Cierre del cuartel de Bomberos en José A. Guisasola, Partido de Coronel Dorrego. Si se puede, es maravilloso lo que estamos haciendo juntos...
Que cierre un
cuartel de bomberos so pretexto que la cantidad de efectivos existentes no es
la recomendada en los protocolos en una localidad rural de 900 habitantes en
donde siempre existe el latente el peligro de incendio debido a que está
rodeada de combustible natural no nos debe sorprender, al igual que el cierre
de una escuela ubicada en el mismo distrito en los linderos de la ciudad
cabecera.
Es el signo de los
tiempos, el dilema del costo y el beneficio. Sucede que en ocasiones el tiempo
nos enseña, ante la desgracia, que el beneficio era bastante más alto que el
costo. Tristemente los protocolos de acción se rediseñan cuando fenómenos
nuevos ven la luz en la mirada de los funcionarios, por eso es muy importante
la elección de inteligencias políticas y no de simples buenos vecinos que por conocidos
nos parecen confiables.
En la política
existen dos premisas que es necesario tener en cuenta: Primero lo que podemos
hacer a favor de nuestra comunidad, ese tinte innovador y progresista que
siempre se reclama, y segundo el daño que le podemos evitar. En este caso el
gobierno municipal en su conjunto, y cuando digo en su conjunto me refiero
tanto al oficialismo como a la oposición no tomaron en cuenta este ítem preventivo muy a
pesar que desde hace más dos años algunos vecinos de Guisasola venimos hablando
del tema en nuestros respectivos espacios institucionales y políticos.
Pretender
derivar el dilema en función de resortes jurisdiccionales me parece
descabellado y hasta una falta de respeto hacia la inteligencia colectiva.
Supongamos por un momento que a la central de bomberos de la ciudad cabecera, de la cual dependemos formalmente, le
faltaran dos o tres integrantes en su plantel para cumplir con los protocolos,
¿alguien puede pensar que el gobierno municipal dejaría que cierre?.
Más allá
de las hipótesis debemos asumir que este dilema es político porque está
relacionado con un servicio público de riesgo el cual no está debidamente
valorado y en consecuencia encuadrado como tal y se rige decimononicamente bajo
reglas del voluntariado. Resulta natural que bajo esas condiciones, en lugares
como el nuestro, muchachos que abrazaron la vocación con altruismo deban
dejarla producto de sus necesidades materiales, cuestión subsanable si al
arriesgado vecino en lugar de sacarle una heroica foto de ocasión, que seguramente no pide, mejor le pagamos un
salario digno.
Pero para que ello ocurra es necesario que nuestro gobierno
municipal destine presupuesto para tener dicho servicio en cada una de sus
localidades buscándole la racionalidad a los protocolos en función de planes de
contingencia particulares. El ejecutivo guarda la misma lógica con la Sala de Rayos X de
nuestra localidad. Una vez instalada y efectuadas las pruebas estuvo más de un
lustro desactivada, ante los reclamos la pusieron en acción, como era
previsible unas pocas placas y al carajo con el equipo, se acabó el servicio, y
todo en el más absoluto silencio operativo.
En política lo único que no puede
hacerse es lo que no se tiene voluntad política de hacer. Y no es un trabalenguas. Rompen a los ojos las
actitudes abyectas que a diario ya ni nos sorprenden por parte de los ejecutivos, nacional y provincial, en función de los objetivos políticos más siniestros. Por
caso la remoción de un camarista ni afín o la detención de una militante social. Pues
aquí el objetivo es noble y tiene relación con la seguridad y la calidad de
vida dentro de una comunidad mayormente pobre y aislada.
Alguna vez, durante
el gobierno del Intendente Fabián Zorzano se pasaron por alto todos los
protocolos y reglamentos nombrando a modo de excepción y como Directora de
Deportes de El Perdido a la tristemente célebre Valeria Schechtel, cargo
fabricado a medida de dicha persona so pretexto de una necesidad reclamada por el
pueblo (¿?), para luego extender el privilegio con subsidios directos e indirectos a
favor de su clan. Partidas que nadie observó como despilfarro. Aquella
experiencia ominosa puede tomarse como ejemplo para entender que en política
todo se puede hacer si justificamos plenamente cada decisión con racionalidad. No me voy a extender sobre el tema, todos lo lectores saben lo que pienso sobre este perdón colectivo y político que el pueblo le regaló a su médico de cabecera.
Volviendo al punto. Si con la Escuela
Nro. 34 de Coronel Dorrego se fracasó so pretexto de una muy útil ausencia de
matrícula a favor de un negocio amigo, no tenemos muchas esperanzas, pero quién sabe,
es un año electoral y acaso posterguen la cosa unos meses para pensar alguna
solución consensuada. Es el huevo de la serpiente, y su maligno y apático veneno
social; sin recursos, en una localidad que expulsa a los jóvenes es muy injusto
exigirle a ese voluntario que deje de vivir su vida, aunque sienta la vocación.
Acaso lo que deberíamos pensar es que su altruista vocación merece por sobre
todas las cosas una vida digna.
De aquí en más, desde la oficialidad, todo será
excusa y perorata "eufemística". Lo real es contar con disponibilidad de recursos económicos para
tener recursos humanos. Acaso existen figuras intermedias aún no pensadas, tal
vez la creatividad todavía no ha tocado timbre en la puerta de las casas donde
viven los que deben tomar las decisiones. Sería demagógico proponer desde esta
humilde página, como conjetura, que traslademos la lógica del voluntariado a
los integrantes del HCD, personas todas con ingresos firmes en cada una de sus
profesiones o mejor bajemos su número a 8 y el monto anual excedente se
traslade a bomberos. Pero que va, más allá de que pensemos que los muchachos que
componen la brigada valen para nosotros, por su actividad y función social,
mucho más que varios de nuestros concejales y funcionarios son estos quienes
nos pueden y deben resolver la ecuación.
A incendiarse a otra parte!! si hay fuego que no se note y al que no le guste a repinporotear en el calabozo dijo el comesario.
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