La política contra el juego
del miedo
por
Fabián Rodríguez para Telam
En un país donde buena parte de su clase dirigente
y por ende, también su población, tiene cierta propensión a criticar "la
falta de políticas de Estado", el contexto particular de ataque judicial
de los fondos buitre, contribuyó a que el Poder Ejecutivo lograra la
adhesión de una insospechada cantidad de sectores, foros, bloques regionales y
países, justamente por sostener lo que hasta hace poco más de una década
parecía imposible: una política de Estado frente al problema de la deuda
pública. A esa política de Estado impulsada por los gobiernos
kirchneristas se la llamó "desendeudamiento", y sirvió para
convertir a la Argentina en el país que más redujo su deuda externa en los últimos años: mientras que en 2003 la deuda medida en
términos de PBI era de 139%, en 2013 dicha correlación se redujo al 45,6%. Una
de las escalas para medir el éxito de esta política de Estado es observar el
peso que la deuda externa tiene sobre el PBI de otros países: allí nos
encontramos con que en Brasil es del 56,8%, en India del 67,72 y en Sudáfrica
de 46,1%, por nombrar a tres integrantes de los tan mentados BRICS. Si
la idea es compararse con países de la región, México tiene una deuda que
representa el 38,5% del PBI; en Colombia un 31,8 y en Uruguay un 59,4%.
Teniendo en cuenta de dónde venimos, como diría el Indio Solari, aquí
no se está tan mal. El
cuadro que sigue muestra el tamaño de la deuda externa de cada uno de los
países en términos absolutos y al mismo tiempo el color en relación a su peso
respecto del PBI. "El tema", a Massa, le queda incómodo y
grande. Para empezar, llama "holdouts" a lo que en Argentina ya todos
conocemos como Fondos Buitre. Además, no ha mostrado una sola iniciativa
al respecto. De hecho, cuando se le ocurrió la brillante idea de proponer
"la constitución de una comisión bicameral que trabaje de manera
articulada con el Ministerio de Economía en el tema deuda”, el senador Aníbal
Fernández le recordó que esa comisión ya existe y fue creada el 20 de julio de
2006. A partir de ese momento, el líder del Frente Renovador prefirió llamarse
a silencio con respecto al tema y mandar a opinar del asunto a su economista de
cabecera, Martín Redrado que, para no ser menos que su jefe político, participó
del insólito programa en que Jorge Lanata construyó la capciosa idea de que en
los últimos 10 años la deuda externa argentina creció. El jueves,
Massa intentó sin demasiada suerte volver a poner en agenda el problema de la
inseguridad para recuperar algo de espacio en la agenda mediática: “Se habla
mucho de holdouts y de Club de París, pero lo cierto es que siguen matando
gente todos los días y que sigue habiendo inseguridad”, escribió en su cuenta
de Twitter.
¿Qué herramientas tiene el ahora diputado nacional
para trabajar el tema de la seguridad? La principal: la Comisión Bicameral
de Fiscalización de los Órganos y Actividades de Seguridad Interior. Massa
renunció a esta comisión en abril para irse a un acto político en Chaco. Sus
voceros informales deslizaron que volvería. Eso nunca ocurrió. En su
saga de tuits, entre los que incluyó el recién mencionado, se refirió a la
policía comunal. Lo cierto es que el Frente Renovador fue el espacio que frenó
la sanción de la ley de policías comunales en la provincia de Buenos Aires.
Están en desacuerdo en los puntos que tienen que ver con los controles a las
propias policías y con temas de financiamiento. Sobre la estrategia del
miedo y los buitres, esto es lo que dijo Massa en un acto con chicos de 4°
grado, respecto a la actual situación por la que atraviesa el país, sostuvo: “Es
un momento particular, en el que para la Argentina se viven días de
incertidumbre y miedo (sic) y lo más importante es que bajo el refugio de
nuestra bandera, para todos los temas que nos preocupan, pensemos soluciones
inteligentes, profesionales y responsables de gestión que nos permitan darle
tranquilidad a la gente y avizorarles un futuro mejor a los chicos, para que
sientan que pueden vivir en un país mejor”. El miedo no es un buen
consejero de campaña electoral, dice la experiencia de estos 30 años de
democracia. Todos aquellos aspirantes a cargos electivos ejecutivos que
intentaron convencer a la población a través de estrategias temerarias,
debieron felicitar a su principal oponente antes de que terminara la noche del
escrutinio provisorio. Y como no es cierto que a través del miedo se
consigan buenos resultados, es mejor apostar al desarrollo de las políticas de
Estado que se consolidan con trabajo en los ámbitos que brindan las
instituciones, y se dicen en una lengua que no es el dialecto engañoso y vacío
de los gurúes del mercado y la tendencia sino la cifra robusta de un
idioma que en Argentina tiene una gran tradición, y que estos años han
honrado largamente. El "gentismo", las apelaciones acerca de
lo bueno que es el bien y lo malo que es el mal, en fin, la recurrencia constante
a lo más transitado del lugar común, pueden servir para jugar un rato a ser
dirigente en el patinoso set de un canal de televisión, pero la intervención en
el debate público requiere de otras mediaciones discursivas donde no hay
desfile de modelos en el Museo de Tigre, ni cara de buen padre de familia y
mejor vecino, ni periodistas tira centros, ni community manager que
valga.
"Gran política (alta política), pequeña política (política del día, política parlamentaria, de corredores, de intriga). La gran política comprende las cuestiones vinculadas con la función de nuevos Estados, con la lucha por la destrucción, la defensa, la conservación de determinadas estructuras orgánicas económico-sociales. La pequeña política comprene las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean en el interior de una estructura ya establecida, debido a las luchas de preeminencia entrevlas diversas fracciones de una misma clase política. (...) Es propio de aficionados, en cambio, plantear la cuestión de una manera tal que cada elemento de pequeña política deba necesariamente convertirse en problema de gran política, de reorganización radical del Estado."
ResponderEliminarAntonio Gramsci. El moderno príncipe.
Saludos. Envar.