En la Argentina, la deuda, ha funcionado como instrumento de sojuzgamiento del futuro generacional Los nietos de Antonia o el peso de los muertos Por Julián Axat, Abogado y escritor para La TEcl@ Eñe
La colocación de bonos a un
plazo de 100 años pesará sobre las espaldas de las futuras generaciones, en
nombre de las decisiones de las generaciones actuales que rigen la política y
que entonces serán cadáveres, escribe en esta nota Julián Axat .
El Gobierno Nacional anunció
que colocó bonos por US$ 2.750.000, con una tasa del 7,9%, el cual será
pagadero en los próximos 100 años. Es decir, una vez más, la deuda a futuro
pesará sobre las espaldas de las futuras generaciones, en nombre de las
decisiones de las generaciones actuales que rigen la política y que entonces
serán cadáveres.
Como dicen J. M. Buchanan y R. A. Musgrave en su
trabajo «Teoría de la Deuda Pública», la financiación mediante deuda
traslada el peso de la carga sobre generaciones futuras. Un país que
financia el gasto a través de deuda pública carga sobre su juventud, e incluso
sobre los ciudadanos futuros. Es el peso de gasto presente. Es la deuda
generacional. Según estos autores, un Estado responsable y moral, sería, en
definitiva, aquel Estado que no compromete a sus nietos mediante deuda. Pues,
no sería justo exigirle a la próxima generación el pago correspondiente a los
impuestos que estas nunca contrajeron. Hablamos del derecho constitucional a la
libertad y a la soberanía de un país, para que las futuras generaciones puedan
vivir en paz y plenitud.
En la Argentina, la deuda, ha funcionado como instrumento de
sojuzgamiento del futuro generacional, y ello es verificable desde el primer
empréstito con la banca inglesa en 1824, transfiriéndose como empréstito a la
generación del 50 y del 80, y así entre generaciones –al igual que en el caso
de ayer!- a siglos de distancia. Los ciclos de endeudamiento con la banca
extranjera tienen la especial característica de que la deuda no se capitalizó,
y fue utilizada para enriquecer a una clase social mediante fuga de capital.
Esto se ha hecho incluso mediante guerras o represión. Con estos antecedentes,
todo indicaría que una nueva toma de deuda a cien años y a semejante tasa de
interés, sería para generar nuevas bicicletas financieras, y no para
transformar la economía real.
Solo los gobiernos populares en la historia de este país,
disminuyeron el peso de la deuda sobre las futuras generaciones (Irigoyen,
Perón, Cámpora, Néstor y Cristina Kirchner). El resto la acrecentó en nombre de
la recuperación económica que no existió. El problema es que, en la Argentina,
la deuda que transfiere abultada a las nuevas generaciones es "sin
beneficio de inventario". La deuda es una carga-herencia como peso
insoportable de los adultos a los niños, de los viejos a los jóvenes, de los
muertos a los vivos, y así…. Y además, de deuda privada pasa a ser pública, o
de deuda provincial a nacional, todo ello con jugosas (ilegales) comisiones e
intereses de Bancos e intermediarios, por no hablar de intereses punitorios.
Por otra parte, la transferencia supone reciclados generacionales: tomar deuda
nueva, para pagar vieja deuda durante ciclos continuos.
"La
deuda es una carga-herencia como peso insoportable de los adultos a los niños,
de los viejos a los jóvenes, de los muertos a los vivos, y así…. Y además, de
deuda privada pasa a ser pública, o de deuda provincial a nacional, todo ello
con jugosas comisiones e intereses de Bancos e intermediarios, por no
hablar de intereses punitorios. Por otra parte, la transferencia supone
reciclados generacionales: tomar deuda nueva, para pagar vieja deuda durante
ciclos continuos."
Yo nací en 1976. Mi generación es hija de la deuda contraída
ilegalmente por el genocidio instaurado por entonces y denunciado
históricamente por Alejandro Olmos: declamado en una sentencia que no se
cumple, pero que hoy lleva su nombre, y habla de deuda ilegítima, ilegal,
inmoral, contraída a sangre y fuego sobre los cuerpos que no aparecen. Yo hoy
tengo 40 años. Mi generación, además de cargar con los muertos, paga aquella deuda
contraída en forma espuria. De la misma forma se acumulan los servicios de
deuda a los nacidos en los 90, quienes –aun cuando sufran las condiciones
económicas actuales- pagan el fabuloso e ilegal Megacanje que –a través del
actual presidente del BCRA- blindó a De la Rúa, antes de salir con el
helicóptero allá por diciembre de 2001.
Siguiendo este razonamiento, si la deuda pública supone una
transferencia de carga financiera sobre las generaciones futuras; entonces los
nietos del actual presidente serán deudores de tal transferencia, pues en nada
se diferencia de futuros niños ciudadanos dependiente del presupuesto general,
por lo que deberán pagarla cuando sean adultos, como generaciones del futuro.
Me pregunto, aún así para los hijos o nietos de Antonia: ¿por qué razón tendrán
que vérselas con semejante deuda? Seguramente los hijos de Antonia no tendrán
problemas económicos en el futuro, pero en algún punto será tan deudora como
cualquier otro niño que hoy tiene su misma edad y vive en otro estrato social.
Es esta tradición que legan las generaciones muertas la que
oprimirá como una pesadilla el cerebro de los vivos. El problema son los no
nacidos y la deuda en su sentido simbólico general; a ellos los esperará
la sombra o espectro hipotecario sobre sus espaldas. El peso de los muertos.
Par ellos serán las cuitas pagaderas a cien años. “Que los
cadáveres no sean preparados para el banquete por pedido de la Usura...”,
decía Ezra Pound en un poema. En el futuro Argentino, el banquete ya parece
estar servido.
Fuente:
La Plata, 21 de junio de 2017
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