Revista Nro 11… Es mucho lo que la ciencia no entiende afirmó Carl Sagan – El mundo y sus demonios – por Dora Mabel Eulalia


Durante los diez números anteriores hemos procurado desnudar a las pseudociencias y a todas aquellas actividades o creencias fraudulentas que intentan, con un discurso científico, embaucar al desprovisto de conocimientos, al crédulo, al que se encuentra debilitado en sus fuerzas, aquel que no puede, por cuestiones anímicas o físicas, levantar su guardia agnóstica a la hora de la refutación. Trajimos a los mejores disertantes en la materia, hemos expuestos ejemplos y probanzas. Un milagro probado no es un milagro, sentenció Dolina debido que la instancia probatoria implica certeza científica, incluye una explicación, acaso un fenómeno, reiterado o no, susceptible de ser expresado mediante una fórmula, un enunciado, un teorema, una hipótesis. Reconocemos que el adversario es de temer, es muy poderoso, cuanta con medios, recursos, albaceas, está ligado al poder real, la ignorancia siempre fue rentable para el establishment, de manera que no nos debe extrañar el gran apoyo financiero que tiene este auténtico grupo de tareas, ejército paralelo que ataca con la subsumisión del incauto y se defiende con su libertad de pregonar. Para cada ciencia hay una pseudociencia, la embestida es en todos los frentes, la ciencia debe establecer estrategias globales y particulares al mismo tiempo. Sucede, y he aquí el gran dilema, que la ciencia no se puede dar el lujo de gastar su valioso tiempo y escasos recursos en refutaciones a los malevolentes, sino que debe seguir investigando, creando, y haciéndose preguntas. Para finalizar la saga me permito evocar al mentor científico de nuestra contemporaneidad, alguien que comunicó  ciencia como ningún otro, que hizo que muchos nos enamoráramos de ella y ser lo que somos…

“Es mucho lo que la ciencia no entiende, quedan muchos misterios todavía por resolver. En un universo que abarca decenas de miles de millones de años luz y de unos diez o quince miles de millones de años de antigüedad, quizá siempre será así. Tropezamos constantemente con sorpresas. Sin embargo, algunos escritores y religiosos de la «Nueva Era» afirman que los científicos creen que «lo que ellos encuentran es todo lo que existe». Los científicos pueden rechazar revelaciones místicas de las que no hay más prueba que lo que dice alguien, pero es difícil que crean que su conocimiento de la naturaleza es completo.
La ciencia está lejos de ser un instrumento de conocimiento perfecto. Simplemente, es el mejor que tenemos. En este sentido, como en muchos otros, es como la democracia. La ciencia por sí misma no puede apoyar determinadas acciones humanas, pero sin duda puede iluminar las posibles consecuencias de acciones alternativas.
La manera de pensar científica es imaginativa y disciplinada al mismo tiempo. Ésta es la base de su éxito. La ciencia nos invita a aceptar los hechos, aunque no se adapten a nuestras ideas preconcebidas. Nos aconseja tener hipótesis alternativas en la cabeza y ver cuál se adapta mejor a los hechos. Nos insta a un delicado equilibrio entre una apertura sin barreras a las nuevas ideas, por muy heréticas que sean, y el escrutinio escéptico más riguroso: nuevas ideas y sabiduría tradicional. Esta manera de pensar también es una herramienta esencial para una democracia en una era de cambio.
Una de las razones del éxito de la ciencia es que tiene un mecanismo incorporado que corrige los errores en su propio seno. Quizá algunos consideren esta caracterización demasiado amplia pero, para mí, cada vez que ejercemos la autocrítica, cada vez que comprobamos nuestras ideas a la luz del mundo exterior, estamos haciendo ciencia. Cuando somos autoindulgentes y acríticos, cuando confundimos las esperanzas con los hechos, caemos en la pseudociencia y la superstición.”




*Dora Mabel Eulalia, Profesora de Física y Química, Analista de Sistemas y Editora


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