Entrando al siglo
XXI después de Cristo éramos un agujero con forma de mapa, un conato de
país que milagrosamente conservaba sus nueve letras del apellido. Este
entretenido sitio había sido “rifatizado” con el fervor de la impunidad,
saqueado más adentro que desde afuera, entregado obscenamente, loteado al peor
postor en sus reservas energéticas, donado a rajacincha. Un poco más atrás,
hacia mediados de 1976, este sitio fue desangrado, violado en sus vidas y en
sus muertes al compás de una complaciente indiferencia civil, empresarial,
ruralista, mediática, eclesiástica, indiferencia que por extendida y general ni
disminuye un gramo en su criminalidad. El caso es que la violación de vidas y
muertes no fue suficiente, encima se robaron criaturas desde la placenta, por
cientos se las robaron. La cuestión es que aquí no quedaron ni los mástiles,
desgracia con suerte, acaso aliviadora ¿Qué bandera hubiéramos izado?...
Aquí hay un emporio
derechas y una manga de izquierdas, pero con una diferencia capital: las
derechas son opciones camufladas en los grandes partidos. Hay derechas
explícitas y derechas que no lo parecen. Estas y aquellas tienen un rasgo
sólido en común: siempre se juntan, no descansan, ni en los días de guardar, y
guardan siempre.
En cuanto a las
izquierdas de la Izquierda: decir que esto es un archipiélago resulta en el
fondo una especie de autoelogio. Observando la implacable coherencia de Bayer
podemos advertir que aquí, a lo largo de décadas, las izquierdas han insistido
en confundir estribillo con ideología. Entre la vanidad y el capricho, cada
brote de izquierda o de progresismo se autodecapita antes, mucho antes de
despuntar y probarse en gestión concreta. La pavorosa capacidad para el
suicidio temprano hace que las izquierdas de esta presunta izquierda nacional
no necesiten de enemigos. Al enemigo, vuelta a vuelta, le ahorra el trabajo. En
realidad nuestras izquierdas no mueren jóvenes ni niñas, no pasan del conato,
del presentimiento prenatal, son esquirlas de un cascote inocuo, esquirlas de
ética intermitente.
En cambio Bayer ha
hecho una ética de la ideología, moral que aflora constante y porfiada en sus
escritos y en su hacer.
Sucede que
padecemos por estos tierras una suerte desertores que sin embargo se las
arreglan para figurar y estar al frente de los canto de utopía. Ya no se puede
juzgar más a la piedra ni perdonarle nada, basta de echarle la culpa de la
pedrada. Pienso y siento que muchos menos que pocos pueden afirmar por la
mañana “yo soy de izquierda”. Eso “soy de izquierda” sólo se puede sostener al
final del día, después de revisarnos la jornada, después de ver qué dijimos con
las palabras y qué hicimos con las acciones, después de ver qué trecho hay entre
nuestros dichos y nuestros hechos…
30.000 compañeros desaparecidos, presentes! Ahora y siempre.
ResponderEliminarAbrazo amigo.
Abrazo Daniel y como podemos observar la lucha nunca termina..
EliminarMe gusta eso que dice Barceli "a lo largo de las decadas han insistido en confundir estribillo con ideologia", me hace acordar a Silvio " Fuera de la vanguardia o evidente panfleto"
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