Revista Nro. 6 Extrañar al verdugo, por Gustavo Marcelo Sala


Bertrand Russell afirmó que el concepto de responsabilidad había sido impuesto por las capas dominantes para poder explotar a los sectores dominados con la conciencia tranquila. Esta pandemia lo que me permite observar es que buena parte de los integrantes del sector dominado extraña hasta el paroxismo ese concepto de responsabilidad que los domina. Los observo encerrados y hasta disconformes consigo mismos, dilapidando un tiempo precioso y preciso a favor de su crecimiento, de sus búsquedas, de sus espejos. Acaso el cuento que más me impactó de Jorge Luis Borges es Los Dos Reyes y Los Dos Laberintos, relato que por cierto recomiendo con sumo fervor. El maestro nos relata de modo magistral algo de lo que hoy ocurre, tal vez la presencia del peor de los laberintos, el de disponer de la totalidad de nosotros mismos.


Los dos reyes y los dos laberintos de Jorge Luis Borges


Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.


*Gustavo Marcelo Sala – Editor -

Comentarios

  1. Paradojicamente este es el momento de ser responsable aunque ante los ojos obtusos de una vision tradicional . descaradamente irresponsables , en nuestras casas descubriendo laberintos interiores de nosotros mismos, disfrutando estar sanos y estar vivos, y viviendo el presente sin culpa , que es hora de darnos cuenta que los responsables verdaderos de este menjunje han sido extremadamente irresponsables de ahi el desastre reinante. Del unico laberinto que no salimos como bien dice el maestro Borges es la muerte. Hermosa payada y contrapunto.Gracias

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