Juan Eloy Amestoy y Ómar Milano. Historias de la
Resistencia durante la dictadura cívico militar 2da Parte. Sus hombres, sus
mujeres, sus nombres, no deben quedar banalizados a merced de una cortada
pueblerina cubierta de toscas ajenas sembradas por el olvido.
Así
comenzó esta historia:
http://lasbalasdelcampanario.blogspot.com.ar/2015/03/no-todos-los-dirigentes-politicos.html
Ómar Milano
(a) nos cuenta: “Nos reuníamos clandestinamente en la chacra de Juan Amestoy. Ahí
se tramaron muchas operaciones de la Resistencia, y armar el camino seguro para
sacar del país a gente de todo pelaje que estaba en peligro. Muchos de los
exiliados de la UNS pasaron por Monte Hermoso y Guisasola, camino a Tres
Arroyos por caminos de tierra...
Otro artífice
de ese trabajo de hormigas militantes fue el Dr. Rafael Marino. Juancito
Amestoy supo ser concejal en Coronel Dorrego de Nírido Ediberto Santagada
(desconozco las novelas que leían sus padres, digo por los nombres del querido
Doctor). La chacra estaba a unos 5 km. al SO de José A. Guisasola. Por razones
que no escaparán a tu buen criterio, siempre fui allí de noche....
El Dr. Rafael
Marino (a) El tordo, el petiso, o Don Rafa, había sido Diputado Nacional de la
APR. Tenía su estudio en Av. Córdoba, entre Cerrito y Libertad. Al edificio se entraba
oficialmente por Av. Córdoba, pero los de la cofradía entrábamos por una puerta
de servicio sobre Libertad, ya que la entrada principal estaba vigilada. Marino
lo corrió por todo el congreso pistola en mano a Lastiri, hasta que lo alcanzó
y lo "convenció" de velar a Ortega Peña en el Salón de los pasos
perdidos.
Yo lo vi (y
me tocó participar) hacer una sucesión donde todos los herederos estaban en la
clandestinidad. Don Rafa por esos azares de los Colegios de Abogados era
conjuez de la CSJN, y siempre que era necesario "chapeaba" como el
mejor... Da para una larga charla de historias que algún día habrá que recoger
y sistematizar porque la Resistencia a la Dictadura existió y salvó muchas
vidas. Solían participar de esos encuentros el "Tano" Curzi, Intendente
de Punta Alta de la APR, y luego del PI en el´83, el "Panadero"
Moscoso, también de Punta Alta, el Dr. Juan Vera de Bahía Blanca (ex embajador
en Méjico en épocas de Frondizi), el propio Santagada, estaban el Albañil y el
Chiquito, cuadros que también habían trabajado políticamente con Santagada, además
imposible olvidarme del viejo Gasista y su hijo el Plomero. Como verá amigo Sala
aún conservamos los reflejos de la clandestinidad y así como siempre me siento
de frente a la puerta y con la pared a mi espalda, también sigo protegiendo a
los compañeros. El enemigo no ha desaparecido, está por ahí agachado entre los
pajonales, esperando una nueva oportunidad. Está bien que ya somos todos unos
viejitos inofensivos, pero con experiencia....
Es una historia de héroes, militantes comprometidos
que la mass media vernácula ha decidido invisiblizar tomando de ellos sólo esa
cuotaparte que admiten como potable. El Juancito Amestoy Presidente del Club
Progreso de Guisasola, buen vecino, colaborador de las instituciones, altruista
y generoso. Hombre humilde, honesto y siempre dando una mano a quien lo
necesitaba. Ese contaba y cuenta para nuestro establishment evocativo. El
Juancito Amestoy valeroso, corajudo, que jugaba su pellejo y el de los suyos en
tiempos en donde las mayorías dorreguenses festejaban sus bonhomías en las
parroquias y en las fiestas campechanas, en donde el Rótary y la Sociedad Rural
exhibían sus pornográficos manjares con tonos bermellón, apropiándose de cuanta
vida y bienes pudieran, ese Juancito revulsivo y contestatario no tiene lugar
en nuestra historia.
Su chacra oficiaba como parada obligatoria de un
vía crucis sospechosamente inexorable. No eran soldados del emperador los que
rodeaban las desventuras de sus transeúntes, era ejércitos adiestrados por la
CIA, gerenciados por un suprapoder omnímodo, cancerberos de un Hades que venía
a instalar la muerte como savia salvadora. Aún así, y a pesar de los déspotas, nunca
torcieron sus fundamentos y convicciones. A pesar del terror, del pánico y de
las propias debilidades individuales. No tener miedo, en esas circunstancias,
era estar literalmente loco. De aquí que la partida se pueda considerar dentro
de rangos heroicos, sin exageraciones: enfrentar el dilema a pesar de conocer
sus mortales riesgos. En definitiva salvar vidas era el objetivo militante. Cuidándose
de vecinos perversos y colaboracionistas, buchones, correveidiles, charlatanes
y voyeristas oficiales, o simples curiosos de verdulería prestos al chimento
descolgado y prejuicioso.
En ese contexto aún tenemos testigos de aquellas
épicas nocturnidades. Uno de ellos es Ómar Milano (a), prestigioso e importante
analista político y periodista de la contemporaneidad, cuadro activo durante
esos tiempos, militante que todavía conserva su seudónimo cuando de relatar sobre
estos eventos se trata. La maldad de los hombres le ha enseñado que nunca se
sabe en donde se esconde el traidor. Su testimonio nos resulta valiosísimo para
comprender los alcances del plan orquestado por la última dictadura
cívico-militar: El exterminio de los mejores cuadros políticos e intelectuales
que nacieron y se desarrollaron políticamente tras los bombardeos del 55, la
revolución fusiladora, la proscripción del peronismo, la revolución cubana, la explosión
liberadora en África y el mayo francés...
Continuemos leyendo con atención:
Prosigue nuestro distinguido
invitado Milano: “Veo que usted es de Guisasola y que suele escribir sobre
estas cuestiones de los setenta. Le quiero contar sobre él y sobre algunos compañeros
que tuve la suerte de conocer y frecuentar en el fragor que marcó la
resistencia durante aquellos años de dictadura.
Estimado Cumpa Gustavo: Veo
con agrado que una conversación donde surgieron algunos recuerdos, comience a
transformarse en una especie de recopilación histórica de hechos y sucederes
que han permanecido ocultos. Le hablo de hombres sencillos y silenciosos, que
abrían las puertas de sus casas, sin hacer preguntas (una vez verificadas las
contraseñas), de mujeres abnegadas que siempre tenían una olla con sopa a
cualquier hora, y mientras tanto tendían un par de camas para los cumpas que se
jugaban la vida.
Veníamos
de discusiones previas donde algunos habían optado por la lucha armada, contra
los que opinábamos que eso nos llevaría a un desastre peor. Pero no era hora de
reproches ni de resaltar diferencias anteriores. El barco naufragaba y había
que rescatar a los náufragos.
Se
viajaba de noche, por caminos de tierra, había postas, recambios, la salida
había que organizarla, generalmente al Paraguay primero, para pasar a Brasil, o
a Brasil directamente, donde los cumpas que emprendían el camino de "la
beca" (los llamábamos "los becarios") se presentaban en la
oficina de la ACNUR en San Pablo, para luego ya bajo protección de la ONU, con
status de Refugiados, marcharan hacia algún país de Europa que los estaría
recibiendo.
Eran
todos militantes de base, ninguno de "la pesada", tipos que habían
quedado con el culo al aire al pasar la cúpula de Montoneros a la
clandestinidad. Le hablo de docentes, estudiantes, catequistas, trabajadores
sociales a los que les costaba comprender "¿porqué a ellos?"
militantes que solamente habían cumplido con su vocación y su inquietud de
ayudar a construir un mundo mejor a favor de aquellos corridos e invisibilizados
por el sistema. Es importante reconstruir esa parte de la historia no contada,
que viene a romper con el mito de que "en la dictadura toda la
sociedad" se quedó quieta. Mientras como usted bien señala, estuvieron los
Juancito Amestoy, y muchos otros más que a lo largo y a lo ancho del país,
articularon una red de contactos.
El gran
vertebrador y arquitecto, el cerebro detrás de esta operatoria fue Don Oscar
Alende, y la estructura del Partido Intransigente, con el Dr. Marino como una
especie de "oficial de operaciones" y miles de silenciosos
militantes. A nadie se le preguntaba de donde venía, si de la izquierda o de
mas a la izquierda, o menos a la izquierda. Si venía del Socialismo o de los
Grupos de Base de la Iglesia. Sólo era alguien que debía salvar su vida, y que
ponía su vida en nuestras manos (y nosotros en las suyas, ya que se corría el
peligro que se nos infiltrara algún servicio). Afortunadamente no sucedió nada
de eso. Y muchos siguieron y siguen su vida sencilla. Algunos en la militancia
activa, otros retirados.
Otros
como Juancito allí, dejando huellas de su capacidad y su hombría de bien en sus
respectivas comunidades, sin que la historia (hasta ahora) haya descubierto esa
otra facetas, impronta tan enaltecedora como las que se le conocieron
públicamente.
Le
confieso Sala que muchos seguimos utilizando nuestros nombres de entonces, y a
veces, al tocar un portero eléctrico, y ante la pregunta ¿Quién es? usamos
alguna contraseña de las conocidas...
Sobre el
Rafa Marino le puedo contar que era un viejo noctámbulo y tanguero, muy amigo
de Edmundo Rivero entre otras cosas. Un día me avisa que tenía que viajar, yo
por entonces vivía en Tres Arroyos. Me informa que a las 17 horas tenía que
estar en la escribanía “XX” en La Plata, allí me iban a dar los libros de
registro de firmas. De ahí te vas a Huinca Renancó me dijo, donde a tal hora te
vas a encontrar con “ZZ”, otro compañero que anda en un Dodge 1500; el
encuentro debe ser en la estación de Servicio que está “en tal sitio”. Tienen
que firmar y vos antes de las 9 de la mañana debés llegar con los libros de
registro firmados a la Escribanía.... Vos sabés que los libros de registro para
un escribano son casi más importantes que su propia vida, pero esta operatoria
es indispensable para convalidar una sucesión que se tramitaba con los
herederos en la clandestinidad. Esta gente vive en la Provincia de San Luís, y
hay que hacer todo antes de que se "enfríen" los huesos. Perdone que
insista en no darle precisiones sobre lugares y apellidos, no hace falta, cada
quien sabe, lo importante es lo que pasó...
Bueno, el
Rafa era capaz de esas cosas. Yo tenía por entonces treinta y pico de años, y
un 404 GP bastante "tocadito". Cosas que pasaron y que uno ahora no
puede analizar con un criterio de racionalidad....”
Gustavo: Como guisasolense le doy las gracias. No sabía nada de que don Juan se había jugado la vida salvando vidas.
ResponderEliminarGenial el viejo. El último gran Presidente que tuvo Progreso. Y más se agranda su figura al saber lo que usted cuenta. Gracias
ResponderEliminarLos verdaderos héroes. Mi abrazo a todos ellos.
ResponderEliminarNo es por despreciar su blog, pero es una lástima que esto que usted cuenta no tenga la masividad que se merece, sobre todo en Coronel Dorrego. De todas formas lo felicito por hacer lo posible desde su lugar.
ResponderEliminarLo de Amestoy era conocido. Las familias que sufrimos la dictadura lo sabiamos. Lo que pasa es que nunca nadie se atrevio a contarlo. Viva la democracia.
ResponderEliminarEn la vulnerabilidad radica el valor. Saberse vulnerable es lo que le da sentido al valor. Se lo acabo escuchar a Dolina, Me parece que tiene que ver.
ResponderEliminarGracias por este post, Marcelo.
ResponderEliminarGracias a vos Esther por valorarlo. En realidad se lo debemos al Ómar Milano, uno le que simplemente hizo fue escuchar con atención.
Eliminaranonimo de dia 7 - 5.40- No se lamente por no poder disfrutar a Gustavo. Tenemos el privilegio de tenerlo como "colaborador especial " en nuestro programa por LadorregoAM1470- Lo invito a escuchar , empezamos el sabado 11 a las 10,30
ResponderEliminarGracias Gustavo, las almas sensibles no abundan y de alguna manera tener una conexión con una es un bálsamo.
ResponderEliminar"Mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en lugares pequeños, puede cambiar el mundo" (Eduardo Galeano)
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