Una
certeza dominaba lo que David Viñas entendía por literatura: la certeza de que
lo que alguien escribe lo escribe solo, la certidumbre de que la literatura
existe porque el escritor habla una lengua personal que lo individualiza y lo
inscribe en un campo de fuerzas. Escribir, sabía y transmitía Viñas, es la
posibilidad más íntima de un sujeto, algo que, como morir, nadie puede hacer
por mí. Para el autor de Literatura argentina y realidad política,
libro que inauguró la crítica literaria contemporánea, la política de la
crítica era antes que nada una política de la lengua que buscaba liberar la
palabra auténtica y única del estilo de entre los pliegues de lo dicho. Atento
a los detalles microscópicos, Viñas hacía hablar a los textos por medio de esa
puesta en escena llena de gestos crispados y remates teatrales que era su
enseñanza. Un ejemplo: rescatado por el ojo clínico de Viñas, el gesto de
Sarmiento de estirarse nerviosamente el frac con París a la vista se ha vuelto
inolvidable. El detalle encarna toda una constelación de sentido: las
fervorosas carencias de escritor pobre, el provincialismo, la cortedad, la inadecuación
del escritor argentino frente a Europa. Lugar de la verdad y la significación,
miniaturas como éstas hacen que se sienta “la proximidad constante del autor,
es decir, que un estilo se personaliza a través de un cuerpo y la literatura se
encarna en una dimensión concreta”. Entonado por Viñas, Sarmiento, uno de esos
sujetos liberales cuyas contradicciones alimentaban sus arrebatos retóricos, se
vuelve una voz que “cuchichea, rezonga, murmura proyectos o nos codea” y, entre
el cuerpo y el lenguaje, “nos permite intimar con él”. En este sentido, Viñas
ha pasado a nombrar un corte, un tipo de insumisión, un acontecimiento dentro
de los modos de leer y de entender la literatura argentina que se repite cada
vez que un texto se convierte en documento de barbarie, desgarrado entre lo que
las palabras dicen y no dicen, entre lo que muestran y ocultan, entre lo que
pueden y no pueden decir.
Por Fermín
A. Rodríguez
Cuando la
intelectual de la Alianza tuvo que huir humillada. Conmigo no Beatriz, pensó el enorme David.. Para recordar, ponerse de pie y aplaudir hasta que las manos sangren de dicha..
Ahora esta de moda en el fbook y otras redes poner una foto y pintar un sentimiento que representa , por ejemplo poner un mono con cara de desahuciado y agregar el texto “cuando el bondi paso’ de largo “
ResponderEliminarYo llamaria a este tape : cuando Vignas pateo’ el corner con un disparo alto , fuerte , certero, furibundo , de esos que se especializan equipos europeos del norte que cuentan con altos gigantes, de esos que aunque uno tenga un balde en la cabeza , con solo llegar la pelota tomara con violencia su curso descicivo hacia la meta final en la red. Entonces cuando el ejecuto el tiro de esquina y al mirar la trayectoria se da cuenta que esta en un equipo de enanos y que ninguno va a poder aprovechar la oportunidad. La primera una tal Sarlo se piro no bien salio el corner , declarando en los vestuarios “para que saltar si no llego”.
Los otros no admiten que son enanos y le echan la culpa al que disparo “ehhe adonde patias’ animal”