Se afirma que un
lobotomizado es aquel que presenta extremas limitaciones intelectuales y que
por ello se manifiesta mayormente alienado, extraviado, con una marcada
tendencia a desentenderse por desarrollar ideas u opiniones propias. Algo
similar a poseer un encefalograma raso. Este es uno de los términos que en la
actualidad ha trocado desde la medicina hacia el lenguaje social común. Lo
cierto es que científicamente la lobotomía ya no se practica más desde hace
varias décadas, los últimos antecedentes datan de fines de los sesenta debido a
que, pasado el tiempo, se comprobó que un alto porcentaje de pacientes no solo
no mejoraba su cuadro mental sino que además empeoraba teniendo que recurrir a
fármacos antipsicóticos. Ergo, un lobotomizado tiende a la psicopatía, cosa que
en nuestro presente resulta redundante mencionar.
Se cuenta que por
años esta operación cerebral, básicamente apuntada a la extirpación de las terminales
nerviosas cerebrales fue muy utilizada tanto por Hitler como por Stalin
aplicándola a conjuntos sociales de sus mismos pueblos. Primitivamente y
mediante la aplicación de electrodos en las sienes, con una sesión alcanzaba
para que en pocos minutos una persona, firmemente sujetada, se convirtiera en
un ser absolutamente subsumido e inofensivo. Menos de cinco descargas eléctricas
eran suficientes para producir las convulsiones necesarias y un estado óptimo
de anestesia de forma tal el cirujano, en pocos minutos, concluyera cortando y
extirpando los lóbulos de la zona frontal mediante una leve incisión bajo las
cejas. Se estima que por entonces un especialista podía hacer de quince personas
quince idiotas en noventa minutos. Hoy una emisión televisiva logra dicho
objetivo multiplicando cuantitativamente y de manera geométrica su efecto.
Esta herramienta
científica y política de dominación se fue apagando paulatinamente al
comprobarse la enorme eficacia que tiene la mass media en función de dicho
efecto cuantitativo y su relación con los costos, incluso en los primeros
tiempos todavía no vislumbraban las ganancias que se podían obtener con esa
fórmula de paciente cautivo. Hoy existen
miles de lobotomizados por el engaño, personas cuya ignorancia es muy bien
aprovechada por el poder lobotomizador.
Ya dijimos que la lobotomía
fue un procedimiento quirúrgico que tenía como objetivo la destrucción de las
conexiones nerviosas del lóbulo frontal a través de los conductos lacrimales,
generalmente pacientes agitados, a los cuales se les introducía un bisturí por
el espacio lacrimal hasta el lóbulo frontal, para luego mover ese bisturí en
péndulo, hasta desconectarles ambos lóbulos frontales. De este modo quedaban
efectivamente adormecidos y subsumidos, aunque con el siguiente correlato:
· Desinterés, pereza,
falta de iniciativa
· Desprecio por el
análisis y el pensamiento complejo
· Incapacidad para
planear
· Perdida de empatía
social
· Incapacidad de
proyectarse
· Vida rutinaria y gusto
por hacer siempre lo mismo
· Incapacidad para aprender
nada nuevo.
Una persona
lobotomizada por el sistema lobotomizador, profesionales en la materia, no
tiene retorno como ciudadano sentipensante ya que al ceder su voluntad ha
terciarizado sus capacidades deductivas e inductivas para poder entender su
pasado, su presente y su futuro. Es un residual con fines determinados muy en
sintonía con los objetivos planificados por el establishment corporativo. Acaso
Fukuyama soñaba con una sociedad lobotomizada y de ese modo establecer una
pista de aterrizaje cómoda para imponer su tesis sobre el fin de historia y de las
ideologías. Lo cierto es que aquello que no logró el malo de Francis, desde la
dialéctica y la ciencia, lo está logrando la mass media en la praxis, sin
anestesia y sin cirugía, y con grandes rentabilidades PPV...
Un último detalle.
Así como la traición no ha vencido en el mundo ya que su significado sigue
siendo despreciable – es decir los traidores no han logrado banalizarla -, el
lobotomizado hoy no tiene status de víctima, ese supuesto paciente enfermizo de
antaño es en la actualidad el soporte imprescindible del sistema. En la
actualidad el lobotomizado, al igual que el traidor, escoge serlo, de manera
que en lo personal no le tengo la menor pena, en todo caso, por el daño de
causa, es necesario combatirlo como al propio lobotomizador..
En1970, Amanda Feilding, una inglesa de 27 años, se hizo a sí misma un agujero en la zona frontal de la cabeza con la ayuda de un torno eléctrico de dentista. El orificio craneal le permitiría alcanzar un nivel de conciencia superior, Los neurólogos modernos indican que este tipo de intervención carece de fundamento médico, resulta muy peligrosa y no pasa de ser una forma de automutilación.Sin embargo miles de personas visitan su sitio en Internet para solicitarle cómo contactar con un cirujano que realice este tipo de operación.Como estrategia para combatirlos en su momento(siglo V) el General y teorico de la Guerra Sun Zi organizo una marcha de apoyo al Regimen de turno en una calle sin salida.La gran mayoria fallecio en la tragedia por aplastamiento y asfixia
ResponderEliminarExcelente.
ResponderEliminarJorge
Brillantes, Gustavo y Javier Miro. Saludos.
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