Revista Edición especial… El aire limpio y las telarañas de los rincones y los pozos ciegos… Por Antonio Diez, El Mayolero





Fuente de Origen: El Fusilado, del 9 de Agosto del 2014








Hace ya muchos años, demasiados para mi gusto, pero las cosas se dan así... Yo tendría quince o dieciseis años y seguramente por haberse agotado su capacidad, en la chacra en que vivimos tantos años, mi viejo decidió que había que hacer un nuevo pozo ciego. Cavado el nuevo, restaba la tarea de clausurar y tapar el anterior. Para lo cual, la tierra del nuevo había sido acopiada al lado del anterior. Me dispuse a la tarea, pero mi padre "mandó parar". Fue al pueblo y al rato volvió con un par de bolsas de cal viva. Las volcó íntegramente en el pozo a tapar y me dijo: "Los resumideros no se pueden tapar con tierra así nomás, hay que ponerles cal viva, porque si no, pasan los años y un día alguien pisa ahí y la mierda le salta a la cara".
Esta semana alguien pisó el viejo resumidero que en los pagos Olavarrienses creyeron haber tapado, y la mierda saltó a la cara de una sociedad (o una buena parte de ella) que por años había echado al olvido complicidades, hipocresías y falsedades.
Gente de pro (como se decía antes), "decente y principal" al decir de Jauretche había cerrado las ventanas y las puertas de una de las habitaciones. Amparados en su posición dominante y abusando de los lazos de lealtad que suelen tejerse entre Estancieros y sus puesteros, con esas características diferenciales a la relación empleador-empleado de las ciudades, que los que hemos transcurrido la mayor parte de nuestra vida en el campo sabemos detectar, como quien le regala un cachorrito, le "regalaron" un hijo a su puestero.
Sus conciencias quedaron en paz; gente de misa y comunión diaria, que no solamente dominical, hicieron un acto encomiable a la luz de sus convicciones religiosas y sociales.
Una "obra de bien". Y de paso un servicio patriótico al alejar a ese bebé de la nefasta influencia que pudieran tener sus familias legítimas, nido de subversivos.
Que la madre de ese bebé fuera mantenida en cautiverio durante siete meses hasta la culminación de su embarazo, y luego sacrificada tal como una vaca luego de una cesárea, era para ellos algo natural. Se había salvado el ternero.
Pero en su religiosidad ficticia se olvidaron de medio o tres cuartos del Nuevo Testamento, y el amor, el tesón y la perseverancia, unidos a la voluntad política de gente que "no dejó sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno" fueron horadando de a poco la piedra de la hipocresía. Y por mas que el granito de Cerro Águila allí detras de Colonia San Miguel sea muy duro, un día se partió. Y así se abrió la puerta tantos años cerrada, y además también la ventana.
Ahora como quien abre esa habitación 36 años cerrada, aparece el polvo acumulado, y las telarañas en los rincones. Y esa sociedad debe enfrentarse a la realidad de su hipocresía, de su complicidad, de los fantasmas de su pasado, del contenido de aquel viejo pozo ciego, que imprevistamente (para ellos) les enchastró la cara.
Ignacio "Pacho" Hurban o Guido Montoya Carlotto, ahora tiene su familia completa. Quienes lo criaron con todo amor, y le dieron la base y el apoyo para convertirse en un destacado profesional de la música, no hicieron ni mas ni menos que lo que Valmir Montoya y Laura Carlotto hubieran hecho por él. Sus verdaderas abuelas, sus tíos y tías de las familias Montoya y Carlotto. Todo un encadenamiento de hechos felices que Ignacio o Guido (él decidirá) deberá ir procesando en su alma, pero que conduce a presagiar un final felíz. ¡Que no cualquiera tiene tres familias!
Él ya nada tiene que ver con la tarea que una parte de la sociedad Olavarriense deberá emprender. Ya abrió la puerta y la ventana, el aire viciado del encierro, la mugre y las telarañas no son su problema.





*Antonio Diez (El Mayolero), Periodista, Escritor, Ensayista, columnista del programa Voces Cooperativas, autor del libro Formación y Transformación del Sujeto Agrario, autor y editor del blog El Fusilado, ex candidato a Intendente de Tres Arroyos por el Partido Intransigente




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