniel encontró allí a su padre. "Estaba sentado, graciosamente puso su pistola arriba del escritorio, después quiso guardarla en el cajón y se le cayó”.
"Uno de los estribillos de mi padre entre las personas que secuestraba era 'Haga patria mate un zurdo'. No solo lo comentaba sino que en un par de oportunidades salía tarde a la noche y volvía a la madrugada con un montón de pertenencias, papelería y cosas de valor. Algunas se retiraban para llevarlas a otro lado y algunas se las quedaban como 'botín de guerra'", contó.
El testigo relató, a modo de ejemplo, que una mañana su padre lo despertó y le regaló un reloj omega speedmaster que apareció "de la noche a la madrugada". "Era algo sobredimensionado para regalar a un niño de clase media baja de 12 años".Otro de los objetos que quedaron en la casa fue un grabador de cinta con el registro de "un sacerdote que versaba a propósito de derecho canónico".

El crimen de Watu

"A principios del 75 mis hermanos menores, yo y mi madre nos fuimos a Necochea y mi padre iba y venía de Bahía Blanca en vehículos de la UNS". Mencionó una F100 blanca, dos rastrojeras celestes y un Falcon verde con techo vinílico y patente de bronce.
Luego del homicidio de David "Watu" Cilleruelo, ocurrido el 3 abril de aquel año, "mi padre llegó a Necochea ya casi para quedarse, para volver muy poco a Bahía Blanca. Decía que a propósito de querer darle un cañazo en la cabeza se disparó su pistola y (el estudiante) falleció. Estaba acompañado por mi hermano".

Un niño en la toma de la UTN

"En una oportunidad me invitaron a la UTN mientras estaba tomada. Estuve una noche ahí con mi padre. Tenía 12 años. Estaban 'el Negro' Mansilla, mi padre, mi hermano, y alguien de sobrenombre 'Pajarito'". Este último tenía un ojo lastimado y "se decía que ponía los caños en las casas y salía corriendo o en bicicleta. Estaba armado con una gomera con proyectiles que hacía con caño de plomo. Otra de las armas que había era una carabina Winchester a palanca calibre 44".
En el relato de otros testigos se identificó al ex camarista Néstor Luis Montezanti como el hombre de traje que acompañaba a la patota en la toma. Consultado respecto a su presencia allí, Daniel no lo recordó aunque sí conocía su nombre porque fue abogado de "su progenitor" en causas judiciales. Una de ellas fue la que se abrió por su participación en un tiroteo ocurrido en Quequén. Daniel estaba de vacaciones tras terminar el secundario y "el Moncho" lo llevó a almorzar al comedor de la Junta Nacional de Granos. "Algo surgió en relación a un señor Dufaur y lo fueron a amedrentar. Bajé con ellos y me quedé a un costado observando todo. Mi padre los sacó a un pasillo y lo amenazó. Este hombre se quiso resistir y mi padre lo redujo físicamente". Cuando parecía que Dufaur se iba se dio vuelta, sacó el revólver y disparó. Sañudo estaba con nosotros y con el arma de mi papá disparó a Dufaur. Mi padre recibió un tiro en el abdomen y mi hermano un tiro en el dedo anular izquierdo". Circulaban en un jeep verde de la JNG y un Peugeot 504 rojo. "Ese, como otros, se robaban y se les cambiaba la matrícula para usarlos en los operativos”. Hubo un Falcon celeste y tres Peugeot 504: amarillo, celeste y rojo. De otras ocasiones recordó al 125 azul –“no sé de quién era”- y al "Dodge Polara verde de la CGT". Respecto a los vínculos de Pablo detalló que era amigo del genocida Raúl Guglieminetti. "Lo conoció en Buenos Aires y cuando salió de la cárcel vivió un tiempo en su casa de Martínez. Él le consiguió un trabajo en la fábrica de Terrabusi y después se dedicó a estudiar medicina".

Del miedo a la reparación

"A duras penas terminé mi secundario a los treinta años. A los 40 me recibí de psicólogo. Durante 18 años fui paciente de psicoterapia. Esto puede dar cuenta del impacto. Me llevó 18 años tramitar ser hijo o tener como progenitor, me cuesta decir padre, a Jorge Oscar Argibay".
Daniel dijo que su declaración tiene un efecto "simplemente reparador". No lo hizo antes porque pensó que la ley le prohibía declarar contra su padre. Es así, aunque no en este caso en el cual el represor falleció.
Tampoco lo había hecho por otros motivos: "Muchas veces tuve miedo, porque no estoy hablando de un padre que daba una cachetada, mi padre y mi hermano mataban gente". "Otro sentimiento era la culpa. En definitiva era mi hermano, tenía una carrera prominente, podía haberse arrepentido. Después pensé que nada de todo esto es algo de lo que alguien puede llegar a arrepentirse, teniendo en cuenta algunas actitudes en relación a su vida y conmigo", afirmó. Por último, se remitió al cierre de la declaración de Alberto Rodríguez, compañero de Watu Cilleruelo, quien parafraseo a Sarmiento respecto a que las ideas no se matan: "Era un cliché de mi papá. Pero le agregaba 'sí a los que las tienen'. Las ideas no se matan, pero sí a los que las tienen".


*por Los Compañeros

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