Martín Schorr,
es Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales, Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y
Magíster en Sociología Económica por la Universidad Nacional de San Martín.
Actualmente es Investigador del CONICET, en la Universidad Nacional de San
Martín y en FLACSO. Publicó numerosos artículos en revistas especializadas
nacionales e internacionales. Para Revista Sin Permiso
Fuente:
La futura herencia plantea
enormes desafíos. Los cambios estructurales, la desindustrialización y las
disidencias en la cúpula empresarial, como así también la inviabilidad de un
esquema inclusivo basado en ventajas comparativas y la redistribución del ingreso
como condición necesaria pero insuficiente, son algunos de los temas de una
entrevista donde quedó planteada una cuestión de fondo: la necesidad de una
construcción política y social para impulsar un modelo que no inhiba la
inversión productiva.
Cuatro
de cada diez equipos productivos en el sector industrial están inactivos. En el
último año se destruyeron 50 mil puestos de trabajo en la industria
manufacturera y 115 mil desde que asumió Cambiemos. La pérdida es sistemática:
34 de los 35 meses cubiertos por las estadísticas arrojan datos negativos. “Se
están sentando las bases para un proceso muy profundo de reestructuración.
Cuando se analizan los perfiles sectoriales se ve con claridad que se consolida
todo lo relacionado con las ventajas comparativas y los servicios financieros”,
señala el sociólogo Martín Schorr. Formado en los equipos que lideró Daniel
Azpiazu.
Sus
principales temas de investigación se vinculan con la evolución del sector
industrial local en las últimas décadas, las restricciones al desarrollo
económico y el rol de las clases dominantes en la Argentina contemporánea.
Su
lectura subraya el panorama desolador entre las Pymes, pero también destaca las
disidencias que comienza a generar el modelo de Cambiemos hacia el interior de
la cúpula empresarial, donde ya se hacen sentir los efectos de la
desindustrialización. No se trata de indicios. La última Encuesta a Grandes
Empresas Nacional del Indec confirma un avance de las firmas de servicios en
detrimento de las manufactureras, beneficiadas las primeras por los cambios
regulatorios y los tarifazos. La salida exportadora, pregonada por el gobierno,
no existe. En tres años cayó un 7,4 por ciento el número de grandes firmas que
exportan.
- Guillermo Moretti,
vicepresidente tercero de la UIA y titular de la Unión Industrial de Santa Fe,
afirmó que la situación es peor que en 2001. Dijo que apoyar el modelo de Macri
es suicida y que nunca se registró un retroceso tan grande de la industria en
tan corto tiempo.
-Es
interesante desde lo político. El gobierno hace agua en su relación con los
sectores populares porque el modelo solo cierra con el deterioro del salario.
Esto golpea a la demanda interna. Es un modelo que beneficia a pocas fracciones
del capital. De allí que la discusión en la UIA sea cada vez más visible. A las
grandes industrias no solo se les achica el mercado interno, también tienen
cerrada la posibilidad de exportar por el escenario internacional, que para
países como el nuestro habla de poca demanda y mal precio. El modelo de Cambiemos
no tracciona por el lado interno y tampoco por el externo.
-El planteo de Cambiemos deja
afuera a sectores importantes de la gran burguesía industrial…
-No
hay duda. Aguantan porque tienen espalda y canalizan recursos hacia la timba
financiera. Lo que se ve es un avance de los sectores con precios regulados,
los bancos y una consolidación de las empresas ancladas en los recursos
naturales. Por eso una multinacional local como Arcor está como está. El
gobierno no solo ahoga a enormes sectores de la sociedad. Tampoco logra darles
rentabilidad a grupos muy importantes del capital concentrado. Este registro
hay que incorporarlo al análisis.
-El gobierno insiste en la
necesidad de insertar al país en las cadenas globales de producción. Habla de
ser el supermercado del mundo.
-Esa
es su gran apuesta. Una idea vaga, con pocas precisiones. Lo que está claro es
que, en la concepción del gobierno, el modelo pasa por las ventajas
comparativas, y eso tiene un correlato social muy complicado.
-¿Por qué?
-Porque
la reprimarización no implica mejoras en el mercado de trabajo. El fenómeno
queda a la vista con la creciente precarización laboral y la pérdida de puestos
de trabajo en la industria. Lo del gobierno es un modelo para un tercio de la
población activa. Si no se incorporaran capas crecientes con empleo genuino
solo queda el asistencialismo y la represión, y me parece que ya estamos
asistiendo a los límites sociales del planteo.
-Durante el kirchnerismo, la
reticencia inversora actuó como veto político. ¿Podría ocurrir algo similar?
-Hoy,
la reticencia inversora es producto de un modelo que no da visos hacia dónde
canalizar el excedente. Es producto de la racionalidad capitalista. Hoy, el
negocio es financiero. El que invierte en un activo productivo es un demente. Si
los excedentes se canalizan hacia la timba financiera es porque el modelo hace
inviable la acumulación productiva.
-¿Qué herencia se puede
esperar de Cambiemos?
-Desde
lo estructural, una herencia muy compleja. Van a dejar un enorme endeudamiento
y una restricción externa muchísimo más pesada que la heredada del
kirhcnerismo.
-El sector concentrado jugó un
rol central en la salida de la Convertibilidad. Podemos imaginar que vuelva a
ocupar un espacio central en la resolución de la herencia de Cambiemos…
-Seguramente.
Es un sector fuertemente extranjerizado que no solo influye sobre el perfil
productivo y las decisiones estatales, también presiona sobre las cuentas
externas. Las cincuenta empresas más grandes generan la mitad de las
exportaciones. Son las que controlan los dólares que se requieren para importar
insumos y repagar la deuda. Van a tener un rol protagónico.
-Vamos hacia una reestructuración
de la deuda…
-Como
mínimo, si es que no terminamos en una cesación de pagos. Todo el mundo
coincide en que lo del Fondo Monetario alcanza hasta diciembre. El primer tramo
del próximo gobierno va a ser crítico. Esto posiciona a los grandes
exportadores y al capital financiero en un lugar clave.
-La casi segura restricción
externa pone una vez más sobre la mesa la cuestión del mercado cambiario y de
la cuenta de capital. ¿Habrá que regular lo desregulados por Cambiemos?
-Lo
que con tanto desprecio se calificó como un cepo cambiario, en realidad no era
otra cosa que una forma de regular el mercado de divisas. Uno puede criticar al
kirchnerismo por la forma en que lo hizo, o por la demora en hacerlo, pero era
una medida híper necesaria. Tan necesaria entonces como ahora.
-Hay una suerte de consenso
que dice que es imposible combatir la fuga de divisas, que la única opción es
resignarse y liberalizar.
-La
timba y la fuga no son propiedades inherentes del capital, sino una propiedad
que adquiere el capital en un escenario normativo y regulatorio que las
habilita.
-¿Qué se puede esperar del
Mercosur? Macri y Bolsonaro buscan flexibilizar las reglas.
-Cambiemos
apuesta al Mercosur en lo discursivo, pero en la práctica tiene la vista puesta
en la cuenca del Pacífico, en los tratados de libre comercio. Habrá que ver qué
hace Bolsonaro. Lo cierto es que Argentina está muy atada al Mercosur. Una
parte muy importante de nuestras exportaciones dependen del nivel de actividad
de Brasil. El panorama es complejísimo porque el modelo Bolsonaro puede
provocar en Brasil una crisis más profunda que la que estamos atravesando
nosotros. Además, China, otro socio comercial de mucho peso para nosotros y
Brasil, ya no crece a tasas chinas.
-En síntesis, ni Macri ni
Bolsonaro parecen interesados en el Mercosur…
-Tiene
su lógica. Macri quiere consolidar a la Argentina como plataforma exportadora
de productos primarios, y no mucho más. La impronta del Mercosur que tenía como
objetivo industrializar sobre la base de una integración productiva ya no existe.
Ni aquí ni en Brasil.
-¿Tampoco para los
industriales paulistas?
-La
gran burguesía brasileña ya no es más la burguesía paulista. Brasil es una
economía recontra extranjerizada. El juego de esos capitales está más orientado
a las cadenas globales de valor con base en el sector primario que a una
apuesta más cerrada, como la vinculada al Mercosur.
-¿Los tratados de libre
comercio pueden traer inversiones?
-Pueden,
pero no son la solución. Si llegan se van a concretar en el sector primario con
miras a exportar. Es un sector que no necesita salarios altos para garantizarse
la rentabilidad. Eso congela la distribución del ingreso en un nivel muy bajo.
Además, es un sector con un altísimo grado de concentración y extranjerización.
Cada dólar que exporta se va por remisión de utilidades, por fuga o lo que sea.
Para peor genera muy poco empleo. En el mejor de los casos, un modelo de este
tipo implica una desocupación de entre el diez y el quince por ciento.
-Sin embargo, algunos países
lograron insertarse en el comercio mundial exportando commodities y además
consiguieron altos grados de desarrollo.
-No
creo que haya modelo virtuoso por ese lado. Los países que hicieron de eso un
modelo exitoso son muy diferentes al nuestro. Son los casos de Nueva Zelanda,
Australia y Finlandia, por ejemplo. Exportan commodities y alimentos
elaborados, pero incorporan eslabonamientos productivos con servicios. Es un
modelo muy endeble para un país con cuarenta y cuatro millones de habitantes.
Vuelvo sobre que decía: el sector primario no tiene encadenamientos, o son muy
exiguos y están controlados por el capital extranjero, lo que condiciona mucho
la posibilidad de incorporar tecnología.
-¿Y Vaca Muerta…?
-Ahí
se puede dar que algunas empresas, sobre todo las chinas, inviertan en sectores
productivos para garantizarse el negocio exportador. Nada muy distinto, aunque
sí mucho más sofisticado, que lo que hicieron los intereses británicos a fines
del siglo diecinueve.
-¿Quiénes deberían ser los
interlocutores privilegiados en un modelo traccionado por el Estado?
-Ante
todo es necesario un proceso de construcción política entendido no como una
estrategia electoral, sino como un proceso de construcción social. Sin esa
condición, un modelo traccionado por el Estado está llamado al fracaso porque
presupone una confrontación más o menos abierta con el poder económico…
-Y los interlocutores…
-Es
un problema serio. La gran burguesía local, por nombrarla de alguna manera, no
difiere mucho en lo que tiene para ofrecer el capital extranjero. Primero hay
que definir el modelo alternativo, que dicho sea de paso no creo que sea el
modelo kirchnerista. El ciclo de Néstor y Cristina dejó cuestiones
estructurales pesadísimas que, entre otras cosas, devinieron en el ajuste que
está procesando el gobierno conservador de Cambiemos.
-Quedan las pequeñas y
medianas empresas.
-Si
el modelo implica una redistribución hacia los trabajadores, seguramente que a
las pequeñas y medianas empresas les va a ir bien. El problema es que en ese
espacio no hay actores capaces de articular políticamente su suerte con los
sectores populares. Terminan siendo más capitalistas que la burguesía nacional.
-¿Entonces?
-Hay
que discutir en serio quién maneja los resortes estratégicos de la economía y
orientarse hacia una conducción estatal más fuerte. Y eso tiene que mucho ver
con lo regulatorio, pero también con un Estado que recupere esferas importantes
renacionalizando sectores. Además, el Estado debe captura parte de la renta
extraordinaria de los sectores petrolero, minero y agropecuario.
-Hablemos de la inflación. El
gobierno pretende combatirla con política monetaria. Más allá de la mega
devaluación, queda a la vista que el planteo es insuficiente.
-Combatir
la inflación solo con política monetaria es una fantasía. Para eso hay que
incrementar la capacidad regulatoria en las cadenas de producción. En especial
en sectores muy concentrados, donde un puñado de firmas produce insumos
difundidos y opera como formador de precios. Si nadie controla, la inflación es
muy difícil de combatir. Hay empresas claves que operan en condiciones
oligopólicas y monopólicas.
-Caso Techint…
-Es
un ejemplo típico, pero hay otros. Techint, por ejemplo, producen en el país,
pero impone precios internacionales. O regulás o renacionalizás. No hay otra.
Si redistribuís ingresos pero no lo acompañás con una intervención del Estado
para que el costo de la chapa le dé competitividad al sector productivo de
bienes de capital nunca vamos a despegar.
-Los industriales suelen
quejarse del costo laboral y de la presión impositiva. Argumentan que esos
factores les restan competitividad.
-Es
verdad. Cuando discutís con las pymes te responden que los principales
problemas son la Afip y la UOM. Sin embargo, cuando estudiás el tema, y
nosotros lo hicimos en 2013, los resultados señalan que Techint es el principal
factor que reduce la competitividad de las pymes productoras bienes de capital;
mucho más que la Afip y que los costos laborales. La clave está en el costo de
ciertas materias primas.
-Da la impresión que el debate
económico se resume en redistribución versus libre mercado. Es como si
estuviéramos anclados en una discusión que se muerde la cola.
-Quienes
tuvieron las riendas de la economía kirchnerista insisten en que el modelo
alternativo es el que ellos implementaron. Tienen una capacidad autocrítica muy
reducida. No alcanza con retomar las riendas del Estado para redistribuir
ingresos y volver a cierta etapa dorada de Néstor y Cristina.
-Sería insuficiente…
-No
alcanza para desmontar lo que dejará Cambiemos. El kirchnerismo parece agotarse
en la redistribución del ingreso y es irrepetible en dos sentidos. La soja ya
no está a seiscientos dólares. No hay viento de cola. Además, el escenario
internacional es muy adverso. Hay que pensar cosas distintas. La cuestión no
pasa tanto por las medidas y las herramientas. Lo que hay que tener en claro es
que modificar la herencia de Cambiemos será un desafío político de primer
orden.
-¿Están las pequeñas y
medianas industrias capacitadas para dar un salto tecnológico? Lo que se nota
es una gran resistencia al cambio.
-Las
pymes están muy ligadas al contexto en el que actúan. La clave no pasa tanto
por las decisiones empresarias de querer concretar ese salto, sino por
establecer las condiciones para que sea posible. Si el mercado interno se
reactiva y en paralelo tenés política industrial y estímulos financieros, el
salto es posible. Eso implica asumir un criterio para determinar a qué sector
se premia.
-¿Cuáles deberían ser los
sectores premiados?
-Mucha
heterodoxia considera que lo que amerita ser sujeto de una política industrial
son los sectores eficientes. ¿Cómo piensa esa heterodoxia la eficiencia…? Lo
hace en términos de competitividad externa. Es como piensan los ricardianos la
política productiva. Si te quedás en ese registro, el salto tecnológico no es
viable.
-Y entonces…
-Para
que sea posible hay que hacer lo que hicieron muchos países periféricos que hoy
se están comiendo el mundo industrial. Es el caso de China y algunos países del
sudeste asiático. Esos países dejaron de lado el criterio ricardiano y
apuntalaron sectores que consideran estratégicos. Argentina tiene un enorme
potencial que no se va a aprovechar si todo queda resumido a la redistribución
del ingreso y a la competitividad externa sobre la base de las ventajas
comparativas. Es un poco lo que le pasó al kirchnerismo. La redistribución del
ingreso puede ser una condición necesaria, pero para nada suficiente.
-Ahí hay un desafío
intelectual y conceptual.
-Si
seguimos pensando en que la eficiencia es solo un costo de producción estamos
embromados. Si al capital lo dejás funcionar libremente se comporta igual en
Japón que en Argentina. No es ninguna novedad. Ya lo dijo Marx. Las respuestas
de porqué el capital funciona en esos países en forma diferente hay que
buscarla en la relación que mantienen con el aparato estatal y en la orientación
que ese aparto imprime al capital.
-Volvamos sobre la coyuntura.
¿Se puede afirmar que el proceso actual ensancha la brecha que se disparó hacia
el interior del entramado industrial durante los noventa?
-Hay
mucho de eso. El desplome de los noventa dividió en dos al sector. Hubo grandes
empresas a las que le fue muy bien, como las automotrices y las exportadoras,
al tiempo que destrozó a las pymes. Hoy, nuevamente, el mayor deterioro
es en las capas chicas y medianas. El desplome industrial es bestial. El
análisis de la composición sectorial del valor agregado confirma que es mucho
mayor que el que muestran los indicadores de coyuntura. En términos históricos,
el derrumbe es equiparable al que se verificó durante la dictadura y en los
noventa. Es un declive muy pronunciado y sistemático.
-Uno tiene la sensación que
algunos sectores de ese gran capital, que aplaudió el triunfo de Macri, vería
con buenos ojos un regreso a las políticas del kirchnerismo.
-No
es descabellado. Se quejaban del discurso populista, pero ganaban mucho dinero.
Además, la redistribución aglutinaba al sector del trabajo. Ahora estamos en el
peor escenario. No hay rentabilidad, no hay mercado y la sociedad está al borde
del estallido.
La verdad, uno esperaría análisis un tanto más realistas (o menos sesgados, quizás), no creo que nadie que sea muy o mínimamente kirchnerista vaya a creer en una "repetición", porque sería entrar en lo milagroso o simplemente mágico; nada, empezando por la destrucción y el descalabro, es igual a aquel 2003, ni la situación, ni el país ni su gente pero, en tanto el kirchnerismo es la demostración palpable, verificable de que se puede hacer OTRA COSA que esta porquería es que tiene sentido apostar a él (mejor dicho a ELLA), el resto no son más que marionetas patéticas en busca de ser el macri de 3ra selección, menos bestial que el original y nada más...
ResponderEliminarLos procesos no se repiten, pero las tendencias SÏ se cambian y las decadencias se paran y/o revierten, no?
Sospecho que Schorr define la idea como irrepetible justamente basado en tus postulados y no en una praxis imposible. Si bien coincido contigo, que como técnico, cae en la lógica que marca a la política subordinada a la economía y no viceversa..
ResponderEliminarPuede ser prejuicio pero a mí se me hace fácil sospechar de todos estos analistas que, invariablemente, terminan pontificando sobre las "imposibilidaes" para una repetición kirchberista que nadie espera y tampoco pide (lo que no significa que no sea un universo deseable) pero la lógica hoy debe ser otra, muy otra y antes que nada urge frenar la caída, porque lo probable (y casi indefectible) es que el castillo de naipes se desmorone ahora, antes de las elecciones y si el kirchnerismo "no puede", ¿quién se hace cargo del difunto?, lavagna?, no jodan...
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