Un nuevo corte en la cadena frío de pobre fiscal suicidado. La intención: Desadjetivarnos políticamente, a fuerza de falacia y cotillón




Hace algún tiempo José Pablo Feinmann afirmó que durante 12 años nuestro pueblo protagonizó una pueblada inédita, una pueblada en paz, una pueblada democrática, participativa, horizontal y abierta, una pueblada evolutiva y reformista, construyendo en algún caso, reconstruyendo en otros.  De manera que el kirchnersimo fue entonces “la casual” anomalía dentro de un país que hacía varias décadas se había rendido al sentido común político, al sentido de conservación “bien pensante”, extremadamente occidental, narcisita y cristiano. Hasta su llegada, y a decir de José Pablo Feinmann, Argentina era un país flaco, tan flaco como la mala suerte….
Pensemos solamente que el kirchnersimo ingresó al campo ejecutivo por “la ventana”, les dieron quince minutos; y vio luz durante más de una década instrumentando mayormente políticas contracíclicas, no exentas de contradicciones, pero que hasta ese momento solo formaban parte de una epifanía marginal, el camino utópico de Galeano. Pensemos las quitas del presente y valoraremos los derechos del pasado reciente.

Eso solamente lo puede lograr una sana pueblada revulsiva con enorme contenido y continente político. Pero tristemente el sentido común político, herramienta antepuesta por el establishment, el más malevolente y eficaz de los demonios, regresó por sus fueros videoclip, su poder mediático, sus voceros, sus amplificadores, y su “ciencia duranbarbena” como parte de un conglomerado de autoritarios intereses mezquinos a la hora de distribuir y pancistas a la hora de acumular; por eso como bien sentenció Raul Scalabrini Ortiz “estas no son horas de perfeccionar cosmogonías ajenas, sino de crear las propias, horas de grandes yerros y grandes aciertos, en que hay que jugarse por entero en cada momento”…

Don Arturo Jauretche afirmó que el presente en un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será. Si aceptamos los términos planteados por el maestro y luego de aquellos años paradigmáticos, en donde el poder real mostró los dientes y las garras desde el primer día en la propia pluma de Escribano, sabemos lo que somos y los que somos, para qué y para quién estamos. Sabemos además cómo desarrollar planes a corto, mediano y largo plazo y fundamentalmente conocemos, porque las vivimos, cuáles son las limitaciones, internas y externas, que conviven en la Patria para poder desarrollar políticas inclusivas, y cuando digo limitaciones afirmo enemigos. De modo que en función de dicho capital nos debemos obligar a que la historia se vuelva a transformar en movilización y presente, justamente para poder concentrarnos e intentar resolver los problemas del presente luchando contra la ignominia.

“El programa del hombre que vive para pensar, sobre todo en estas sociedades embrionarias y entregadas al afán material, comprende desde luego la abstinencia del placer y el olvido del aplauso frívolo, que la opinión vulgar sólo tributa al que se le parece, quien se preocupa de lo que pasa no es digno de lo que dura, y el desdén del éxito es el principio de la sabiduría” escribió Paul Groussac, mientras que pocos años después Horacio Rega Molina sentenciaba “el que rompa el silencio, tendrá que hacerlo con una palabra maravillosa”. Y esa palabra maravillosa de la pueblada repercute, esa voz tiene acordes femeninos, y a tal punto resulta revulsiva que todo el espectro político mass media tanto le teme que la ha configurado como su enemiga tangible. 

Hasta dónde entonces somos lo que decimos ser y hasta dónde creemos que tiene efecto lo que pretendemos hacer creer... En ambos casos los intereses de una corporación oligopólica son determinantes en los comportamientos individuales de sujetos que durante años mostraron un deber ser, hoy por hoy, insostenible y ciertamente sospechoso. O nunca fueron lo que dijeron ser o nunca dijeron lo que realmente son. Poco importa. Ya no hay retorno. El debate político, el grito, el trapo, lo real y lo simbólico hacen que las sociedades y sus protagonistas se reconozcan, en ocasiones con la tristeza de algún hallazgo inesperado, en otras con la firmeza de comprender que el error forma parte del camino, un camino que aprendimos a construir andando. “La política produce rituales y es hija de rituales que por pudor no desea analizar”, sostiene Horacio González.

Mientras nuestra gusanería política e intelectual, colectivo autoexiliado de una Patria con fronteras internas, reservas exclusivas y muros inasibles, se presta para un nuevo corte en la cadena frío de pobre fiscal suicidado nos han querido “desadjetivar” nuevamente. La traducción literal de la palabra pueblada se centraliza en el vocablo rebelión, insurrección, levantamiento. Y uno pudo observar ese proceso revulsivo y democrático, contra el establishment dominante, varias veces en esos 12 años de sana proscripción del libre mercado, en defensa colectiva.

Antes de los comicios ejecutivos del año 2015 observábamos las insolvencias intelectuales y los quebrantos políticos de aquel presente, y nos preguntábamos cuántos compatriotas se deberían estar replanteando aquel exitoso sofisma de la alternancia que se instaló en el 2013 para impedirle a Cristina Fernández ser nuevamente candidata. "Un sentido común antojadizamente rotatorio y mass media nos privó del sentido inteligente que implica tener un cuadro político de excepción al comando de la nave tiempos de tormenta". La "turnocracia" le ganó la batalla a la política. De manera que luego no nos sorprendamos si terminamos encallados en las mismas rocas del pasado, espectando pasivamente cómo en el péndulo regresa inexorablemente al vacío. Para peor, en estos comicios venideros, buena parte de los que se postulan conocen dichas rutas y la manera más corta para llegar rápidamente a tan triste destino. Lo dicho... 

Me preocupa que mientras está en pleno auge el show del denuncismo y los carpetazos electorales, cuestiones que están en su esplendor a la sazón de los malandras, los DD.HH son víctimas de una continua degradación social por parte del Gobierno, nos seguimos endeudando en progresión geométrica, la apertura de las importaciones no solo ha afectado a la industria y al valor agregado nacional, sino también ha comenzado a impactar en la actividad económica primaria, la desocupación se mantiene como variable que fuerce negociaciones salariales a la baja, la inflación real, la de la canasta básica, no decrece, y la corrupción se ha institucionalizado a tal punto que lavar, blanquear y luego fugar dinero vía circuito financiero especulativo diseñado a tales efectos resulta una política de Estado.  Para pensar un poco en dónde está el árbol denuncista y en donde está el bosque político..

Falta todavía para las elecciones, los daños para algunos ciudadanos, entre los que me incluyo, ya son irreversibles... Sigo en desacuerdo con que el debate político descanse sobre el honestismo. Más allá que en la coyuntura el ojo de la tormenta se ubique dentro de Cambiemos, nos está ocurriendo lo mismo que durante en menemismo. Nos fijamos más en la Ferrari que en las verdaderas consecuencias que esconde la propuesta del poder real. 

Vivimos un presente en donde el capitalismo y la globalización están por encima de la democracia y ésta acepta apaciblemente estos comprobados y crueles liderazgos. Dichos intereses nos argumentan a diario que este sistema es el mejor en tanto y en cuanto no se le exija a sus mecanismos la revisión de la siniestra variable costo/beneficio. Algo similar ocurre con la variable Seguridad Jurídica; ésta será exigida y/o valorada siempre y cuando no interrumpa las liberales y “democráticas” reglas del mercado. Los excluidos presionamos por las carencias, ausencias estructurales que los incluidos nunca tendrán la seria voluntad (conciencia de la ignominia) de modificar porque les variaría substancialmente los privilegios obtenidos. La oferta y la demanda como eje de discusión y como ordenamiento social.

Se asegura que la democracia es perfectible dado que está ligada a un instintivo proceso evolutivo y que la ambición del hombre por superarse hará que su camino apunte, sin prisas pero sin pausas, al progreso de la sociedad. Estos dos años demuestran todo lo contrario, haciendo la salvedad que podemos interpretar dicho proceso evolutivo del mismo modo que lo hizo Darwin a través de su teoría de selección natural. Hay un momento en la vida de los seres vivos que tanto respirar como sudar forman parte de actividades mecánicas que si bien están automatizadas intelectualmente su desarrollo no requiere trabajo racional, no son sometidos bajo amenaza de riesgo. Está instalado que la democracia necesita que sus mecanismos básicos, es decir su piso, se encuentre permanentemente exhibido como logro máximo. En el presente a algunos nos cuesta respirar, ya no sudamos en verano ni tenemos frío en los inviernos, hemos evolucionado junto con el sistema, estamos a punto de ser inviables, detritos para los más aptos...



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