La
censura nace con el cine, pero no como un ente estructurado dedicado
específicamente a esa tarea sino que lo que existía hasta ese momento era un
sistema de calificación por edades. El Ente de Calificación Cinematográfica fue
un órgano estatal que existió desde 1969 hasta 1984 cuando fue disuelto por el
gobierno de Alfonsín. Uno de sus personajes tristemente famosos fue Paulino
Tato, inmortalizado por el maestro Ulises Dumont en “El censor”, película que
les recomiendo que vean. Para comprender la situación debemos situarnos en
tiempo y espacio. La televisión es precaria y no es accesible para todos, esta
todavía en manos del Estado, el cable no existe, los formatos de video hogareño
tampoco. La única forma de ver películas es ir a la sala de cine. Antes de que
una película entrara en el circuito de distribución pasaba por las manos de
este “ente”, integrado por civiles colaboracionistas, militares, “madres de
familia” y como en todo lo obscurantista y nefasto, la infaltable presencia de
la lacra pedófila del vaticano. Según esta gente, el pueblo Argentino era incapaz
de elegir por si solo qué películas ver, entonces había que ayudarlo,
protegerlo, porque era inmaduro. Un par de pechos, una escena de sexo, una
pareja homosexual tratada de forma no caricaturesca, incluso la Pantera Rosa o
el Pájaro Loco con su conducta anárquica podían poner en peligro los “valores
morales”, la familia, la religión y chorradas varias. El gran dictador,
Persona, La pasión de Anna, Los chicos de la banda, Cristo se detuvo en Éboli,
cualquier obra de Pasolini, películas de comedia italiana, Mastroianni o Sofía
Loren pasaban por las tijeras y se exhibían con cortes o directamente se
prohibía su exhibición. La ausencia de cine con contenido, fue rellenado con
cine de producción nacional de calidad lamentable, películas de cantantes,
comedias familiares chatas, ese cine que todos conocemos típico de los 70. No
fuera a ser cosa que con una mirada de Volonte o de Anita Ekberg pudieran
llevarse puesto al gobierno.
Confesiones de
un psicópata: Tarea higiénica
Tremendo , tragico que un psicopata decida que podemos o no podemos ver. Acompaño el relato con un link que describe esas penurias por las que pasaron obras tan inocentes como la Zamba de mi esperanza , o La cuba electrolitica de Faraday o en el caso de mi cuento el tractorcito que silbo' y bufo' , https://javiemiro.blogspot.com/2017/12/la-verdadera-historia-del-tractorcito.html
ResponderEliminarEl vídeo de Tato hablando sobre la higiene social de su tarea pinta hasta qué grado la psicopatía se manifiesta. Ver absolutamente normal y hasta redentor un acto despreciable. Durante 4 años, y luego de casi 40, volvimos a escuchar, para otros incisos, esta clase de construcciones dialécticas por parte del poder dominante. Evidentemente el éxito de este tuvo sus cimientos en aquel relato de superioridad moral e inmoral.
Eliminar