“Ser imbécil, ser egoísta y gozar de buena salud” es
la moralina sobre la cual cabalga el sentido común del macrismo y los sectores
beneficiados de este país. El pueblo eligió,
sin coerciones de ninguna clase y especie, el exterminio social de buena parte
de sus compatriotas.
La
derecha nunca es democrática y menos republicana. Simple, y no lo es porque
excluye, determina, limita y condena a una gran porción de los ciudadanos,
incluso discrimina utilizando perversas tablas de antojadizas calidades. Por
caso la herencia y la no herencia. Que arribe vía elecciones es un tema que
amerita explicaciones socio-antropológicas y políticas más complejas. Si una
sociedad, plebiscito mediante, ha optado en un 80%, en comicios libres y
transparentes, eliminar al 20% restante mediante políticas excluyentes o
discriminatorias podemos concluir que un mecanismo, que una herramienta
democrática y lícita, utilizada perversamente, pierde toda valorización
natural, adolece de eficacia y conspira contra la eticidad. Lo que es
importante analizar es si a nuestra sociedad le interesa tener un ordenamiento
democrático, republicano y humanístico que incluye el variopinto de necesidades
individuales y colectivas que figuran en todos los vademécum de los discursos
electorales. Plantear aún si esta es una derecha democrática o no, es un
absurdo que moviliza a la carcajada. Es cotillón neoprogretonto subsidiado que
intenta blanquear (moda de los tiempos) las aberraciones e ignominias más
fragrantes que puede vivir - con las cuales DEBE convivir - por imposición del sistema, una sociedad en
donde la extrema y ridícula posverdad ya ha jugado, en la mano del relato
monopolizado, sus barajas más valiosas...
Hannah Arendt afirmó a mediados del siglo pasado que vivimos
en un mundo en que el propio cambio se ha convertido en algo tan obvio que corremos el serio riesgo de
olvidar, incluso, qué es lo que ha cambiado, peor aún, qué es lo que deseábamos
modificar. Vaya paradoja de nuestra propia contemporaneidad me atrevo agregar.
Estimo que muchos de nuestros compatriotas se empecinan por darle formato
taxativo a dicha premisa teniendo en cuenta la poca valoración que existe del
presente con relación a un pasado no tan lejano. De todas maneras debemos ser
justos y separar aquellos que de buena fe aspiran a una sociedad mejor con
respecto de aquellos que desean volver a los siniestros tiempos de la
flexibilización laboral, la desocupación y el endeudamiento. Si bien es notorio
que el discurso está dominado por estos últimos, dado que los medios de
comunicación – columna vertebral del sector - son determinantes en la cuestión,
no es menos cierto que una buena porción de la población tiene más que sobrados
motivos para exhibir sus pesimismos.
Por fuera del hedonismo (en algún caso me atrevo a decir
onanismo) que detentan algunos dirigentes del oficialismo me permito observar
que dicho egocentrismo mediático resulta contraproducente ya que lo liga
maritalmente con lo más abyecto de nuestra sociedad. Por ahora el pornográfico
plan de gobierno sigue estrictamente los cánones establecidos por las
corporaciones dominantes, internas y externas, y nada hace pensar que tal
modelo se modifique, acaso por su propia naturaleza excluyente, de modo que su
discurso encuentra buena predisposición en los sectores que representan dichos
intereses en el marco de ese horizonte social, no percibiendo que las mayorías
circulan por otros senderos. Con relación al futuro temo que en el discurso
corporativo no está incluido el pueblo debido a que la voluntad popular es lo
menos trascendente para las corporaciones; históricamente sus objetivos de máxima
nunca tuvieron la necesidad de contar con colectivo social, cuando alguna
anomalía histórico-política se presentó en la escena, siempre trataron de
disciplinarla. En este sentido un detalle político para tener en cuenta es que
en la coyuntura las proporcionalidades legislativas guardan escandalosas
asimetrías con relación a los resultados electorales dados y esto se encuentra
ligado a esa lógica de subsumisión.
De modo que el oficialismo va tras de una agenda política
cuyos paradigmas no exhiben intereses concretos para las mayorías por más que
ellos aseguren lo contrario en sus discursos. El gobierno, como afirmó Hannah
Arendt en su momento, no se ha percatado que algo ha cambiado drásticamente en
el espíritu colectivo corriendo el serio riesgo de no entender su propia
contemporaneidad.
Por actitudes concretas que a diario podemos visualizar
notamos que el intento es estratificar a la sociedad situándonos dentro de
castas en donde las necesidades colectivas mayoritarias deben aguardar hasta
que el resto, con grueso poder de fuego, preste debida conformidad. Sin dudas,
una suerte de calificación del voto. Los “menos” deben tildar las decisiones y necesidades
de los “más” estableciendo una pirámide muy propia de las organizaciones
empresariales, orden que no guarda ningún tipo de relación con la democracia,
ni siquiera con la meritocracia tan publicitada.
Destruir mediante sofismas el sistema de las
proporcionalidades, en donde cada ciudadano representa una voluntad política,
un voto, es el fundamento práctico de las minorías reaccionarias para tratar de
socavar las relaciones sociales y establecer un poder real de carácter privado
y omnímodo.
Varios pensadores de la extrema derecha norteamericana están
exponiendo la necesidad de bocetar mecanismos que apunten a calificar el voto
de modo evitar el “peligro populista”. Curiosa democracia se plantea entonces.
Proscripción de hecho. Una elite supuestamente pensante, sobre la base de sus
fundamentos e intereses, decide por el resto de la sociedad. Por el túnel del
tiempo reaccionario nos quieren depositar en la Grecia antigua 2400 años
después. “Les dan casa, comida, colegio, salud y vivienda, esos
tipos no son independientes ni racionales para votar”; sí lo son aquellos
que reciben bendiciones dolarizadas y demás prebendas ligadas al poder
económico.
En democracia los deseos
colectivos deben respetarse a rajatabla, lo primero que debemos hacer como
sociedad es hacernos cargo de esas decisiones. El neoliberalismo actuante no
asaltó el poder político como si fuera una pandilla marginal que arribó
amenazante por el centro de Tombstone y menos aún lo hizo con violencia
práctica, si tal cosa hubiera sucedido válido resultaba combatir en contra de
dicha irrupción. Aquí fue peor. Un pueblo eligió, sin coerciones de ninguna
clase y especie, el exterminio social (exclusión: vocablo preferido utilizado
como eufemismo) de buena parte de sus compatriotas. Quién es el que divide
entonces a la sociedad en estamentos sociales estancos. Lo que no dice la
derecha, en el marco de su irrenunciable vacío político, es cómo percibe el
dilema de la fuerza laboral. ¿Una desocupación del 20% o 25% es algo admisible
o inadmisible dentro del esquema neoliberal?. El trabajo, para estos sectores,
no constituye un derecho ni nada por el estilo. No solo es considerado un costo
más de producción susceptible de ser ponderado bajo las reglas del mercado,
sino que además resulta una muy útil herramienta de disciplinamiento por
carencia. Una desocupación del 20% o del 25% asegura que no se dispare el valor
de la fuerza laboral y además garantiza la inexistencia de conflictos internos
ante la posibilidad (ficcional) de oferta permanente. Vale decir, ameseta las
aspiraciones y en consecuencia baja un potencial intento de reclamo. Perder el
trabajo, en ese contexto, constituye transformarse en excluido estructural. Se
me objetará que los sindicatos jamás permitirían tal cosa, pues lamento
informar que durante los noventa así lo hicieron debido a que muchos de ellos
fueron cooptados al transformarse en empresarios. Esto no es novedoso. Tanto el
Ingeniero Álvaro Alsogaray como Domingo Felipe Cavallo hablaban sobre la necesidad
de mantener dicho rango de desocupados a favor de la salud de mercado.
El vacío político de la
derecha se reserva para sí intersticios tan solapados como peligrosos. ¿Sabrá
la voluntad popular qué hacer al respecto?. En el mientras tanto muy pocos
parecen percibir que cuanto más lejos estamos de la política y del Estado menos
saludable será la vida para la totalidad del colectivo.
De todas maneras algo está pasando en los olvidados
suburbios; apartarse de la agenda mediática y ponerse a observar la realidad
concreta sería comenzar, cuando menos, con el prólogo de un libro que aún
aguarda ser leído.
En el
mientras tanto los invisibles seguimos estando allí, no nos hemos ido a ninguna
parte, continuamos deambulando por las veredas nacionales y populares, las
únicas que nos permitieron pasear y disfrutar de sus huellas inclusivas.
Invisibilizar al otro hemisferio de la grieta (prefiero la
antinomia jauretchiana nacional-antinacional) no es haberla eliminado y menos
aún haber sedado el conflicto, histórica puja por la distribución de la riqueza
y con ella del poder. Estos, los sectores dominantes de la economía, lo
hicieron en muchos párrafos de nuestra historia, en la mayoría me atrevo
afirmar. En parte les ha salido bien ya que una buena porción del pueblo cayó
en la celada, sobre todo los sectores medios de la sociedad. Pero la exclusión
tiene sus límites, incluso mediando una situación de país sitiado y represivo,
más temprano que tarde se abrirán nuevamente las grandes alamedas cantaba Pablo
Milanes...
Así como en infinidad de oportunidades descreímos, desde esta
tribuna, sobre la conformación de una burguesía nacional que piense en un país
profundo e incluyente, muy a pesar de los incentivos (subsidios) y las notorias
rentas que en estos 12 años ha tenido el sector, debemos asumir que esta lógica
incluye también a los medios de comunicación. Es imposible desarrollar
políticas en el mediano y largo plazo si existe un constante bombardeo
mediático en contra de dichas políticas. La ausencia de una burguesía
comunicacional de carácter nacional, que piense en la inclusión de todos los
“nacionales” es un detalle cardinal para el éxito o el fracaso de los programas
latinoamericanos de carácter distribucionista. Algunos observan con asombro el
silencio de los medios con relación a los efectos de las medidas implementadas
por el nuevo gobierno, esto va incluso más allá del avasallamiento que está
desarrollando en contra de las instituciones democráticas, el dilema es más
profundo. Siempre los medios, a través de la desinformación, han tenido un rol
fundamental para ocultar los trazos gruesos y graves de los programas
regresivos. Por caso, ni la dictadura ni el neoliberalismo noventista del
menemato prolongado con la Alianza hubieran logrado el beneplácito popular que
tuvieron de no mediar dicho silencio, cuestiones que se exhibieron cuando en
ambos casos la crisis resultó terminal, vale decir era muy tarde para lágrimas.
Durante estos períodos la invisibilización de las perversiones económicas
incluía la invisibilización de la corrupción, la invisibilización de los
excluidos y la invisibilización de los asesinados por el sistema. Cuando de
gobiernos populares se trata el comportamiento es inversamente proporcional
llegando a todo tipo de artilugio sofístico y difamatorio, con el inestimable
apoyo del sector judicial conservador, para ocultar, ergo invisibilizar, la
loable tarea que implica tener las variables económicas del país en condiciones
generales dominadas, pero con la gente dentro. En la actualidad, y en el marco
de un eterno retorno neoliberla, existe un nuevo rompimiento a favor de los
sectores más concentrados de la economía, las clases medias han aportado lo
suyo por medio de su comportamiento esponja absorbiendo cual mandato divino y
como propias las penurias de los dueños de la hacienda y la información más
allá de elaborar con cierta conciencia histórica las mejoras individuales
alcanzadas en la década pasada. El inciso más fuerte que determina que Cristina
no dejó un país crítico, sino todo lo contrario, fue la inopia inicial del campo laboral con relación a las
medidas implementadas por este nuevo ensayo reaccionario. El colchón fue tan
amplio que gran parte de la población decidió aceptar buenamente el sacrificio
a favor de los que más tienen para que volvamos a ser ese país normal del que
tanto nos habla la derecha. En este caso los medios, a través de la
invisibilización de las reales variables económicas, anteriores y actuales, han
instalado el pretexto argumentativo de un país pasado a punto de estallar y
como consecuencia la necesaria implementación de medidas de mercado, incisos
que por estos días les han explotado dramáticamente y en propia cara. Lo
notable es que aquel alegato fraudulento de “país desvastado” lejos estuvo de
ser creíble por fuera de lo propagandístico muy a pesar del formidable
trasvasamiento de recursos efectuado desde esos sectores medios y bajos hacia
las corporaciones hoy gobernantes.
Reitero, los invisibles estamos allí, no nos fuimos, seguimos
desde el lado nacional, debiendo asumir que no supimos crear en estos 12 años
una burguesía afín, ni empresarial ni mediática, con el suficiente contrapeso
institucional y político para sostener en el tiempo los desafíos que implica
una distribución equitativa de la riqueza. Los argentinos no bajamos de los
barcos, hace rato que es necesario abandonar dicha construcción, los argentinos
debemos pensarnos como titulares de una Nación que es nuestra, no estamos de
prestados como alguna mass media intenta convencernos, establichment que
descendió de los árboles bananeros del imperio con el solo objeto de
invisibilizarnos. Sólo la política y con política, más sus herramientas (todas),
nos permitirán que algún día podamos internalizar que la Patria nos pertenece,
que no somos inquilinos, cuando eso ocurra habremos descubierto nuevas
alamedas, por ahora debemos derrotar esa invisibilización a como de lugar, con
ingenio, con coraje, con compromiso, no podemos aspirar a nueva crisis para
acceder a un proyecto inclusivo. El hambre, la desocupación, la enfermedad y la
muerte siempre están de un lado, jamás del otro. Nunca debemos olvidar que los
inventores del sofisma grieta (reitero prefiero la antinomia jauretchiana
nacional-antinacional), hoy disfrutando de sus mieles en el exterior, estaban
bien adentro del sistema y obtuvieron enormes dividendos cuando gobernó el
movimiento nacional y popular, aún así no escatimaron esfuerzos para
invisibilizarnos como ciudadanos, para recortar nuestros derechos, y a la par
para invisibilizar sus miserias y sus compromisos excluyentes.
La actitud de grupos democráticos de derecha ha sido muchas veces así , mientras gane seré democrático , civilizado y abierto al dialogo, en caso de perder , tengo otros métodos, se muy bien donde vives.
ResponderEliminarEl caso mas reciente https://www.pagina12.com.ar/123239-en-cada-rincon , https://www.pagina12.com.ar/124855-esto-no-es-vida , muestra las denigrantes intimidaciones que sufren legisladores que tomaron una posición en el ultimo debate acerca de la terminación voluntaria del embrazo, si se lee bien no es acepto la voluntad de la mayoría sino cambio de método y apremio hasta conseguir lo que quiero.
Dejo a los memoriosos y amantes de citas históricas para refrescarnos e ilustrarnos con cientos de ejemplos.
No puedo de dejar de nombrar el caso de Chile y Allende donde la democracia más antigua de América latina gozo de espacios abiertos para el debate de políticas conservadoras por 30 años pero al triunfar democráticamente las ideas socialistas no pudieron durar ni un mandato , no pudieron esperar a intentar con sus ideas en una nueva elección.
La novedad del arribo al poder por vía democrática se instala en los 90 con Menem , Fujimori y cia pero entonces por lo menos en el caso de Argentina la derecha ponía una zanahoria adelante del caballo, entrando con discurso populista de salariazo y revolución productiva podríamos tildarlo de engaño . En su segunda elección la zanahoria era el 1 a 1 , y el terror de la gente que tenía deudas en dólares .
El actual arribo al poder no necesito de zanahoria se hizo posible debido a la indignación de ciudadanos que se creyeron victimas de un programa de gobierno , que se creyeron sostén de los programas sociales donde los beneficiados se abusaban de ellos y vivian de sus esfuerzos
También necesito invisibilizar la gravedad histórica de la crisis del 2001, y las razones de esta, al mismo tiempo que era necesario impregnar una imagen virtual de una catástrofe inexistente en la Argentina del 2015.
Cada párrafo de este notable posteo merece la re lectura y meditación , me gusta mucho la forma en que se presentan tantos temas complejos en formas simples y claras, cada uno inspira múltiples reflexiones y análisis.
Rescato como fundamental en el eje de este análisis este “Es imposible desarrollar políticas en el mediano y largo plazo si existe un constante bombardeo mediático en contra de dichas políticas. La ausencia de una burguesía comunicacional de carácter nacional, que piense en la inclusión de todos los “nacionales” es un detalle cardinal para el éxito o el fracaso de los programas latinoamericanos de carácter distribucionista.” Lo único que le cambiaria es la palabra latinoamericanos pues por lo que veo esta estrategia es mundial y se están sufriendo las consecuencias en todas las latitudes . Felicitaciones por el análisis y un gran abrazo