ENTREGÁ EL CHUPETE, Y TENDRÁS UN JUICIO JUSTO... por Osvaldo Fernández Santos, Psicólogo – Psicoanalista para La Tecl@ Eñe
Triste presente el de una
sociedad que desprotege y castiga a los más vulnerables. Las propuestas
sincrónicas de desatender a los ancianos y perseguir a los niños desamparados,
es un cóctel añejado del capitalismo, hoy preparado y servido desde un programa
de Excel.
El pragmatismo inmoral como filosofía política, sacrifica en el
altar de la hipocresía de la conciencia del buen ciudadano -formateada por los
medios concentrados de “información” y los memes de los trols-, los residuos de
las clases sometidas, los viejos que dependen del Pami y los pibes que
sobreviven en la inmediatez del día a día, en un país atendido por quienes se
creen y hacen creer que son sus dueños.
El vampirismo oligárquico mientras succiona la sangre de los
trabajadores, con la redistribución regresiva del ingreso más brutal e
inmediata de la historia del país, necesita ofrendar pan y circo, pero siempre
le urge más sangre. La obtenida por la confiscación de los medicamentos de los
abuelos es desvitalizada, raquítica en términos económicos duros, pero aporta a
la perinola de la clase dominante, que cuando la hacen girar están tranquilos,
porque saben que todos los laterales dicen: “toma todo”.
En el pan y el circo se cristaliza el riesgo de la
desubjetivación. La revitalizada compulsión a la repetición noventista, apunta
en esta escena, al proceso de desmantelamiento de la subjetividad. La propuesta
inmoral de bajar la edad de imputabilidad, conlleva el principio de lo
supuestamente conveniente por sobre los valores de la solidaridad y cuidado de
niñas y niños, básales de la cultura. En el origen de toda cultura, a partir de
la irreductible asimetría de poderes existente entre adultos y niños, opera la
pautación que interdicta la apropiación de los cuerpos de los niños por parte
de los adultos. La humanización es inherente a la praxis de la responsabilidad
por parte de quien detenta el poder ante el otro indefenso y/o dependiente,
ninguna ley ética puede invertir el orden de la asimetría estructural y
penalizar al niño por la falla del adulto.
Blandir de modo mágico-demagógico-cínico la baja de la edad de
imputabilidad a los 14 años, para enfrentar la problemática de la
“inseguridad”; parte de dos supuestos siniestros: 1) Que sus mentores realmente
crean en dicha solución, y/o 2) que se encuentren convencidos de que la medida
goza de consenso social, el cual con anterioridad, alimentaron con la
amplificación mediática al infinito del accionar de “los pibes chorros” y ahora
asesinos. Ante la proposición abyecta de criminalizar aún más la infancia, y
antes que el furor punitivo se extienda hasta solicitar la entrega del chupete
del “delincuente prematuro”; resulta necesario refutar la lógica pragmática que
sostiene el primer supuesto, enfrentando las nauseas que provoca tener que
hacerlo.
Desde hace 20 años me desempeño como perito psicólogo en el Poder
Judicial de la Provincia de Buenos Aires, durante los últimos cuatro, en el
Cuerpo Técnico Auxiliar (CTA) del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil, en un
departamento judicial que concentra uno de los índices más elevados de apertura
de causas penales juveniles. Durante ese período, trabajé en forma
absolutamente dominante con jóvenes pobres, con una sola excepción. La
abrumadora mayoría de los evaluados fueron jóvenes inculpados de cometer
delitos contra la propiedad. En dos oportunidades intervine en casos de
lesiones (daños a un tercero), en ambas ocasiones fueron debidas a peleas
callejeras. Evalué solo un niño inimputable (menor de 16 años). En forma predominante
los jóvenes peritados recibieron diversos maltratos por parte de la policía y
fueron alojados en comisarías (circunstancia prohibida por la ley 13.634, pero
de práctica corriente).
Intervine en el transcurso de
estos cuatro años, en dos casos de homicidio. El párrafo aparte es ex profeso,
a buen lector poca aclaración. Uno de ellos se trató de un adulto de 28 años,
que llevaba 11 años detenido, y fue condenado por participar en un robo cuando
contaba con 17 años de edad, en el cual fue asesinada una persona por parte de
un adulto co-autor del acto delictivo. El otro caso de homicidio, se
correspondió con un joven de 16 años, de clase media-alta, que al procurar
sacar del garaje el auto de los padres, mató a una mujer que pasaba caminando
por la vereda de enfrente. Este adolescente es el único caso de los que evalué,
donde la policía le brindó contención, y le ofreció ayuda psicológica. Nunca
estuvo detenido.
Un modo de dimensionar la incidencia de los delitos cometidos por
los jóvenes respecto del delito general, es la situación desencadenada en el
ámbito del poder judicial respecto de la evaluación de los niños y niñas
abusados sexualmente. A partir de la ley 13298, se solicitó que los niños y
niñas presuntamente victimizados sexualmente por adultos, fueran evaluados a
modo de colaboración en los CTA. Durante el año 2016, el 80% de las pericias
que produje fueron sobre causas de abuso sexual correspondientes al fuero penal
de adultos. Es decir, que la comparación de todos los delitos cometidos por los
jóvenes infractores contra el delito único de abuso sexual perpetrados por
adultos, arroja una relación de 2 a 8.
El método inductivo nunca puede generalizarse en modo automático,
no obstante, la casuística obtenida en mi praxis pericial, coincide con los
informes realizados por la Comisión Provincial por la Memoria en base a datos
aportados por el monitoreo exhaustivo llevado a cabo por el Comité contra la
Tortura, el Grupo de Estudios sobre el Sistema Penal y DDHH y el Observatorio
de Adolescentes y Jóvenes del Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias
Sociales de la UBA; estadísticas de la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia; e
investigaciones de campo. En dichos informes se da cuenta que los delitos
cometidos por jóvenes representan un 4,2 % respecto del total de los delitos; y
que de ese 4,2%, solo el 0,6 % se corresponde con homicidios consumados por
jóvenes y/o con su participación.
Ojala el poeta tenga razón y el tiempo esté a favor de los
pequeños, de los desnudos, de los olvidados, y a favor de buenos sueños; porque
en el presente la esencia de la ternura como principio humanizante está en
riesgo.
Anexo:
La Carta Robada del Polaquito:
Reclutamiento policial y juego electoral sobre la infancia
diezmada por Julian Axat, defensor penal juvenil, poeta y abogado
Comentarios
Publicar un comentario