El avance de la democracia ha demostrado que la corporación judicial no era sólo un quiste de la República, sino un absceso.
El
lado útil de la marcha
por el
DR. José Massoni, EX Juez y ex titular de la oficina anticorrupción. Para Página
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Como el próximo miércoles no estamos ante un
homenaje a un funcionario judicial muerto –hasta ahora por desconocidas
razones– sino ante un acto político, me permito examinarlo desde uno de los
ángulos de su beneficio. Mi perspectiva es la de cuarenta años de trabajo en el
Poder Judicial de la Nación, como empleado, secretario de juzgado y de cámara,
fiscal, juez y juez de cámara, enriquecida con la que tuviera desde afuera de
aquél, al pasar al rol de litigante como abogado del Poder Ejecutivo en mi
carácter de titular de la Oficina Anticorrupción desde que se creó, en 1999,
hasta 2003. El 23/9/07, una nota de La Nación calificaba como un “diagnóstico
extremadamente crítico” el realizado en mi libro La Justicia y sus secretos
(Del Puerto, 2007), en el que básicamente postulaba que, mediante
el mantenimiento de las formas coloniales, el colectivo judicial había
conformando una corporación privilegiada, de cuño ideológico y moral
conservador, al servicio de la matriz oligárquica del país y a sus
manifestaciones de poder real.
Era una visión
fortalecida por la práctica como abogado ante la corrompida, arbitraria, menos
que mediocre actividad de jueces federales. En rigor, apuntaba desde varios
años antes. En 1997, siendo juez de cámara en un tribunal oral, el cronista de
La Nación Revista recogía “...el juez Massoni representa, cabalmente, a decenas
de jueces que trabajan en silencio; que han hecho de la honestidad y la
austeridad una especie de culto. El, como tantísimos otros hombres de la
Justicia, es la imagen de lo que bien podría llamarse los jueces del hartazgo”.
Era verdad, una treintena, hastiados de vernos injustamente involucrados en el
descrédito social, un día decidimos actuar en defensa propia, y así surgió
Encuentro de Jueces, un movimiento de jueces dispuestos revertir esa sensación,
o que los hiciera sentir que estábamos haciendo algo para modificarla.
Entonces, en 1994, comenzamos a hacer una especie de centro de reflexión,
encuentros, por así decir, semanales o quincenales. Hicimos pública nuestra
opinión acerca de que era vergonzoso que los jueces no pagaran el Impuesto a
las Ganancias, redactamos el primer anteproyecto de ley del Consejo de la
Magistratura y nos propusimos modificar las estructuras judiciales. Es patente
que no lo logramos y demasiados años han pasado.
Sin embargo, llegaron
los tiempos mejores. El sostenido avance de la institucionalización democrática
ocurrido en la última década, que en el campo judicial ha tenido como última
manifestación el nuevo Código Procesal Penal Nacional y la ley de Inteligencia
en camino de sanción, tiene una potencia democratizadora que la corporación
judicial no puede tolerar. El avance de la democracia ha demostrado que la
corporación no era sólo un quiste de la República, sino un absceso. En estos días
reventó y el miércoles 18 derramará su pus, con sustancia de elementos
ponzoñosos pero también células muertas y fluido inerte.
No es malo para el
campo popular que se muestren tal como son, acompañados no sólo por políticos
oportunistas, sino también por las peores escorias de nuestra sociedad.
El Poder Judicial ha quedado al descubierto .A partir del affaire Nisman su desprestigio ha crecido en forma exponencial.La tarea del proximo gobierno sera sanearlo de raiz
ResponderEliminarRomero Victorica en la marcha.. Cartón lleno
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