Osvaldo Bayer: El nuevo gobierno que surja, verdaderamente democrático, se va a ver muy en peligro si no toma en sus manos la verdadera justicia social y la justicia en sí.
Reportaje
Este domingo el maestro Osvaldo Bayer cumplió 91
años y el barrio de Belgrano se puso nuevamente de fiesta. Pero antes de que
llegaran los regalos lo visitaron en su casa “El Tugurio” para hablar sobre la
actualidad, el gobierno de Cambiemos y la situación de los derechos humanos.
Por Luis Hessel para El Furgón
Bayer nació el 18
de febrero de 1927 en la ciudad de Santa Fe. De chico soñaba con navegar por
todos y cada uno de los mares, porque a esa edad la aventura solamente se
encuentra en los mares. Era el lugar donde uno podía luchar contra los villanos
que aterrorizaban a los indefensos y descubrir tierras exóticas en mundos tan
pero tan lejanos que ni siquiera Osvaldo los encontraría en las páginas de su
admirado Jack London.
Así fue como de
todos los oficios terrestres, el de aprendiz timonel en el río Paraná fue el
que más lo entusiasmó. Incluso Bayer alcanzó el sueño de ser marinero, aunque
mucho no duró. En marzo de 1950, siendo un joven de apenas 23 años, participó
de las asambleas y huelga de los obreros marítimos en reclamo de aumento
salarial. Y sin que Jack London pudiese mediar, el gobierno peronista lo puso
en una lista negra, quedando cesante y sin poder volver a navegar.
Llegamos a “El
Tugurio”, la casa que Osvaldo habita desde su infancia y que lo convirtió en el
vecino más antiguo del barrio. Son las cuatro de la tarde y recién se levanta
de la siesta. Como en cada visita, nos recibe sonriente, se acomoda en su
asiento y abre la conversación contándonos que está trabajando en una nueva
novela, después del éxito de Rainer y Minou (2001), la non fiction donde recreó
la dolorosa historia de amor entre una joven judía y el hijo de un alto
funcionario nazi.
Por la mañana junto
al desayuno, Bayer leyó los diarios locales y el diario alemán; y después de
almorzar, para despuntar el vicio, escuchó en el tocadiscos la voz inolvidable
de Carlos Gardel. “Siempre me gustó la milonga pero soy de madera para bailar”,
nos confesó. Sobre su mesa de trabajo se apilan libros, diarios, papeles y
fotos. Nos hacemos lugar para poner el budín de naranja que le llevamos para
merendar.
—Desde que asumió el gobierno de Macri estamos
viviendo un retroceso en materia de derechos humanos. ¿Qué opinión tiene al
respecto?
—Los militares
buscan el provecho, aprovechan la opinión pública para taparse de todo pecado
cometido. Se ve. El asunto va a ser qué van a decir cuando llegue un gobierno
realmente legal y verdaderamente democrático, y tengan que decir qué hicieron
las dictaduras. Yo creo que va a llegar el momento, porque ellos no van a
solucionar ningún problema ni absolutamente nada. Y el nuevo gobierno que
surja, verdaderamente democrático, se va a ver muy en peligro si no toma en sus
manos la verdadera justicia social y la justicia en sí. Así que nos esperan
días muy difíciles pero va a llegar.
—Pareciera más que nunca que el modelo económico
vigente es el iniciado por Martínez de Hoz.
—Es la continuidad
pero de otra manera, “legalizado” por la democracia, la denominada democracia,
pero es exactamente lo mismo. Pero con muchas dudas.
—¿No ve que tenga futuro este gobierno?
”No, va a
haber una crisis. Pero la gente siempre se ha organizado, pero pasa que no han
tenido verdadero fondo teórico y verdadero fondo de actuación. El actual
gobierno sinceramente no lleva a nada, están dudando…”
—Es un gobierno criminal que quedó al total desnudo
con el asesinato de Santiago Maldonado. ¿Cómo lo vivió?
—Vi que no había
futuro con la forma de actuar. Y en los derechos humanos no hizo nada, no hizo
absolutamente nada. Volvió a repetir todo lo que hemos vivido. Nunca pensé que iba a volver a
ver a los genocidas en su casa y todo el mundo lo aceptó, se calló la boca,
reaccionaron de una forma muy tenue, no se hizo ningún movimiento para terminar
con estas formas de gobernar.
—¿Cómo encontró el país al volver del exilio?
—Un desastre. Yo
viví en la Alemania de posguerra, donde realmente se hicieron cosas. Acá se
vivía con un arreglo de no hacer nada, de no meterse, de “mirar hacia adelante”,
como se decía… Por eso hay que quedarse más tiempo acá, yo tengo ofrecimientos
de trabajar en Europa y no, me quedo acá. Me quedo aunque las posibilidades son
pocas. En ocasiones obtenemos algo pero es muy difícil.
—Actualmente sus trabajos siguen siendo muy difundidos
y su palabra es muy escuchada…
—Yo no me quejo.
Pero sé que lo vamos a hacer, lo vamos a lograr, aquí hay un movimiento interno
interesante, pero hay que trabajarlo un poco más, no hay sentido de la
organización. Todo es difícil pero hay que seguir.
—El domingo es su cumpleaños ¿va a haber festejo?
—Si quieren yo voy
a estar acá como siempre. ¡Salú compañeros!
—Salú y anarquía.
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