TEXTO PARA PENSAR: El fin de la izquierda conservadora..por Juan Carlos Escudier para Diario Público de España
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Me tomé el atrevimiento de cambiar
algunos nombres propios con el objeto de colocar la editorial en términos
locales.
Las
palabras son muy importantes. Lo que somos se define con palabras y hasta el
pensamiento de lo que somos está sujeto al relato que podamos hacer de nosotros
mismos. Son las palabras las que moldean el pensamiento y no a la inversa. De
ahí que alterar su significado modifica invariablemente la manera de ser y la
de actuar. De esto ya se ocupó Klemperer en “La lengua del Tercer Reich.
Apuntes de un filólogo” y Orwell en “1984 y su apéndice Los principios de la neolengua”,
aunque para el caso sea más pertinente la declaración de principios de Humpty
Dumpty a la Alicia de “A través del espejo” de Lewis Carroll: Cuando yo uso una palabra quiere
decir lo que yo quiero que diga, ni más ni menos”.
Viene
esto a cuento, y nunca mejor dicho, de los sorprendentes cambios que nuestro
vocabulario político ha experimentado en los últimos años, hasta el punto de
que un buen día el PRO se atrevió a definirse de la siguiente manera: “somos un
partido que levanta las banderas peronistas, el partido de los trabajadores”.
¿Es
el PRO un partido de los trabajadores? Bueno, según se mire. No lo sería hace
cien años, pero para quienes entiendan que el progreso es la globalización, la
liberalización entendida como desregulación y el imperio de los mercados, su
progresismo es incuestionable. Frente a esta idea del mundo se oponía –al menos
formalmente- la de una izquierda que quería conservar el Estado del Bienestar,
los derechos laborales o el medio ambiente. ¿Era conservadora la izquierda?
Absolutamente.
La
derecha se nos hizo, incluso, revolucionaria. Abanderaba cambios radicales en
la economía, denostaba las ataduras de las leyes, usaba términos casi
anarquistas como autorregulación o hacía suyos otros que sonaban condenadamente
bien como flexibilidad. Se atrevía incluso a proclamar no ya el final de las
ideologías sino del Estado, esa vieja antigualla que Grover Norquist, asesor
económico de Bush en 2004, soñaba con jibarizar de tal manera que cupiera en
una bañera para así poder ahogarlo.
La
izquierda se presentaba como algo pasado de moda. Sus teóricos más funestos,
como Anthony Giddens, el inventor de esa Tercera Vía con la que Tony Blair
convirtió el laborismo en una mueca, propusieron subir alegremente a ese carro
de la modernidad que se llevó por delante no sólo un ideario sino también la
propia identidad. Siempre a la defensiva o camuflada entre la propia derecha,
la izquierda acabó siendo irreconocible.
Es
ahora cuando la crisis ha dado la oportunidad de reescribir el adulterado
diccionario que estábamos manejando. La revolución conservadora, la de los
progresistas de derechas y de los reformistas reaccionarios, agoniza. Y es por fuerza
a una izquierda que ya no puede ser conservadora porque apenas queda nada que
conservar, a quien corresponde escribir su epitafio. Tal ha sido la destrucción
de derechos y de valores que todo está por construir.
Son
las fuerzas de izquierdas –las nuevas y las viejas- las que ha de poner en pie
un nuevo edificio, otra arquitectura social que anteponga el desarrollo humano
al económico, el bienestar social al beneficio individual. Hay que cimentar
otra ética y para ello hay que devolver a las palabras su significado original.
Urge articular un nuevo discurso, que es mucho más que una sucesión de
eslóganes huecos en 140 caracteres.
Transformar
el mundo no es cambiar lo inventado por lo imaginario. Para esa izquierda a la
ofensiva vale también el consejo de Curt Riess, posiblemente el mejor biógrafo
de Goebbels: “Si la propaganda logra falsear la realidad hasta el extremo de
crear una realidad distinta; si todas las barreras entre la realidad viva y el
anhelo de unos cuantos individuos dementes se derriban; si los seres humanos
pueden transformarse en autómatas, que edifican y destruyen según la voluntad
de un dictador, o bailan al son de una propaganda a la que ya no se reconoce
por tal, entonces la ‘bomba retardada’ de Goebbels hará explosión”.
Gustavo; los institutos estatales reguladores de la producción (Junta Nacional de Granos, INV, Junta Reguladora del Algodón y de la Yerba Mate y otros que no recuerdo, fueron creación de los Gobiernos Conservadores de la Decada del '30, por inspiración de Federico Pinedo, Ministro de Hacienda de Agustin P. Justo. Y la reactivacion del Instituto Nacional de Colonización, y su espejo el Institituto Provincial de Colonizacion de la Provincia, produjeron la colonizacion de grandes latifundios en fracciones permitiendo el acceso a la propiedad de la tierra de muchos Chacareros. En la zona, la Colonia San Francisco de Bellocq, y la colonia San Juan de Bellocq (conocida como Campo Caride) al NO de Cascallares son de esa época. Creo que me he referido a esas épocas en algunos posteos, y mas extensamente lo hago en el libro "Formacion y Transformacion del Sujeto Agrario" que espero poder editar este año. ¡Mire si no eran "izquierdistas y revolucionarios" nuestros facho-conservadores!
ResponderEliminarEs que justamente el texto de Escudier plantea esas contradicciones en las que solemos caer por no utilizar las palabras como corresponde y por no analizar la realidad política, los paradimas y sus herramientas. No hubo régimen más conservador que el de la Unión Soviética, de hecho los opositores extraditados o exiliados tildaban a Stalin como el haceedor de un modelo conservador. Por eso en 1989 el choque de covilizaciones fue tremendo.
ResponderEliminarLos conservadores de Dorrego crearon inumerables de organizaciones intermedias por fuerza de una lógica progresista que no se podía eludir.
Acabo de terminar Trifolio. Buenísma la novela. El final me mató, nunca me lo hubiera imaginado. Pero es más que una novela erótico-policial. Es la perversión de una época.
EliminarLe agradezco que se interese por mi afición a la literatura. Me pone sumamente feliz su comentario. El link de La Red Mundial de Escritores es un muy buen espacio para los vocacionales que nunca vamos a poder publicar. Ojalá continúe indagando en esta historias. Abrazo
EliminarLas primeras Cooperativas Eléctricas, precisamente son un ejemplo de ese tipo de contradicción. Lo que pasa es que la contradicción semántica ha trocado conservadores en neoliberales sin beneficio de inventario
ResponderEliminarMas en un país como el nuestro en que nadie tiene los huevos de asumir que es de derecha, cuanto mas son de "centro"....
ResponderEliminarEs que también debemos entender que no existe una sola derecha. Existe la liberal, la neoliberal y la conservadora, incluso dentro de esta última existen claroscuros. Y cada una de ellas tiene matices que debemos saber y entender antes de emitir conceptos.
ResponderEliminarPensar que hace 70 años ser conservador era casi un título de nobleza. El caudillo paseando por el pueblo, hacedor de kermeses y verbenas, inauguraciones para el bien del pueblo, los clubes, las bibliotecas, las construcciones públicas faraónicas en donde la mano de obra local era determinante. El conservadurismo y un estado presente para usufructo y privilegio de unos pocos, pero al mismo tiempo un estado presente en donde el inevitable progreso fue fuente de inspiración.