Como nunca en la historia política del
movimiento se observa un marcado peronismo antiperonista. Se me hace que el
peronismo es más que un partido político, el peronismo es un país, y como tal
corre por sus venas intereses contradictorios... (Ideas aderezadas con un poco
de historia clásica)
- Ya
sé, no me digas nada. Vos no entendés nada de peronismo... Me lo dijeron varias
veces en este tiempo, te digo más, me lo vienen diciendo desde que tengo
memoria y tal vez tenga razón el tipo. Quién sabe sobre
peronismo, pregunto.
Horacio
González lo sintetiza como "una abstracción de derechas en donde el sistema de
bienes de producción privado nunca será puesto en litigio, permitiéndose
solamente socializar los servicios, ergo los gastos, nunca las rentas,
implementando al mismo tiempo una cierta distribución moderada de la riqueza
vía derrame impositivo, no más.."
Paradójicamente no existe movimiento político o partido más inclusivo que el peronismo. Los diagramas de Venn que confluyen en él son variopintos desde el punto de vista ideológico y digo paradójicamente porque esa diversidad es lo que motoriza la oposición más descarnada y voraz. Sin embargo nunca como antes he observado tanto peronismo antiperonista, incluso durante el menemato las líneas internas opositoras al caudillo riojano se presentaban ciertamente moderadas, respetuosas de su investidura y nunca pusieron en duda su continuidad, a pesar de la notoria destrucción que estaba llevando a cabo. Vale decir, jamás, en aquellos tiempos, le presentaron a la sociedad recetas destituyentes. Acaso la abstracción de derecha de la que nos habla Horacio González tenga que ver con la historia reciente; acaso el kirchnerismo, sin llegar a poder considerarse ni tan siquiera como progresista, no se trate de esa abstracción de derecha pura tal cual el histórico “deber ser” subsistente del peronómetro transversal le exige a su dirigencia.
Paradójicamente no existe movimiento político o partido más inclusivo que el peronismo. Los diagramas de Venn que confluyen en él son variopintos desde el punto de vista ideológico y digo paradójicamente porque esa diversidad es lo que motoriza la oposición más descarnada y voraz. Sin embargo nunca como antes he observado tanto peronismo antiperonista, incluso durante el menemato las líneas internas opositoras al caudillo riojano se presentaban ciertamente moderadas, respetuosas de su investidura y nunca pusieron en duda su continuidad, a pesar de la notoria destrucción que estaba llevando a cabo. Vale decir, jamás, en aquellos tiempos, le presentaron a la sociedad recetas destituyentes. Acaso la abstracción de derecha de la que nos habla Horacio González tenga que ver con la historia reciente; acaso el kirchnerismo, sin llegar a poder considerarse ni tan siquiera como progresista, no se trate de esa abstracción de derecha pura tal cual el histórico “deber ser” subsistente del peronómetro transversal le exige a su dirigencia.
En el
siglo IV AC. el tebano Epaminondas derrota de manera definitiva a la invencible
Esparta, aprovechándose, vaya la ironía, de sus mayores virtudes, incisos que
por entonces se le reconocían y envidiaban: El Orden, su indeclinable
disciplina militar, su incorruptibilidad y su histórico dogmatismo
político/social. Un cuerpo cerrado, admirado y temido era derrotado justamente
por esa estructura pétrea y por el pragmatismo tebano. Epaminondas, al momento
de sitiar con su numeroso ejército las ciudades/estados aliadas a Esparta, por
caso Corinto, por caso Mesenia, no hacía otra cosa que negociar con sus líderes
ilotas de forma tal ofrecerles, aún a costa de los eventuales beneficios
económicos que los tebanos pudieran usufructuar por la victoria obtenida, una
organización política más flexible, democrática, imperfecta, ciertamente corruptible,
incluyendo en el programa el concepto de la propiedad privada. La invitación
política era dejar de ser una comunidad de subsistencia al servicio del
“perfecto” estado espartano y pasar a ser un estado independiente con riesgos
cuyas alianzas se darían de forma natural en función de sus necesidades políticas.
Obvio que Tebas sería la prioridad y eso Epaminondas, como todo buen político,
lo sabía.
Y me
quiero detener un instante en el tema de la corrupción. Según nos consta
Esparta - en las antípodas de las democráticas Atenas o Tebas, con relación a
este inciso -, y a pesar de ser gobernada por una oligarquía, ha sido la
civilización de la antigüedad en donde la corrupción interna era prácticamente
inexistente. Su formación, sus valores elevados, su ética, la austeridad del
Estado, su noble y digna pobreza y la rigidez de su legislación conspiraban
ante la menor intención. Fronteras adentro era una sociedad colectivista
teniendo al ejército como eje cardinal, su ley era sagrada, sus fines supremos,
mientras que fronteras afuera desarrollaba una suerte de red de ciudades
satélites que le proveían de insumos mediante el sistema de semiesclavitud que
tenían que soportar los ilotas, conglomerados locales considerados como bienes
rurales espartanos.
Trazar
paralelismos históricos no es la intención de estas líneas. Me resultan
absurdos más allá del aporte al conocimiento que se haga. Aún así no es
descabellado inferir las razones por las cuales el peronismo es la única
organización política que tiene las suficientes herramientas para modificar sus
paradigmas en función de las distintas coyunturas que el mundo plantea. Su
“caos”, su desorden ideológico, le permite sobrevivir aún a sus peores
gestiones, y esto es producto de su enorme flexibilidad, cosa que otros partidos
o movimientos ciertamente pétreos no alcanzan a desarrollar. Me refiero
puntualmente a aquellas que bajo premisas rocosas no se permiten discutir su
propia génesis conceptual.
De
modo que si aceptamos los términos planteados no nos puede sorprender que la
oposición al actual gobierno peronista esté encabezada y conducida por el
peronismo en una alianza circunstancial con el antiperonismo. Por eso me quiero
referir a un peronismo “antiperonista” y no a un antiperonismo a secas. El
antiperonismo visceral e histórico es demasiado pétreo como para entender y asumir que el movimiento peronista
es necesario para gobernar. Acaso Macri, con bastante tino político, sea la
excepción. Esos conceptos espartanos del antiperonismo, esas ausencias de
flexibilidades, son los que le impiden posicionarse con ventajas dentro de la
lucha política.
Otra
eminencia de la época, un poco anterior al tebano Epanimondas fue el ateniense
Alcibíades. Personalidad que a poco de andar nos exhibirá con crudeza que
Menem, Massa o Solá no resultan para nada originales. Según muchos
historiadores clásicos Alcibíades es tal vez el político más interesante y
enigmático durante las guerras del Peloponeso. Su actuación fue durante el
tercero de los conflictos, más allá de haber sido cercano a Pericles durante el
segundo. Alcibíades sin solución de continuidad y como ariete ateniense pasó
indistintamente a defender los intereses tanto de Atenas como de Esparta sin
medir demasiado las consecuencias que individualmente tuvo que sobrellevar
debido a sus contradictorias fidelidades. Dentro de Atenas se vivían por
entonces coyunturas que hacían algo más comprensibles esas supuestas
contradicciones.
Sabemos
que Juan Domingo Perón fue un ferviente lector de la historia clásica y también
sabemos que la malicia historiográfica intentó relacionar al movimiento popular
con el fascismo y con el nacionalsocialismo, (incluso al gobierno actual se lo
relacionó con el stalinismo), teorías políticas perfeccionistas que admiraban
el orden espartano, el ser iluminado, un ser prefecto e incorruptible dentro
del estado omnipresente. Habida cuenta de la historia resulta concluyente que
la flexibilidad que ostentó y ostenta el peronismo está muy lejos de dichos
paralelismos totalitarios y que sus fundamentos políticos se encuentran más
ligados a los principios democráticos clásicos, me refiero al ateniense, me
refiero al tebano, y que aún son considerados como fundacionales por las
democracias del mundo moderno: “En política, sobre la base de paradigmas
unificadores, es imprescindible hacer lo que la coyuntura exija para mantener
el contrapoder y si las circunstancias lo permiten llegar a acercarse al poder
real, incluso oponiéndose sanguinariamente hasta el punto de enviar al
ostracismo, por un tiempo, a sus propios postulados y metodologías, haciendo lo
mismo de ser necesario, con sus líderes populares”.
Muy bueno.
ResponderEliminarAgregaría que se ha cultivado un facilismo de salón demasiado pretencioso, que pretende despojar al kirchnerismo de todo matiz progresista.
Considerando los tiempos impiadosos que venimos de sufrir desde la dictadura hasta el 2003 y la realidad del resto de los países, que observador objetivo dudaría en calificar de progresista a este gobierno?
Daniel: Sólo aquellos que desde el infantilismo político panfletario creen que se puede y se debe cruzar la 9 de Julio con los ojos cerrados. Claro siempre quieren que dicho cruce lo hagan otros, y si esos otros no lo hacen porque se dan cuenta de los riesgos políticos son acusados de cobardes, conservadores y derechosos.
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