A propósito de Felipe y del fallo que avala la actuación del INDEC en tiempos de Cristina, un moderno Macchiavello afirmaría: El fin justifica “A” los medios
... esto nos lleva a la conclusión lo fáciles que somos como sociedad... Debe ser por eso que la complejidad y el pensamiento crítico tienen mala prensa...
Uno tiene la
extraña sensación cuando escucha a los periodistas y a los políticos alineados con el
oficialismo que al exponer sobre la realidad y el Gobierno Nacional lo hacen
hablando de ellos mismos. La imaginación, la ficción y la fábula sólo pueden
provenir de un segmento extremadamente subjetivo que poseemos en nuestro
interior. Creaciones propias a partir de íntimos “infiernos” diría un escritor.
Un doble mecanismo labora en la cuestión: los deseos personales para que
determinados eventos ocurran del modo deseado y nuestras propias conductas
individuales, vale decir, lo que nosotros somos capaces de fantasear es muy probable
que en algún sitio de nuestro subconsciente veamos como potable de realizar.
Muy a pesar de la realidad los antagonismos suelen exhibir imágenes difusas,
por lo cual tranquilamente se puede afirmar que una Presidente elegida por el
55% de la voluntades en comicios libres y democráticos se transforme en
autócrata (persona elegida por ella misma), y como tal en dictadora, sólo
porque así deseo pensarlo, más allá que todos los elementos insistan en
mostrarnos que no es así. La historia de la humanidad está plagada de mártires,
víctimas de la subjetividad, damnificados por ficciones y deseos de terceros,
de modo no nos puede causar sorpresa la estigmatización recurrente en la que
caen nuestros adversarios centralizados, cual fundamentalistas, en la figura de
nuestra líder.
Si de ficciones
hablamos cualquiera tiene derecho desde el arte a elaborar creaciones propias.
En lo personal valoro por sobremanera dicho género literario y más cuando de
notables plumas se trata. El problema radica cuando el análisis político,
económico y social comienza a confundirse con tan ilustre sendero poético.
Dicho de otro modo, cuando se le pretende dar a la ficción entidad de realidad
y por ende de certeza histórica. Lo que sospechamos a partir de nuestro
imaginario lo trasladamos como hipótesis, de ese modo su publicación
editorializada comienza a formar parte de la opinión pública simplemente porque
tuvo la oportunidad de ser divulgada en medios de difusión masivos.
Si Thomas de
Quincey hubiera publicado su extraordinaria novela Del Asesinato Como una de
las Bellas Artes en un suplemento policial cual si fuera una editorial seriada,
es muy probable que parte de la opinión pública le hubiese otorgado al texto
rango de apología y de ese modo su temática ostentaría en el presente un falso
velo de hipótesis. “Eso de matar encerraba por entonces cuestiones
artísticas nada desdeñables”. De todos modos nada nos hace pensar que si
tal cosa lindante con el absurdo se daba, millones de desprevenidos
podrían llegar a consentir en la actualidad que en el Reino Unido de principios
del siglo XIX tal cuestión era aceptada socialmente. Por suerte el notable
autor Inglés nunca creyó que su ficción formaba parte de la realidad tangible.
Si de su realidad como artista, no como ensayo social.
Hoy notamos que
mediocres escritores, sumamente imaginativos pero bastante desdeñables desde la
prosa, nos presentan sus cavilaciones internas con formato de ensayo, y no
desde la ficción. Publican sus libros y sus textos en los suplementos
políticos, sociales o económicos de modo presentarlos como testimonios de la
contemporaneidad, simples conjeturas personales que deberían participar de
antologías literarias y no formando parte de apéndices analíticos.
¿A qué o a quién
responsabilizar de tal situación, de tal confusión?
En primer lugar
otorgarle cierta responsabilidad a nuestra cultura judeocristiana sería un buen
comienzo. La Biblia es un buen ejemplo del asunto. Texto cuyas historias tienen
entidad de documento taxativo. Tanto el nuevo como el viejo testamento
contienen asertos que muy difícilmente ingresen dentro de los senderos de la
refutación y el debate desde la historicidad aún a instancias de párrafos cuya
verosimilitud resulta del más burdo imaginario. De modo que culturalmente
estamos predispuestos para aceptar fraudes intelectuales como cuestiones
fehacientes. Si es posible aceptar mansamente la virginidad de María o que un
hombre con sólo elevar un báculo hacia el firmamento posea la potestad de
separar las aguas de un río, cuántas razones culturales habría para no asumir
que mediante la falacia y el embuste es posible construir a un demonio
contemporáneo. Podría afirmarse que una buena parte de nuestra estructura
intelectual necesita del embeleco engañoso para sobrevivir, para convencernos
de nuestro propio imaginario. Acaso que otra cosa encierra la fe. Diezmo
mediante, es posible construir a partir de la debilidad, del amor, la carencia,
el odio, el sectarismo, la discriminación, el fanatismo. Durante la Edad Media
y parte del Renacimiento, estamos hablando de varios siglos, la Inquisición no
sólo fue un sujeto religioso sino además un sujeto político que estableció un
relato satánico hacia todo aquello que no estuviera dentro de los cánones
vaticanos. Solamente algunos pocos
artistas y científicos trataron de sobreponerse a tal oscurantismo. El precio
pagado en vidas fue elevadísimo debido a que la política estaba en consonancia
con el relato instalado por el poder real.
Otra parte de la
responsabilidad la tienen los editores de los medios de comunicación. De alguna
manera ellos son los que determinan que ciertos relatos de ficción ostenten
entidad editorial. Esa extraña miscelánea que implica la construcción de un
imaginario para favorecer propios intereses. Manejar la información, acaso
crearla, escindir la parte que me desvela porque el todo que me incomoda, o
directamente mentir, lo que vulgarmente se llama operar.
Hoy podemos
ejercitarnos a través de los antecedentes profesionales de cada autor y de cada
medio; y aquí nos cabe una buena parte de responsabilidad. La verdad y la
mentira están al alcance de la mano, ni siquiera debemos ir tan lejos en el
tiempo; sólo estamos obligados a ejercitarnos en la lectura de esos mismos
relatos para hallar las muescas que irrefutablemente marca la tangible
realidad. Y no hablo de contradicciones, hablo directamente sobre cuestiones
inexistentes que originaron delicados conflictos que en algún caso intentaron
condicionar y hasta conspirar contra el mismo contrato social: La Democracia.
La incidencia de la
opinión publicada en la opinión pública no se puede minimizar, lo que
automáticamente debería determinar que los receptores eleven sus defensas a
partir de ese fundamental ejercicio. En el año 2011 fracasaron de cabo a rabo
montados en el éxito del 2009. Temo que en su oportunidad el antagonista
subestimó al pueblo reiterando recetas. Sospecho que aprendida la lección
intentarán modificar las estrategias comunicacionales, cuestiones que estamos
percibiendo con una crudeza inusitada. Si bien las ficciones planteadas son las
mismas, los modos y las formas han potenciado sus signos de virulencia.
Un sistema
electrónico, para poder funcionar eficientemente, necesita que cada componente
reciba los impulsos y la información adecuada para cumplir con su rol dentro
del mecanismo. A la par cada microelemento tiene sus capacidades de reacción
ante la contingencia; la verdad tecnológica, si se me permite la desmesura.
¿Qué ocurriría con ese mecanismo si comenzamos a incorporarle elementos
fraudulentos, ficcionales, engañosos? La respuesta cae de maduro. No
funcionaría o en el mejor de los casos operaría durante un tiempo hasta que las
demás piezas de entramado mecánico se vean afectadas.
Algo similar ocurre
con el sistema democrático y lo vemos claramente en varios países europeos. La
falacia mercantil y financiera están incorporadas al mecanismo social por medio
de la ficción mediática, de ese modo las personas no escogen en función de sus
propios deseos, lo hacen a favor de un sistema que privilegia intereses
corporativos, muy alejados de las necesidades colectivas.
Sobre la base de lo
dicho ¿Cómo distinguir a un analista de la realidad honesto intelectualmente,
que dice desde dónde habla, por sobre los encantadores que editorializan deseos
propios?
Como primer
ejercicio si deseamos acercarnos a la verdad resulta inevitable como receptores
despojarnos de nuestros propios deseos. Eso no implica abandonar las
subjetividades. Todo lo contrario. Este sencillo ejercicio no evitara caer en
las redes de las ficciones que generan los deseos ajenos. Si en la coyuntura se
afirma que se acabó la fiesta y nada será como fue hasta el 2011, qué era lo
que criticaba entonces: ¿El incipiente proceso industrializador, la AUH, la
distribución de la riqueza, la nacionalización de los fondos de pensión, la
recuperación de YPF, la inclusión de los sectores más postergados, los aumentos
bianuales de las jubilaciones y pensiones, las paritarias? Justamente
cuestiones que en el marco de la coyuntura internacional son instancias que
indudablemente menguan el impacto de la debacle.
Tanto nosotros como
los Gobiernos, en todas sus
jurisdicciones, merecemos que los análisis políticos se construyan a
partir de la realidad y no de la ficción. A los poderes en ejercicio les será
de utilidad para corregir sus erratas y pendientes, a nosotros para comprender
que la vulgar linealidad conceptual conspira contra el colectivo. La facilidad
es mala novia, de modo que otorgarle crédito a todos aquellos que simplifican
la coyuntura proyectando sus propios deseos es, fue y seguirá siendo
responsabilidad nuestra.
Para finalizar una
breve reflexión: Como las viudas
negras te sedujeron con sus sofismas y falacias. Caíste en la red, les creíste
y ahora resulta que no solo la metodología utilizada para medir el IPC, la
inflación, ligada al CER, durante la gestión Moreno, no merece objeciones sino
que además este fallo beneficia enormemente al actual gobierno, cuyos
integrantes motorizaron la mentira tejiendo esa telaraña. Estás a punto de
sentirte un boludo por milésima vez en un año y medio, sin embargo eso no te
hace mella ya que está en tu naturaleza biológica ser carne de caníbal.
Aquí la crónica
sobre el fallo:
Las offchores y curros
ResponderEliminarjuatifican los medios periodisticos y mucamitas judiciales!!!!!