Revista Nro. 10 … La advertencia del televisor valvular, por Favio Camargo


Hace unos días, después de una jornada de teletrabajo, en saco corbata y pantuflas, vi una película delirante llamada “Un peso un dólar”, un retrato de la Argentina de los 90. En un momento uno de los personajes que iba a poner una pizzería en una estación de tren abandonada le dice a otro algo parecido a:
-          No viva en el pasado Tattarelli. ¿Para qué queremos trenes en el primer mundo?
En este pequeño ensayo intentaré teorizar y plantear una idea-fuerza, la cual consiste en sostener que la destrucción de nuestro sistema ferroviario es la causante principal de nuestra miseria. Esa teoría nace como respuesta a memes generalmente muy básicos que muestran un asentamiento con inscripciones acusatorias similares a:“70 años de  peronismo”, y cosas por el estilo.  Esa es toda la explicación, y por supuesto para alguien a la que un gordo estragado por la cocaína con un saco que no prende le dice todo lo que quiere escuchar, no es necesario más. Pero nosotros somos mejores, o al menos lo vamos a intentar.
Yo todavía recuerdo a un par de ascos, un par de basuras, que en un programa político de horario central decían: le hablamos a usted doña Rosa, el ferrocarril le hace perder dos millones de dólares por año, porque los paga usted. En uno de esos días apareció Cavallo y el pobre televisor blanco y negro Telefunken se derritió. Hoy creo que trataba de mandarme un mensaje del más allá o del más acá.
La destrucción del sistema ferroviario en nuestro país comienza en 1955 y sigue hasta hoy. Por más que se lo quiera maquillar repartiendo un poquito más o un poquito menos, el modelo económico actual es el mismo de Cavallo y Martínez de Hoz.
Póngase usted en el lugar del personaje y vaya imaginándose todo lo que le describo, estamos en cuarentena hasta el 32 de diciembre así que tiempo le va a sobrar.
Usted vive en un pueblito, estamos en 1961 o 1977, pongo estas fechas porque son las que coinciden con el levantamiento de los trenes de pasajeros en la zona donde vivo, Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires. Pero usted puede adaptarlas a su gusto o a su zona.
Recuerde que la historia de su personaje imaginario va a cruzarse con seres de la vida real como Alsogaray, Frondizi, Cavallo, Martinez de Hoz, Videla, Menem.
Su pueblito dependía en  gran parte del tren, ahora queda aislado por lo tanto usted mal vende su casa en el pueblito para llegar a la capital. En la capital no llega a comprar nada. Lo agarra una de las típicas devaluaciones que vienen siempre después de algún pico de inutilidad de esos a los que nos tienen acostumbrados los políticos argentinos. Por lo tanto alquila una vivienda.
1976 o 1991, el país se “abre” al mundo y la industria se hace polvo, usted pierde su trabajo y ya grande no vuelve a conseguir un trabajo en blanco, con recibo, con derechos, como corresponde. Sin recibo y sin garantías alquileres hay pocos. Como último recurso se muda a un barrio de emergencia o asentamiento. Recuerde que no tiene ya su casa del pueblito, la malvendió.
A partir de acá escriba su propia historia.



*Favio Camargo. Docente, estudiante del Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Sur





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