Los Dos Verdugos del Sistema, por Javier “Paco” Miró






Por Javier "Paco" Miró


Atacados por dos frentes por un sistema de tenazas el pobre reo tiene dos sogas al cuello y tiran de ambos lados con fuerza cada vez mayor. En este disparate el futuro no es promisorio y la dignidad se desvanece. 
Uno de los dos verdugos se ha vuelto muy poderoso, o quizás está recuperando el poder que poseían sus ancestros dictadores, reyes y emperadores sobre la vida, la muerte y los bienes de los súbditos. Es tan fuerte que tira de la cuerda con cada vez más potencia y solo necesita una mano, con la otra dirige su látigo para azotar al otro verdugo del lado opuesto para que continúe tirando con más dureza. La única esperanza es que los testigos que desconocen que están en la cola para ser condenados, se impregnen de una pequeña dosis de misericordia, entidad pobre y raquítica que se va esfumando con su hermana dignidad y reclamen un perdón de la condena. Muy por el contrario estos imbéciles alucinados en su locura creen ser los futuros verdugos, alientan a los asesinos desde las gradas e incluso algunos se integran a la grotesca fiesta ayudando a terminar la faena.
Un verdugo es el capital, por múltiples razones el trabajador que generó su riqueza es su enemigo, especialmente en este siglo, cosa que no era tan así en los años 50’s-70’s del siglo anterior, en donde este último era necesario, vital, crucial para su desarrollo lo que le daba un halo de respeto y dignidad, incluso podían sentarse juntos y discutir sobre la empresa.
El otro es el Estado doblegado y servicial del otro, el que en otras épocas se sentaba en la mesa a negociar un trato justo con el capital, hoy tiene entre sus filas a representantes fieles del capital. Éste paga buenas comisiones en forma de “contribuciones” a los partidos que conformaran el gobierno, no importa cuán gorda sea la tajada ni cuan inútiles, vagos e ineficientes sean, él sabe que el diezmo garantiza la excepción del pago de la verdadera suma que debería desembolsar a través de impuestos y salarios justos. El Estado privado de sus ingresos vía impuestos de éste transfiere la demanda de ingreso a los reos a través de mayores tasas, tarifas, impuestos y deuda; reducción de servicios y reducción de posibilidades de trabajo en sus filas. Por supuesto el plato sale con precarización de condiciones laborales y de salud y seguridad en el trabajo. En casos extremos si intenta atreverse a pedir alguna contribución al verdugo, este responde con despidos, amenazas de cierre y reemplazo de trabajadores por robots o reemplazo de verdugo vía elecciones fraudulentas.
El Estado se vuelve hipócrita exige a sus súbditos a trabajar más, y retirarse más tarde debido a que el indigno reo decidió vivir más (según ellos) por lo tanto la pensión que debe otorgar el estado se aplaza y empuja a este a permanecer en la vida laboral, sin embargo no promueve o se desentiende del problema de que no hay vida laboral después de los 55 años.

Por supuesto esto afecta el otro lado de la población, los jóvenes futuros, estos reos no tienen oportunidad de conseguir un cubículo en el reparto laboral porque están ocupados por gente mayor, aunque muchos de ellos son echados y quedan en limbo esperando la edad de la pensión que se aleja. En este cuadro grotesco de verdugos, miserables, penitentes, autoflagelados y excrementos es más fácil encontrar a la piadosa parca que a la esquiva dignidad.


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