En Davos, el estudio Oxfam, que trata sobre la desigualdad mundial, pasó de largo como jet privado lleno de CEO ´s...
Davos: los ricos y
poderosos en la montaña mágica
Alejandro Nadal, Economista para Revista Sin Permiso
Fuente:
Esta semana se
reunió la crema y nata de la élite mundial en Davos para asistir al Foro
Económico Mundial. El lema principal del cónclave este año fue
revelador: Crear un futuro común en un mundo fracturado. Se ofrece así una
perspectiva optimista sobre la construcción de un porvenir incluyente, al
tiempo que se reconoce la existencia de las profundas fisuras que hoy desgarran
la sociedad humana a escala planetaria.
Sesenta jefes de
Estado, cientos de poderosos empresarios y miles de guardias armados se dieron
cita en Davos. Más de mil 700 jets privados transportaron a estas personalidades a
sus hoteles de lujo, en el pequeño poblado inmortalizado por Thomas Mann
en La montaña mágica (publicada en 1924).
En esa magistral
novela Hans Castorp visita a su primo en el Berghof, sanatorio especializado en
el tratamiento de enfermos con tuberculosis. Pero lo que habría de ser una
corta visita se transforma en una estancia de siete años, cuando el joven
Castorp se ve expuesto a los secretos de la enfermedad y la muerte. Lo que más
atrae su atención es que, en su padecimiento, algunos de los pacientes se
convierten en personas más sensibles y con mayor profundidad emocional, lo que
contrasta con la superficialidad de muchos que gozan de plena salud.
Aquí el informe:
El informe de Oxfam
se apoya en datos duros de varias fuentes, incluyendo el Laboratorio sobre
desigualdad mundial, de la Escuela de economía en París, creado por Thomas
Piketty y Emanuel Sáez (wid.world). Entre sus recomendaciones
principales para revertir este proceso de desigualdad creciente se encuentra el
control y eliminación de la evasión fiscal y el incremento de los salarios.
Para Oxfam el
problema medular es que la economía mundial se comporta como un modelo de crony
capitalism, que puede traducirse como capitalismo de compadres
o de connivencia. Esto permite a las grandes empresas beneficiarse de la
evasión fiscal y los salarios de hambre que pagan. Sin embargo, aunque la
crítica es certera, está basada en un diagnóstico muy superficial. Por ejemplo,
el capitalismo no es un modelo, como dice Oxfam. Es un
modo de producción (y consumo) históricamente determinado. Las grandes
corporaciones, que tanto aparecen en el informe de Oxfam, son
centros privados de acumulación de capital que se enfrentan en una encarnizada
competencia por la rentabilidad. De ahí también la búsqueda sistemática de
mecanismos para deprimir salarios.
Las recomendaciones
de Oxfam están condenadas a languidecer como débil eco en los participantes de
la reunión en Davos, cuando regresen a sus países en sus jets privados. Por
ejemplo, Oxfam sugiere que los gobiernos deben funcionar en beneficio de
toda la población en lugar de hacerlo para beneficio de las grandes
corporaciones. Buena idea, pero eso ignora todo sobre la dinámica del
capitalismo contemporáneo y, en especial, sobre la política macroeconómica
neoliberal.
Para dar un ejemplo
del ámbito de la política monetaria: uno de los temas clave ignorado por Oxfam
se relaciona con el funcionamiento del sistema bancario. En ninguna parte de su
estudio aparece un apartado que diga algo sobre los bancos comerciales privados
y su función en la creación de dinero. Hoy sabemos que 95 por ciento de la
oferta monetaria en cualquier país del mundo se compone de títulos de deuda
creados por los bancos privados. Típicamente, los bancos centrales tienen
funciones de regulación monetaria muy restringida y en última instancia son
responsables de crear reservas cuando se las piden los bancos comerciales
privados. El resultado final es un feudalismo monetario que tiene sojuzgada a
la población mundial. Aquí las recomendaciones tendrían que ir más allá de la
fallida regulación bancaria, que ni siquiera ha podido mitigar la rapiña del
sistema de bancos sombra. Se necesita nacionalizar la actividad bancaria para
recuperar así el control sobre la creación monetaria.
Davos es un buen
sitio para una reunión de ricos y poderosos. Son las criaturas consentidas del
sistema, como diría Settembrini, uno de los personajes de La
montaña mágica que representa el legado intelectual humanista.
Esas criaturas están enfermas de arrogancia y soberbia, pero a diferencia de
los pacientes del Berghof, en su caso la enfermedad está hermanada con el
delirio y la decadencia, no con esa mayor sabiduría que se requiere para
resolver los graves problemas que hoy aquejan la sociedad humana.
Lecturas
Complementarias:
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