En
el contexto de la emergencia sanitaria por el COVID-19 representantes y voceros
del empresariado vernáculo y foráneo presionan para privilegiar “la economía”; algunos
representantes de ciertas corporaciones vinculadas a la actividad sanitaria
bregan por un reconocimiento social y gubernamental que apunta a conseguir una
mejora en sus condiciones laborales y salariales; el último ex presidente solicita al actual
presidente que no se desacelere la economía y que repatrie a los argentinos que
quedaron en el exterior al momento de la suspensión de los vuelos y el cierre
de las fronteras; altas autoridades de la UCR de la Provincia de Buenos Aires (quienes
recientemente solicitaron la expulsión
de Evo Morales de nuestro país) hacen “un pedido sincero y urgente al
Ministerio de Salud y a todas las entidades con responsabilidades e incidencia
en el ámbito sanitario para que multipliquemos los esfuerzos y saquemos de la
situación de vulnerabilidad en que se encuentran miles de trabajadores de la
salud en toda la Provincia.”; desde la ex titular de la Oficina Anticorrupción
de la Nación hasta entidades médicas como así también algunos periodistas,
pusieron el grito en el cielo ante el ofrecimiento de personal sanitario por
parte del gobierno de la República de Cuba para colaborar con el nuestro, a los
fines de volcar su experiencia – reconocida mundialmente y aprovechada en estos
momentos en Europa - en el manejo de grandes tragedias humanitarias.
Antes
de continuar, debo aclarar dos puntos. Primero, que adhiero al pedido hacia las
autoridades nacionales, provinciales y municipales, sobre la necesidad de
garantizar la provisión de los equipos de protección personal (EPP) en tiempo,
cantidad y forma, como así también homologados en su calidad, para todos y cada
uno de los trabajadores de la salud que intervengan en el cuidado de la
ciudadanía frente a la actual pandemia. En segundo lugar, en ningún momento alguna voz autorizada puso
en duda la formación, la capacidad científica, el humanismo, el compromiso o la
responsabilidad de nuestros médicos. Sólo razones inconfesables podrían
explicar las reacciones surgidas a partir del ofrecimiento cubano.
En
un análisis a vuelo de pájaro, uno podría coincidir con la mayoría de los
pedidos mencionados más arriba; si no fuera que cada una de esas expresiones
apuntan a horadar la legitimidad de las medidas que se vienen tomando desde las
áreas de salud, economía, producción y desarrollo social. Dichas medidas gozan
del consenso de la mayoría de la ciudadanía (como hacía mucho tiempo no se
veía), del apoyo de la comunidad científica, de todos los gobernadores, del
jefe de gobierno porteño. La mayoría de los intendentes también lo ven con el
mismo criterio.
Varios
de los que opinan fueron cómplices o partícipes directos de un gobierno que en
los últimos años desfinanció la salud pública, recortó drásticamente los fondos
destinados a la ciencia y la tecnología y cerró el Ministerio de Salud de la
Nación, entre otros tantos atropellos a los derechos adquiridos de la
ciudadanía y al desarrollo nacional.
Frente
al planteo empresarial sobre la necesidad de no frenar la economía,
transcribiré textualmente la opinión del periodista Luis Bruschtein, quien
expresa claramente en su columna del último 28 de marzo en el matutino Página
12: “La actividad económica en Estados
Unidos cayó de la misma forma que en Argentina. Cayó drásticamente el consumo
que sostenía la formidable economía norteamericana, cayó el turismo mundial y
ahora Trump enfrenta una crisis de salud y además una profunda crisis
económica. Las corporaciones que siempre han sido enemigas del Estado, le
exigen al Estado que sostenga la economía.” “El Estado norteamericano está
inyectando dos billones de dólares a su economía. Todo lo que decían que no
había que hacer. Populismo estatal puro, según las mismas corporaciones que
ahora le piden a Trump que lo haga.”
Por otro lado, Noam Chomsky expresó en una
conversación para la publicación Il Manifesto, “Esta crisis es el enésimo ejemplo del fracaso del mercado, al igual que
lo es la amenaza de una catástrofe medioambiental.”
Toda la “infodemia” queda inevitablemente
neutralizada con las palabras del presidente Alberto Fernández; estadista,
humanista y firme demócrata al expresar: “Una
economía que cae se levanta; pero a una vida que cae no la levantamos más”.
Las crisis graves como ésta, sacan lo peor y
lo mejor de cada uno.
Afortunadamente, hoy somos testigos y partícipes de un
sentimiento de unidad nacional.
Lamentablemente, como siempre, existe no más
que un puñado de personas individualistas, irresponsables, con odios
injustificables que van contra la corriente. Bueno sería que aprovechen esta
oportunidad para confraternizar con el prójimo y tirar para el mismo lado,
solidariamente con la convicción de que todos nos necesitamos el uno al otro.
Canallas
abstenerse.
*
José Javier Cortez, Médico, Concejal
mandato cumplido FPV Coronel Dorrego
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