Cartas
entre Daniel Santoro y Horacio González
Debate
en torno a la unidad del peronismo
Fuentes:
A
partir de la carta escrita por Daniel Santoro, A los compañeros con urgencia,
donde plantea la necesaria unidad del variado arco peronista de cara a las
elecciones de 2019, Horacio González responde en forma no menos urgente y con
el espíritu de discutir el difícil tema de la unidad del peronismo, una
discusión precisa que no debe justificar un producto final amorfo. La Tecl@ Eñe
publica en forma unificada las dos cartas.
Daniel Santoro: A los compañeros con urgencia
Faltan menos de 18 meses para
el cierre de listas con miras a las presidenciales del 2019, en los próximos
meses deberemos encontrar la forma de sacar al movimiento nacional del
atolladero en el que se encuentra, algunos acontecimientos de los últimos días
(experiencias de unidad en la acción) nos podrían servir de guía para encontrar
el camino.
La concreción de una amplia
unidad entre el variado arco peronista y el kirchnerista sería la peor
noticia que puede recibir éste gobierno neoliberal, hacia allí debemos dirigir
todas nuestras acciones de aquí en más. Para que éste vasto y generoso acuerdo
tenga sentido y pueda realizarse deberemos deponer enconos, olvidar ofensas,
abandonar la nominación de traidores, acabar con el conteo de costillares
sospechosos, e incluso prepararnos para una copiosa ingesta de sapos. La
búsqueda de ésta unidad es urgente y prioritaria. Algunos ejemplos: ¿por qué no
podrían encontrarse, hablar y ponerse de acuerdo Axel Kicillof y Roberto
Lavagna (ambos ministros del kirchnerismo)?, o pactar una larga conversación
entre Graciela Camaño y Máximo Kirchner (si dicen más o menos las mismas
cosas), ¿qué tan grandes serían las diferencias entre Gabriela Cerruti y Daniel
Arroyo? ¿Cuál es la traba que impediría un acuerdo entre Randazzo y Felipe
Solá? Esta coyuntura histórica nos reclama deponer los narcicismos.
Sería un tremendo error no
lograr en los próximos meses articular un gran coloquio del campo nacional en
donde se salden todas las conversaciones que nos debemos (o que no tuvimos a
tiempo), pienso en varias jornadas de trabajo, discusiones y acuerdos, con el
objetivo de consensuar una plataforma en la que todos nos sintamos
representados (con la presencia horizontal de aquellos que tengan genuinas
ambiciones), que garantice la unidad programática en la que participen todos:
gobernadores, intendentes, los movimientos sociales, el PJ, unidad ciudadana,
diversos partidos de izquierda y progresismos, una gran convocatoria sindical
(amplia y sin reproches), de no ser así estaríamos garantizando el
triunfo del macrismo y tal vez dentro de 12 o 16 años nuestras nuevas
generaciones militantes podrán salir de éste embrollo y dirigir una mirada
piadosa hacia atrás para ver cómo terminamos ahogados en el mar de nuestras
propias miserias y mezquindades.
No nos midamos entre compañeros,
reclamando heroicos actos de resistencia a quienes no pueden realizarlos por
diversas cuestiones de la coyuntura, siempre es mejor que estén (aunque
limitados), nadie debe quedar afuera, todo sirve a efectos de consolidar esa
masa crítica (sabemos que los traidores siempre estarán en los lugares que
generen expectativas de triunfo), lidiar con esto es parte del desafío de la
conducción. Todo sirve siempre que vaya en el sentido de la unidad, tenemos que
construir una real alternativa de poder y eso se logra estando todos adentro.
Daniel Santoro, 25 de Diciembre
de 2017
***
Horacio González: Una respuesta no menos urgente
Querido Daniel
Lo que considero la
justificación última de tu llamado es la grave situación por la que estamos
pasando. El macrismo, o como se llame, es un aparato extra-estatal y
post-institucional, que está dispuesto a arrasar la lógica constitutiva de la
nación argentina. Sus medidas represivas, que por un lado entregan el beneficio
de la duda a las nuevas gendarmerías, y por otro lado, buscan reproducir las
viejas artimañas del terror de Estado pero bajo formulismos parlamentarios y
legales, que aceptan a disgusto o vulneran por dentro hasta hacerlos
irreconocibles, nos llevan a la pregunta de cómo agrupar los ámbitos políticos
y humanos que se oponen a este descalabro inusitado.
No obstante, en todo llamado a
la unidad, importan los pasos previos, que todos conocemos bien, habitualmente
representados por la clásica pregunta ¿quién convoca? En tu escrito, sucinto y
contundente, das ejemplos de coincidencias posibles entre personas que, dejando
de lado ciertas particularidades o aspectos secundarios, podrían asumir un
núcleo común de razonamientos en torno a una crítica económica de la situación:
por ejemplo, Kicillof y Lavagna. El método que proponés es el deponer enconos y
dejar de usar los artificios verbales del hábito tantas veces consagrado en
todas las fuerzas políticas, en especial en el peronismo: el tema de la
traición. Sin duda, Perón, que lo instituyó con entusiasmo, dedicó luego vastos
esfuerzos por moderarlo: “si voy solo con los buenos, me quedo solo”. Lo cual
originó la conocida puja por saber quién era bueno. O que todos se pensaran
excluidos del mal. La unidad, creo, tiene más exigencias que esa picaresca. Es
urgente, como bien decís, y esa urgencia está urgida de criterios, debates más
pulidos y mejores exposiciones de lo que pensamos, pero ahora, ante el tribunal
de la historia.
Hoy creo que no son suficientes
aquellos preceptos de unidad, si bien no abandono en ningún momento el
pensamiento para construir un estado de unión política de los ciudadanos y
trabajadores, que resuelva los temas pendientes, no sólo los que señalas –ceder
en los estilos grupales de imposición territorial o intimación táctica-, sino
los que aún nos siguen llamando la atención a todos los que apoyamos el
gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. Por ejemplo, por qué se facilitó tanto
la fusión de grandes empresas de comunicaciones y luego se amparó la más
importante ley democratizadora en esa materia. O por qué no se lograba un tono
declarativo más esclarecedor respecto a los grandes regímenes económicos,
postulando un “capitalismo serio”, que no parecía una consigna adecuada para la
hora, mientras se producían hechos que auguraban un tipo de sociedad que dieran
pasos más emancipados en relación a la hipótesis del necio capitalismo
canónico. Del lado del kirchnerismo, es preciso ese debate, para convertirlo en
nuevas señales orientadoras de acción política transformadora.
Pero si esta revisión es
urgente en el kirchnerismo, que es un nombre acosado por un conjunto de medidas
punitivas que tienen al andamiaje judicial como resurrección del santo oficio
inquisitorial, mucho más urgente es para quienes forman una gran multitud de
compañeros que se movilizan en torno a la identidad peronista. En muchos de
ellos, con la mejor voluntad de abrir compuertas nuevas, se piensa el
kirchnerismo como un interregno muy episódico, y alojan ahí una medida de
unidad sumamente indiferenciadora. ¿Kirchnerismo? Bah, uno de los tantos
capítulos del Movimiento Nacional.
No voy a decir, según tu
recomendación que comparto, que allí están los “traidores”, palabra sumamente
literaria para aplicarla a cualquier pleito ocasional. Diré que muchos ven
allí, en el omni-abarcativo Movimiento Nacional, el habitáculo que los protege
de la intemperie kirchnerista, donde en la actualidad vemos que la mayor
campaña de insidias de las corporaciones mediáticas, tiende el sudario maldito
de la corrupción sobre los antiguos funcionarios. Además de
debatir seriamente qué se aloja en tan siniestra denominación, deberíamos
entender también que hoy “salir de la zona de operaciones” designadas por el
Gran Hermano –esto es, dar el paso del “kirchnerismo” al “peronismo”- permite
inmunizarse. Esa inmunización es esperada por el mecanismo de conversión de
conciencias, que hace dos décadas está operando en el peronismo. Ellos tienen
preparado el ungüento para ungir la frente del peronista arrepentido no con el
óleo de Samuel, sino con el óleo de la indignidad.
Si el peronismo admitido o
indultado dedica unos minutos a hablar mal de la “corrupción”, ya tiene el
ticket de entrada a la Nueva Era. No digo que las irregularidades haya
que pasarlas por alto, digo que cuando se las llama de un modo con el cual se
le muestra la guillotina al candidato a la horca o se lo invita a la
transfiguración de su conciencia, eso es sólo un espolón de partido gobernante,
para administrar la entrada al Monasterio de Blanqueo de los Carpetazos. No
abandonar el nombre del peronismo a la trituradora de los Trolls, implica
redefinir sus horizontes y sus subyacentes memorias epopéyicas, hoy soterradas
por ignorancia o utilizadas vicariamente. Pero a nada de esto hay que
invocarlo como un universal abstracto, ni suponer que lo actuado por el
kirchnerismo –que contuvo a ese peronismo supernumerario que viene del
menemismo y alojó a una generosa cantidad de simuladores-, es el concreto y absoluto
punto regenerativo para recrearlo todo otra vez. No, porque ese punto aun no lo
avizoramos, y sólo podemos decir que surgirá de trabajos críticos, de
naturaleza moral e intelectual, que den cuenta de las incoherencias que
atravesamos en el período anterior, no pocas, y asimismo del uso impertinente
de la palabra peronismo para un Recambiaremos a Cambiemos. Basta de esa
papilla.
La unidad es una cuestión
urgente y coincido en que queda poco tiempo, así como eso no debe justificar un
producto final amorfo. Las urgencias deben ser contempladas a la luz de las
movilizaciones, los debates parlamentarios y las fisuras que se abren en el
electorado macrista. Todo ello precisa formas que replanteen el llamado a la
congregación política más eficaz contra esta sistemática degradación del país.
En el chirle panorama de este descarrío, falta agregar cuál sería el papel de
Cristina. Tengo la sospecha de que no sirve llamarla jefa –ni a ella ni a
nosotros-, pero menos restarle su preminencia. No me cabe duda que ella sabrá
hacer público un despliegue sobre la escena ligado a esa acción de hacer un
llamado, y no por eso inhibir las libertades del vasto archipiélago de grupos,
estilos y militancias que pululan en este descalabro general al que estamos
asistiendo.
Ella también, como nosotros, se
bate en inciertas arenas movedizas, pero es el objetivo principal de los
disparos de 105 milímetros, de esos obuses cotidianos que disparan desde
Comodoro Py, un marino que participó de varias guerras en el siglo XIX.
Cristina es la única no inmunizada, o la única que permanece totalmente
des-inmunizada, y persevera en la lucha. Otros que tampoco estaban inmunizados,
han caído bajo el radar candente del capricho judicial. Muchos peronistas que
quieren blindarse en su ortodoxia, expulsan de su lengua los nombres malditos y
vuelven al habitáculo de siempre, como si nada hubiera pasado. Gobernadores,
intendentes, senadores, diputados, etc.
La unidad no es un a priori
benevolente sino un sistema de reflexión y análisis, y en tanto eso se hace
necesaria. Incluye abrirle las puertas a temas a los que antes fuimos ociosos,
como la brutalidad de la economía extractivista, así como fortalecer aquellos
que hicieron a la novedad kirchnerista. Es necesario un debate más
preciso sobre cómo conceptos fulminantes alojados en el fraseo cotidiano de la
población, son un bloque que debe ser penetrado con la verdad. La verdad de lo
que se hizo en términos liberacionistas, pero también, de todos los hechos
inadecuados producidos, que no pueden reunirse en conceptos escatológicos. Esos
conceptos que los dueños del monopolio arbitrario de la palabra y la violencia
dicen con desparpajo, como santo y seña terminal, de los que nosotros huimos.
Al contrario, deben ser revisados a la luz pública con los nombres que
corresponden. Unidad política, parlamentaria, social y urgente, debe vincularse
a la unidad de hecho que producen las grandes movilizaciones, que aun así
tienen metodologías diversas. La resistencia es una categoría interna de
la vida emancipada. A todos nos compete.
Pero dirigen la atención de la
Unidad necesaria hacia zonas donde actúa un nuevo espíritu político,
libertario, juvenil, preocupado por formas de vida que se lancen a despertares
elocuentes de la vida renovada. Los nombres de militantes que vos mencionas,
Daniel, pueden abrazarse en el Congreso. No desdeño esta cuestión. Pero el
sello de cualquier abrazo lo debe dar por fin el reconocimiento de los momentos
dominantes donde en el inmediato pasado se mostró innegable voluntad de
transformación, en un mundo acechado por múltiples peligros, tanto a la
democracia, a la vida como a las múltiples experiencias de la existencia
colectiva y disidente. Este escrito muestra algunas discordancias con el tuyo,
Daniel, pero reafirma el respeto por tus preocupaciones, tanto más relevantes
en cuanto provienen del gran artista que sos.
***
Querido Horacio.
Al leer tu texto realmente no
siento que discrepemos en ningún tema, suscribo plenamente tu respuesta, tanto
en las críticas como en los aciertos del kirchnerismo que vos señalas. Eso y
todas las demás consideraciones que contiene tu texto componen un excelente
material para incluir en el amplio debate que debería darse y saldarse en los
próximos meses con miras a la unidad indispensable.
Yendo al punto, vos te
preguntás razonablemente (como también me expresaron Ricardo Foster y Jorge
Alemán) ¿Cuál sería el rol de Cristina en esta convocatoria? Yo no tengo la
respuesta, creo que no sería pertinente intentar asignarle un rol previo al
debate. Ella sabrá encontrar su lugar, en ese caso las cosas no se pueden
prever. Pienso que Cristina se expresó claramente cuando dijo que ella “No
sería un obstáculo para la unidad”, entonces están todas las posibilidades
dadas.
De todas las opciones la que
realmente me preocupa es que algunos compañeros piensen en conformar un frente
progresista que deje afuera todo ese peronismo que vos citás en tu texto. Creo
que la idea de “preparase para perder elecciones” que formuló Alfonsín no es
una posibilidad para ninguno de los peronismos (como vemos que no lo fue
tampoco para el radicalismo, quedan como mudos testigos los restos del
alfonsinismo que flotan en torno al kirchnerismo).
Sinceramente, tratemos de
querer ganar, agotemos todas las posibilidades para la unidad, una unidad que
incluso pueda contener una dieta equilibrada de sapos. Es una propuesta sin
duda más peronista que la de perder elecciones.
Pd.: Y para resumir.
Estamos de acuerdo en que lo único que sería una amenaza letal hacia este
gobierno neoliberal sería la posibilidad de que el kirchnerismo y el peronismo
conformen un frente unido de cara al 2019. Estamos de acuerdo en que el desafío
es ver quién conduce este frente, ahí nos jugamos verdaderamente el destino de
esta construcción que es por supuesto completamente inestable, problemática y
sin garantías.
Si no emprendemos esta tarea lo
que hagamos no serán más que semblantes de buenas intenciones, gestos de almas
bellas, sin posibilidades más que las de satisfacer pequeños egos a través de
alguna presencia testimonial en el congreso.
Percibo la sombra pequeña del
PI que sobrevuela el extenso campo del movimiento nacional y
popular (la veo casi como en un cuadro de Van Gogh).
El problema del Peronismo extenso es que persiste en pensar al Kirchnerismo, alternativamente, como una estructura cupular totalmente autónoma de sus votantes ,entendidos a su vez como materia inerte y en saldo, o como una construcción azarosa y circunstancial llevada a cabo por voluntad y capricho de dos cuadros políticos.
ResponderEliminarSi el Peronismo abandonara su propia versión de Negacionismo (el Kirchnerismo fue episodico; no representó voluntad popular alguna; no fue ni es corriente interna del movimiento; etc), obtendría resultados positivos y de alcance insospechado. Y dejaría entonces de catalogarlo tan desacertadamente como versión tardía y putativa del PI, del FREPASO, de la ALIANZA, de PODEMOS, etc).
Porque es el Peronismo extenso el que hizo del Kirchnerismo una criatura paradojal (es y no es materialidad; es y no es una identidad particular). Difícil resulta, entonces , que pueda adicionarse a una estrategia mayor una masa de voluntades que no pueden comprenderse como existentes. Saludos.
Para mi Cristina es la Conducción del Movimiento Peronista. Su determinación de no ser obstáculo para la unidad es clara prueba de ello.
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