La
cosa no era como la habían pintado. Aquellos inmigrantes que venían de una
Europa, que en muchos lugares no había salido de criterios medievales de
servidumbre, con sus ilusiones de una vida mejor, no estaban solos. Estaban
ellas, sus compañeras también en la búsqueda de un lugar en el mundo donde sus
hijos tuvieran donde crecer con un destino mejor.
Y
así se encontraron en un país extraño donde se reproducían las mismas
condiciones que los habían decidido a emigrar.
Claro,
aquí no eran "siervos de la gleba", bajo el título de
"arrendatarios" o "colonos" eran sometidos a las mismas
condiciones de vida de las que habían huido.
Y
así se llegó a aquel Junio de 1912, donde luego de liquidada una excelente
cosecha de trigo, se encontraban más endeudados que al principio.
Y
los hombres se empezaron a reunir buscando una solución. Y de a poco comenzó a
germinar la idea de una huelga, pero faltaba el puntapié inicial, la chispa que
diera comienzo.
María
Robotti de Bulzani cebaba mate y escuchaba a los hombres discutir el cómo
y el cuándo, mientras sobre una trebe se iba cocinando un magro pucherito. Hasta
que María, harta de la eterna discusión, explotó. "Aquí hace horas
que se habla de lo mismo y no se toman decisiones". Insólita
actitud en tiempos en que las mujeres solo se limitaban a escuchar a los
hombres. Y ante el desconcierto de los presentes, se sacó el delantal, y dijo
"No cebo más mate ni sigo cocinando; si ustedes no empiezan ya la huelga,
la empiezo yo" y volcó la olla de una patada. Así con María Robotti de
Bulzani, entró la mujer en la historia el agrarismo argentino. Años después,
Lucy Abram de Cornelis y las Mujeres Agropecuarias en Lucha salieron a defender
sus derechos, y así las Mujeres de AMRAF continúan la lucha por la Agricultura
Familiar.
*Antonio Diez (El Mayolero),
Periodista, Escritor, Ensayista, columnista del programa Voces Cooperativas,
autor del libro Formación y Transformación del Sujeto Agrario, ex candidato a
Intendente de Tres Arroyos por el Partido Intransigente
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