Edición Especial. Periodismo canalla. Entrevista al periodista, ensayista y analista de medios español Pascual Serrano
El periodismo ha muerto. El periodismo se ha
suicidado… Frases que
escuchamos tan a menudo… Vivimos en una encrucijada en
esta profesión, tan vital para
que las sociedades libres y democráticas lo sean de verdad. Y frente a tanto
mensaje catastrofista, ha surgido con fuerza el nuevo discurso
de los medios emergentes.
Pascual
Serrano habla sobre algunos de los temas de sus libros y explica las
características del periodismo independiente y retoma el papel de las redes
sociales en el proceso informativo.
El discurso contracorriente,
alternativo, que quiere subvertir el modelo para combatir la injusticia, el que
cree en otro mundo mejor, necesita espacio y tiempo para explicarse. Como la
evolución (involución) de los nuevos formatos y soportes es hacia una
información reducida y urgente, una comunicación jibarizada, este cambio no es
ideológicamente neutral, favorece el pensamiento conservador y reaccionario en
detrimento del que quiere otro mundo diferente.
Cómo los medios ocultan el mundo
El escritor español explica que,
por su propia naturaleza, los medios de comunicación hegemónicos no pueden ser
verdaderamente plurales. En el fondo, su propio funcionamiento supone un claro
conflicto de intereses pues, en lugar de responder a necesidades sociales,
tienen como finalidad “transmitir los principios y valores del sistema
económico en el que se fundamentan y con el que lucran los grupos económicos
accionistas de esos medios. Al mismo tiempo se silencia o se criminaliza
cualquier propuesta o líder que plantea alternativas al modelo dominante. De
ahí que no puede haber pluralidad entre los medios que pertenecen a esas
empresas”.
En relación con su libro Desinformación,
en el que se aportan numerosos ejemplos de las nuevas formas de manipulación
mediática, afirma: “La censura se aplica de numerosas formas, es importante aclarar
que, a diferencia de las dictaduras, el sistema no consiste en prohibir la
difusión de determinadas noticias, ni siquiera en mentir sistemáticamente. Se
trata de métodos más refinados: decir la verdad a medias, omitir información de
contexto que permita comprender los hechos, aplicar dobles raseros o permitir
con impunidad la mentira de forma que no se pueda diferenciar de la verdad. Al
final el resultado desinformativo es tan eficaz como con la censura”.
Quien paga la orquesta elige las
canciones
Sin duda, el tipo de propiedad y
la forma de financiamiento de los medios de comunicación influyen en la línea
editorial de los mismos. Pascual Serrano utiliza una metáfora interesante para
dar cuenta de este suceso: “Se suele decir que quien paga la orquesta elige las
canciones. Si un medio es propiedad de una empresa de telefonía no informará
muy bien del gobierno que nacionalice las telecomunicaciones, si es propiedad
de una editorial de libros criticará al gobernante que ponga en marcha una
imprenta estatal o no acepte su libros de texto en su programa educativo. Si
los ingresos de publicidad de una empresa de hidrocarburos son importantes en
un medio de comunicación no habrá lugar para las denuncias de los ecologistas
sobre el comportamiento de esa empresa. Si el medio tiene deudas millonarias
con determinados bancos no criticará la política laboral o de hipotecas de ese
banco, o los sueldos de sus directivos. Si la empresa propietaria del medio
tiene su sede en un paraíso fiscal no difundirá las críticas a los paraísos
fiscales. Así todo. En el libro Traficantes de información repaso
la propiedad y trayectoria de las empresas propietarias de los medios de
comunicación españoles. Es todo un tratado de latrocinio y crimen”.
La comunicación jibarizada
El colaborador del diario Público
se muestra crítico ante la fetichización de las redes y los medios digitales.
Si bien es cierto que tales herramientas abren posibilidades para contrarrestar
la hegemonía de los medios dominantes, su aparición no se traduce
inmediatamente en buena información: “Por un lado es verdad que se ha terminado
el oligopolio de la información que tenían los grandes medios, pero eso no está
suponiendo ni mejor información ni más democrática. La frivolidad, la
información basura, la sobresaturación, la falta de rigor y el rumor se ha
impuesto en las redes. Lógicamente todo ello se puede combatir, pero hay que
advertir que el nuevo panorama de internet, blogs y redes sociales no es la
panacea”. Uno de los últimos libros publicados por el periodista español tiene
por título La comunicación jibarizada. El texto hace referencia a
la reciente transformación de los formatos de comunicación, misma que tiende a
reducir y economizar las narrativas y los espacios de información. Quizá, la
tesis más controvertida del autor en ese trabajo es que semejante
transformación no favorece plenamente el desarrollo de un discurso crítico,
sobre ese tema señala: “El mensaje del poder, el dominante, el que no quiere
cambiar nada y sólo pretende mantenernos en el mismo modelo social, económico,
político y, sobre todo, mental, no necesita gran extensión ni profundidad ni
elaboración. Basta con repetir los dogmas predominantes. En cambio, el discurso
contracorriente, alternativo, que quiere subvertir el modelo para combatir la
injusticia, el que cree en otro mundo mejor, necesita espacio y tiempo para
explicarse. Como la evolución (involución) de los nuevos formatos y soportes es
hacia una información reducida y urgente, una comunicación jibarizada, este
cambio no es ideológicamente neutral, favorece el pensamiento conservador y
reaccionario en detrimento del que quiere otro mundo diferente.
Hay que reivindicar soportes y
formatos más profundos
Por un lado, los medios de
comunicación que obedecen a la estructura del capital no ofrecen información
capaz de abonar a la generación de una ciudadanía crítica; por el otro, las
redes sociales e internet tampoco otorgan una solución suficientemente
satisfactoria a este problema. Entonces cabe preguntarnos: ¿qué opciones
tenemos? Pascual Serrano aborda con cautela esta cuestión:
“Esto no se puede explicar en
unas breves líneas, eso sería una información jibarizada. Hay que reivindicar
soportes y formatos más profundos y elaborados, en lugar de tantas
informaciones urgentes, breves, simultáneas, abrumadoras y de fuentes
desconocidas, proponer pocas, rigurosas, de fuentes reconocidas, no tragarnos
-ni colaborar en su difusión de forma impulsiva- todo lo que nos llega. Yo no
propongo renegar ni de los medios de comunicación, ni de internet, ni de las
redes sociales. Todo ello está para quedarse y no vamos a renunciar a su uso,
pero debemos rectificar su deriva. Los medios deben ser más democráticos y
participativos. Menos controlados por las grandes empresas y con más control
ciudadano. Eso se está haciendo en América Latina con legislaciones que impiden
que los grandes bancos sean dueños de la prensa, con un tercio de licencias de
radio y televisión para los colectivos sociales y medios comunitarios, con el
apoyo de los medios alternativos y cooperativas. Hay que exigirle al estado su
responsabilidad en el derecho ciudadano a informar y estar informado, igual que
se los exigimos en el derecho a la educación y la sanidad, no dejarlo en manos
del mercado”.
Contra la neutralidad
Todavía es frecuente oír que en
las escuelas de comunicación se habla de un periodismo neutral, de un
periodismo cuyo papel sería brindar información objetiva sin tomar postura
sobre ninguna de las partes involucradas. Todavía más, los grandes medios de comunicación
reivindican esa forma de periodismo y se autodenominan informadores neutrales.
Ese tópico es estudiado minuciosamente por el ex asesor de Telesur en su
texto Contra la neutralidad. Al hablar sobre ese tema el
entrevistado señala que “el periodismo de las grandes empresas no es neutral,
porque responde a los intereses de los accionistas. Sin embargo, ellos siempre
alardean de neutralidad, objetividad e imparcialidad. Todo eso no existe ni
puede existir, la mera selección de las noticias ya es un acto subjetivo y
parcial. Entonces, de lo que se trata es que tal subjetividad esté a favor de
principios y valores, y no del negocio y la rentabilidad. De modo que si la
OTAN bombardea a los civiles que celebran una boda en Afganistán no digamos que
hay dos versiones o dos interpretaciones. Hay unos criminales y unas víctimas.
La verdad no está en el punto medio de dos versiones. Cuando hablamos del
holocausto nazi no decimos que había unos que decían que se cometió un
genocidio y otros que decían que intentaban mejorar la raza. ¿Por qué ahora,
con muchos conflictos donde está claro quiénes son las víctimas y quiénes los
verdugos, seguimos con esa equidistancia?”
T.S. Eliot: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?”.
ResponderEliminar"QUIEN PAGA LA ORQUESTA ELIJE LAS CANCIONES"
ResponderEliminarEL PERIODISMO HA MUERTO
Con sus títulos ya está planteado el profundo debate que merece y obliga la realidad del DERECHO A LA INFORMACION , LA LIBERTAD DE PRENSA , Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
"Traficantes de Información ", "La Comunicación Jibarizada" , "Contra la Neutralidad" .
Desnuda magníficamente el sistema de dominación colonizada de la subjetidad y del sentido común, QUE SIEMPRE ES DE GUERRA Y DE DOMINACION .
Permítaseme discrepar -sin embargo- con el carácter (no) oligopólico de la prensa dominante. Por lo menos aqui a diferencia seguramente de lo que ocurre en España , las dos empresas hegemónicas sabido es que se quedaron con la única fábrica de papel del país y de la región sosteniendo la mano de la picana del verdugo luego del atentado de muerte al hasta entonces dueño de Papel Prensa. Desde entonces regulan el suministro y el precio de tan vital elemento para la prensa libre y son los dueños o reguladores del tráfico de las principales redes sociales y de internet sin ningun control. El que finalmente se pudo modestamente lograr luego de 21 años de debate con la ley más democrática del historial legislativo nacional fue eliminado con un simple decreto por el gerente y empleado de sus negocios como uno de los primeros actos de su desgobierno neoliberal.