No
siendo de las personas que se encuentran exceptuadas por su actividad o
servicios del ASPO, si vas a salir afuera no debes olvidar, además de las
llaves de la casa para poder volver a entrar -por supuesto-, el barbijo, y
también -muy importante- "el minuto".
¿Y
qué es eso de "el minuto"?, o mejor dicho: ¿qué era el minuto en los
violentos años setenta en la Argentina?*. Minuto era la abreviación del
“minuto conspirativo”, pero lógicamente que no se podía llamar así, ni
nombrarse tampoco.
El
minuto era sinónimo de coartada.
Un
equipo o célula de la militancia revolucionaria en los años setenta se reunía
con variada o mucha frecuencia, por lo que se armaba un minuto general para
"justificar" qué estaban haciendo esas personas reunidas en ese
momento. El relato tenía que ser consistente, como para ser creíble para los
represores al menos por un tiempo breve: "un minuto".
En épocas de la pandemia en curso y con la plena vigencia de las normativas del
ASPO, el armado del minuto sería así:
Salís
a la calle con una bolsa de mandados, ¿a dónde vas?, voy a la verdulería de la
esquina, ¿y qué vas a comprar?, llevo una lista de compras de verduras y
frutas; si ya te pasaste de la verdulería de la esquina, ¿a dónde vas?, voy al
turno del Banco que saqué para las 12 hs., son las 11:45 y estoy en el camino
al Banco del turno, llevo impreso el turno que saqué; si ya pasaron las 12 hs.,
voy a la farmacia que queda ya pasando el Banco, ¿y qué vas a comprar?, un
remedio para mi esposa/concubina/madre/abuela -conviviente-, ¿qué remedio vas a
comprar?, lo llevo en una foto en el celular o anotado en un papel.
Vas
en el auto con tus hijos, ¿a dónde vas y porque los llevas en el auto?, los
llevo a la casa de su madre/padre ya que estamos separados, llevo el permiso
para circular del decreto 297/2020.
A
ese minuto que vas a elaborar y que te salvará de un momento incómodo si te
detienen las fuerzas del orden, hay que darle una coherencia, una historia, que
debes dominar muy bien ya sea que salgas solo, o ensayarla en conjunto si salís
con otra persona, ya que podrían llegar a ser interrogados individualmente. Y
todos deben repetir el mismo minuto, ¡pero sin que parezca un minuto!, ya que
si los dos dicen lo mismo, con las mismas palabras, será sospechoso.
Ya
yendo más lejos -y reconozco que estoy exagerando, aunque aplica a localidades
en donde el intendente/sheriff es muy bravo-, ese minuto debería tener una
constatación por parte de terceras personas si fueran interrogados al momento
de la detención: padres/hermanos/amigos/esposa/o/conviviente, etc., y que
puedan contestar: ¡Si mi hijo Sebastián salió hace unos minutos -debe
saber la hora de salida- a la verdulería de la esquina!, ello si es llamado en
los primeros minutos de la salida, ¡al Banco!, si ha pasado ya media hora, ¡a
la farmacia!, después de la hora. Si el vínculo es de amistad o simple
conocimiento, hay que coordinar con el posible interrogado cómo y desde cuándo
se conocen, del colegio o del club del Barrio, de la Universidad, de la plaza,
será conveniente recordarlo con un apodo: le decían Pancho, porque se
llama Francisco.
De
cualquier manera y aun cuando seas muy precavido y practiques tu minuto con
asiduidad, puede fallar; y ello porque dudaste al responder, porque a quien te
demoro no le gusto tu cara, porque te encontraron charlando en una esquina; en
ese caso, no trates de volver sobre tus pasos y cambies tu minuto, eso
confirmará sus sospechas.
Recordá
siempre tu minuto y repetilo cuantas veces te pregunten por tu estancia en ese
lugar y en ese tiempo en que fuiste demorado. Siempre y a morir con tu minuto.
NOTA: Si
bien su uso se extendió en los años setenta a todas las organizaciones armadas
de la época, el minuto era propio del PRT-ERP. Hay un libro de Pino Narducci,
titulado El Minuto, Investigación de una historia Napolitana en la Buenos Aires
de los militares.
*Pedro Caramelli Lagleyze, Abogado,
docente
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