NISMAN Y LA PROMISCUIDAD



La promiscuidad del Gorila, la elección no es casual





Nunca como antes se había exhibido de forma tan contundente la promiscua relación entre los servicios de inteligencia, la justicia y los medios de comunicación hegemónicos. Sin apreciar que la promiscuidad es la preliminar de la sospecha como afirmó Valérie Tasso. Una careta más que cae. Todos estamos al tanto, de aquí en más no hay excusas. Nuestro proyecto nacional y popular, escrutador y refutador del establishment, tiene la sutil característica política de obligar a definirse a cada paso y esa exigencia hace que aquellos, muy poco acostumbrados y disgustados por hacerlo, muestren notorias incomodidades a la hora de exponer sus barajas sobre el tapete.
Nadie ignoraba nada y menos los lectores de estos espacios, pero la crudeza de la muerte de un fiscal coloca la cuestión en un lugar ciertamente inédito con relación a las fuerzas oscuras que solían negociar intereses en los linderos del sistema democrático.
La palabra operación tiene por estos días más de un significado, ningún operador puede contar con certezas de no estar siendo operado, de manera que como en toda orgía lo menos pensable es la organicidad del encuentro. Y eso promueve temor, inseguridad, ya que nadie puede garantizarse total impunidad ni está libre de recibir por detrás algo tan inesperado como indeseado.
Ya se sabe que es un juego peligroso al cual poco le importan las víctimas, los grados y las jerarquías, y acaso sea esta la característica más importante en su presente refundación. Y hablo de su refundación política. Nadie podrá ni deberá dudar que estos vicios seguirán conviviendo con nosotros, pero necesariamente tendrán la obligación de reformularse debido a que la política concreta a través del poder popular ha metido su molesta impronta revulsiva. Estas cuestiones sombrías y de acueducto van a tener que desarrollar nuevas sofisticaciones para poder recuperar su tan ansiada ignominia.
Nuestra Presidenta ha incluido a la política pública en un tema hasta ahora vedado, cosa que evidenció en el amanecer del boceto un sospechoso alineamiento opositor para impedir que tal cosa se pueda llevar a cabo. De todas maneras era previsible que los serviles representantes del poder real, disfrazados de republicanos, defiendan con su cuerpo el texto de sus contratos.
El Fiscal Alberto Nisman, ante la encerrona, prefirió no retirarse de la justicia, ni renunciar, ni largar todo e irse a la mierda con sus hijas, su madre y sus afectos, acaso como hicieron otros asqueados por sus mismos dilemas, o como haría cualquier tipo con las prioridades más o menos claras. El Fiscal Alberto Nisman murió, nos dejó tirado su cuerpo sobre el charco de su sangre, y un balazo en la sien como testimonio y explicación, aunque siempre habrá ciegos y sordos, voluntarios adherentes, soberbios gestores del “a mi no me va a pasar”.

Cristina metió a la política pública dentro de un submundo exclusivo y la reacción no se hizo sentir dijimos, fue inmediata, aún sin haber leído ni debatido el proyecto. Cinco minutos antes todo el arco opositor hablaba de hacer algo con el tema. Pasa que como siempre, nuestra Primera y Única Dama los agarró en pelotas, ausentes del instructivo corporativo y con los calzoncillos y bombachas de ocasión luciendo timoratas palomitas de parduzca tonalidad. Sabemos lo que nos espera. Cuando tocamos ciertos privilegios y queremos modificar algunas estructuras anquilosadas, por más que logremos la victoria legislativa, las precautelares, las cautelares, los amparos y las declaraciones de inconstitucionalidad seguirán confirmando nuestras recurrentes hipótesis sobre la necesidad de profundizar progresivamente pero sin pausas una sociedad con marcados signos conservadores.







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