UNA HISTORIA MÍNIMA QUE NO PUEDE NI LE DEBE INTERESAR A AQUEL QUE SE SIENTA ESTABLISHMENT cuando el arte, sin jactancia y buenamente, tiene la intención de explicar
El Ruso y eso de las condiciones subjetivas
La Coyuntura
El Ruso era un tipo
raro. Callado El Ruso. Observador y suspicaz, prudente y dueño de sus
silencios. El Ruso supo mantener un agudo interés durante el año que duró la
construcción del natatorio municipal del pueblo. Proporciones, medidas e
imaginarias profundidades lo tenían ciertamente abismado y un tanto confundido.
La pronunciada inclinación hacia uno de los laterales a partir del centro de la
base del armazón dispersaba su idea de la obra. Ningún habitante de la aldea
mostró tamaña curiosidad por la gestación del novedoso emprendimiento
ufanamente divulgado y publicitado por las autoridades de entonces. Las
mayorías se mostraban urgidas por su inauguración y no por su montaje, cosa que
relegaba a El Ruso casi al borde del insomnio. Lo que diariamente observaba era
plasmado, en su soledad nocturna, por medio de dibujos y gráficos analíticos
prolijamente encuadernados, siguiendo el mismo orden según avance real de la obra.
Planos que desafiaban su inteligencia a favor de conocer los secretos que
serían indispensables en el mediano plazo, cuando la construcción terminada
quede como un inciso vulgar dentro del cotidiano paisaje.
Sólo conversaba del
tema con El Loco Virgilio. Hombre versado El Loco Virgilio. Sabedor que dudar
del pensamiento inicial forma parte de la base fundacional del conocimiento
científico. Fundamentalista de la duda cartesiana y la falsación popperiana aceptaba
con buen tino el oportuno llamado de atención que había explicitado Kant
dudando hasta de su propia duda. Poseedor de una biblioteca envidiable El Loco
Virgilio. Su pasión por la filosofía, la antropología, la sociología y por la
epistemología fue excusa suficiente para que sus vecinos, ignorantes por
elección, consideraran a su apodo como parte de una verdad irrefutable. Todavía
se recuerda aquella famosa historia, por él mismo difundida, a modo de rumor,
en la cual aseveraba haber dado cobijo, por varios días, a dos extraterrestres
olvidados por su cuadrilla en un encuentro del tercer tipo nunca difundido por
los expertos de la NASA. Se burlaba El Loco Virgilio de la estupidez de los parroquianos.
Un tipo respetado
por el dueto, aunque con ciertas prevenciones, era Cocoroco. Hombre de lógica
extrema Cocoroco. En cierta oportunidad supo desarmar, de modo íntegro, el
impulsor de su motocicleta con el objeto de deducir las causas y razones de su
buen funcionamiento. Sostenía Cocoroco que la facilidad era mala novia, y a
pesar de no saber quién fue el creador de la frase, la tomaba permisivamente
como propia con la estricta promesa de no dejar este mundo sin saber quién
había sido el autor de su máxima de cabecera. Hombre temeroso Cocoroco por el
recuerdo de aquellos crudos inviernos que supo sufrir de pequeño, permanecía
abrigado durante todo el año. Sobretodos oscuros y gruesos gabanes eran
exhibidos sin complejos más allá de las temperaturas reales. Cocoroco tenía una
sensación térmica dolorosa e irremediablemente propia.
Las prevenciones de
sus compañeros radicaban en su permeabilidad a la bebida, canalizando dicha
debilidad a través de la palabra. In
extremis había que pegarle para que se callara. En los períodos
dictatoriales y a pesar de identificarse como socialista nunca fue detenido por
las fuerzas del orden establecido por entender que sus incoherencias alcanzaban
niveles planetarios. Mezclaba Cocoroco sus conocimientos científicos y técnicos
con su embebido imaginario; de todas formas las limitaciones intelectuales de
los funcionarios policiales colaboraban para su amparo y resguardo. Tanto El
Loco como El Ruso trataban de estimar el nivel etílico de su compañero para
determinar el programa a desarrollar. La profundidad del temario era
directamente proporcional al nivel de lucidez de Cocoroco.
Por el momento el
natatorio en construcción era el tema de debate...
Las tres notas
remitidas por el grupo a la empresa encargada de la obra a propósito de dudas y
aclaraciones con respecto al proyecto fueron categóricamente ignoradas.
Soberbia y capitalismo laboran en sinonimia calificaba El Ruso exponiendo un
léxico digno de un versado sofista ateniense. Por fuera de no recibir
respuesta, por cierto que previsible, no se sintieron derrotados. Sabían que no
podían ni debían contar con la providencia de los adjudicatarios de la prebenda
y menos aún con la buena disposición del Estado contratista. Las medidas
registradas y plasmadas en los bocetos testimoniaban certezas innegables: La
utilización futura del natatorio no era para toda la población.
- No le
demos más vueltas al asunto. O sabés nadar o te ahogás – afirmaba El Ruso de
modo airado – Si la mitad menos profunda tiene un promedio de dos metros de
calado, para luego ir descendiendo hasta una profundidad máxima de cuatro
metros, se hace evidente que existirán factores limitantes concretos para la
mayoría de nuestros vecinos. Esta es una obra para pocos que pagamos todos.
- ¿Y si
armamos un petitorio a considerar por la población para qué, con firmas
mediante, se revean modificaciones al proyecto original? – preguntó sin
demasiadas expectativas Cocoroco –
- La
idea contaría con mi afirmativa si viviésemos en el marco de una comunidad
comprometida con el futuro y no con la coyuntura – sentenció El Loco Virgilio
-. Lamento informarles que nadie expondrá su rúbrica. Quiero recordarles que de
los cuatrocientos trabajadores existentes en el pueblo, ciento cincuenta están
afectados directa o indirectamente con la obra, y los restantes son familiares,
amigos o conocidos. Además, a fuerza de ser sinceros y sin ningún tipo de
eufemismos, podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que no estamos pasando
por tiempos plenos de convicción ética y menos de heroicidad. Sin ir más lejos
recuerden la nula condena social de la cual somos aún testigos, a pesar del
posterior e inapelable veredicto que la justicia les propinó a los propietarios
de la Planta de Cereales local, por haber estafado a la Cooperativa de
Acopiadores. Nada se dijo. El silencio fue el compromiso aceptado. Todos, y
cuando digo todos, es todos, continúan comerciando con el titular en cuestión,
como si tal cosa no hubiera sucedido, tipo salvado gracias a una magra probation reciclada con formato de
multa. El sujeto no puede firmar ni una tarjeta de navidad, el tipo tiene inhibido
hasta el saludo. Fundamentalistas del feudalismo, esclavos por vocación o
someros y lobotomizados cómplices baratamente asalariados.
- Hubo
momentos en la historia en donde el foquismo jugó un rol fundamental para la
modificación de ciertas conductas oficiales.
- ¿A
qué te referís Ruso? –inquirió Cocoroco –
- Pequeños
atentados, llamadas de atención, panfletos esclarecedores, denuncias concretas
sobre la corrupción existente, sobreprecios y demás desaguisados que esta obra
de escasa prioridad conlleva en su letra chica.
- Si
bien tendría una mayor efectividad –admitió El Loco- considero que correría la misma
suerte que el petitorio. El Estado Municipal y la Empresa han sabido captar la
voluntad de las mayorías, en consecuencia, esta suerte de concientización
quedaría arrumbada en los abismos de la omisión y nos expondría inútilmente.
Pongamos por caso los emprendimientos industrialistas que conspiran contra el
medio ambiente. Existen poblaciones enteras sumidas en la más terrible de las
poluciones, soportando enfermedades terminales, respirando inagotables dosis de
oxígeno viciado, sin embargo parece ser que la remuneración mensual es razón
suficiente y precio adecuado para que la conciencia social no desarrolle
iniciativas de rebeldía ni anticuerpos protectores.
- ¿Y
entonces? - preguntó desconcertado El
Ruso -
- En lo
personal y revisando el estado de situación considero que debemos esperar hasta
el día de la inauguración –sostuvo con énfasis El Loco – y en medio de la
verbena hacer la demostración empírica correspondiente para que no queden dudas
sobre la necesidad de modificar la obra de forma tal no sea un club privado de
unos pocos avezados nadadores sino un complejo dinámico para el recreo popular.
-
Estoy parcialmente de acuerdo – opinó El Ruso – observo tu
propuesta como instancia extrema. Si las circunstancias lo exigen será necesario
preparar un golpe de efecto que no queden dudas al respecto, que movilice al
unísono inteligencias y sentidos, provocando que tanto el Estado Municipal como
la Empresa comiencen a bosquejar las modificaciones necesarias para socializar
el proyecto. Propongo que pensemos cada uno y en soledad, guardando el mayor de
los sigilos, planes de acción detallando en forma precisa cada movimiento a
ejecutar. Debemos tener en cuenta que en nuestras manos descansan las
esperanzas de un natatorio para todos, por ende, cada detalle se hace
insoslayable e imprescindible. Calculo que la obra quedará finalizada para
principios de Diciembre, coincidente con la fecha de los comicios locales,
debido a esa razón estimo prudente que nos juntemos treinta días antes del evento
para debatir los bocetos, tomar las decisiones definitivas y planificar
pormenores.
Con el compromiso
asumido cada integrante de la junta partió rumbo a sus quehaceres, pensantes
del devenir y ansiosos por exponer su inteligencia a favor de un plan que les
permita revertir un destino poco menos que inmutable. La imaginación, la
curiosidad y el conocimiento comenzarían a jugar sus fichas durante las largas
noches invernales, a la espera de arribar a una primavera con más certezas que
interrogantes. El Loco, El Ruso y Cocoroco estaban convencidos que comenzaba a
gestarse una jornada inolvidable para la aldea y que debían estar a la altura
de las circunstancias, no sólo para demostrar que se puede enfrentar al poder y
su corruptela, sino también para quedar en la historia y en el corazón de cada
uno de sus vecinos. Es humano y legítimo entender sobre intenciones colaterales
cuando uno cree que está protagonizando cuestiones relevantes. Imagino a alguno
de ellos soñando, por entonces, con cierto amor nunca correspondido y que esa
posibilidad de trascendencia lo instalase en situación favorable para intentar
algún tipo de acercamiento de carácter personal. Un hipotético triunfo en la
batalla podía llegar a otorgar un respeto colectivo hasta el momento ausente,
modificando substancialmente ese perfil de desvarío y dislate que el trío
portaba desde tiempos remotos. Lo cierto es que las nobles y altruistas
intenciones del equipo superaban ampliamente esas pequeñas ambiciones
individuales de carácter terrenal.
Promediando la
primavera y a instancias de El Ruso, improvisaron una reunión extraordinaria
para intercambiar ideas, observar el grado de avance de las investigaciones y
verificar el estado de situación. La convocatoria, a pesar de hallarse fuera de
programa, no encontró reparos ni protestos. El galpón de El Loco Virgilio fue
el lugar elegido para la cita. La versión hecha circular por él mismo sobre
aquellos marcianos invasores que supo cobijar en su finca aseguraba la
suficiente y necesaria privacidad. Además el rumor sobre que en dicho galón El
Loco poseía dos yararás adiestradas mantendría a los curiosos alejados de la
finca.
A principios de
Noviembre el clima de la llanura no mostraba indicios de regularidad
atmosférica. Eso no era problema para Cocoroco y su escasa amplitud térmica.
Sus habituales gabanes se distinguían a modo de marca registrada. A propósito
de ello y para confort de El Ruso, El Loco Virgilio había apresurado el armado
de un brasero con suficiente leña de reserva por si el frío castigaba. Si por
caso el calor y su tozudez ejerciera inusitado protagonismo una buena cantidad
de porrones de cerveza negra dentro de un tanque de doscientos litros
refrescados con dos barras de hielo molidas templarían, en la previa, la
sequedad de las gargantas. Para la cena, medio costillar de un capón
recientemente carneado y un buen patero artesanal completarían el cuadro
nocturno que el anfitrión organizó en honor a la caterva. La hipótesis de
trabajo y el desarrollo de los planes era expuestos y dejados de lado en la
misma medida que hallaban fisuras insalvables. Si bien el expositor de la idea
defendía su proyecto como jurista ante un estrado, las refutaciones y las
evaluaciones eran aceptadas habida cuenta del objetivo principal; honestidad
intelectual, pensamiento crítico y sentido inteligente como agentes del
conocimiento.
- Estamos
dejando de lado algo que me parece trascendental – aseveró El Loco –. El
destinatario del mensaje es un elemento que no podemos ni debemos soslayar.
Recordemos que nuestros vecinos rechazan de plano cualquier indicio que los
coloque incómodos ante sus patrones, sean estatales o privados. Nuestra acción
debe incluir evidencia definitiva de forma tal no quede duda alguna y a la vez
imposibilitar que le abra la puerta, en un futuro, a una respuesta oficial que
derrumbe nuestra argumentación. En definitiva es como una partida de ajedrez;
debemos tener visualizadas con certeza cinco o seis posibles respuestas ante la
contingencia, de lo contrario, sería desastroso, pues determinaría un no
retorno debido a nuestra escasa credibilidad popular. Seríamos tildados de
falaces y embusteros más allá de los razonamientos lógicos y veraces exhibidos.
No olvidemos que nos estamos arriesgando a exponer detalles que la sociedad no
está deseosa por escuchar. Además de poseer una elevada cuota parte de
ignorancia encontraremos inteligencias sesgadas en función de sus propios
intereses y egoísmos. Se me ocurre que debemos asumir este fenómeno como el
ítem fundacional del plan definitivo.
- Es
muy cierto y es muy triste – ratificó El Ruso –
- Entonces
no es descabellado pensar en duplicar el riesgo – disparó Cocoroco – El golpe
de efecto debe ser lo suficientemente irrebatible para impedir el hallazgo de
gateras evasivas.
- Por
ahora hemos cometido el error de no tomar en cuenta la variable mencionada.
Debemos esmerarnos e incluir este elemento que estimo mucho más trascendente
que nuestro propio coraje – aseguró El Ruso -
La velada
transcurrió por senderos hipotéticos. Los supuestos y las certezas chocaban de
frente contra revoluciones inconclusas y asonadas fuera de tiempo. La
experiencia de los Comuneros parisinos fue tema de un largo debate al igual que
el Plan de Operaciones, El Ser y la Nada y El hombre que fue jueves... El
pueblo y sus circunstancias, el hombre y sus circunstancias. Ortega, Sartre,
algo de Heidegger, bastante de Benjamín y Adorno, Moreno, Chesterton, Popper,
Marx y Cooke en un mismo plano, nadando en un estanque abisal repleto de vino
patero y un pedante trampolín con perfil de costillar. La ratificación de la
reunión definitiva a principios de Diciembre, el apuntar sobre las advertencias
mensuradas y el mantenimiento irrestricto de la discreción fueron las pautas
acordadas hasta el próximo encuentro. Las cenizas que sirvieron para dorar el
delicioso manjar menguaron su calidez, el vino comenzó a mostrar su borra de
fin de fiesta y los porrones quedaron para una mejor ocasión buceando dentro de
un mar de olvidos y deshielo. Todo estaba en su lugar. La geografía presagiaba.
Como afirmaba Borges en el cuento El Fin: “Hay una hora determinada en que la
llanura, está por decir algo”
El Plan
3 de Diciembre
Esta vez no hubo
clima de verbena. El galpón de El Loco Virgilio simulaba representar un auténtico
estudio de arquitectura: Láminas adosadas a los vidrios ciegos, tableros
inclinados con bocetos borroneados, una decena de lapiceros completos en
insumos milimetrados distribuidos por todo el salón, ceniceros a discreción,
dos calculadoras científicas de última generación marca Casio y ocho lámparas a
Kerosene, rudimento éste sumamente necesario para asegurar de modo eficiente el
alumbrado interior ante la posibilidad de cortes eléctricos inesperados. Tres
catres en impecable estado eran presentados al servicio del descanso. En las
afueras, el fogón disponía de combustible para varios días; un borrego apartado
estaba a la espera de su turno mientras purgaba su achuraje a la par que varias
botellas de aguardiente mantenían firme vigilancia. Una colosal pava de hierro
fundido, un bolsón de diez kilos de yerba y dos porongos generosos presagiaban
jornadas de permanente mateada. Los planos de la construcción estaban ordenados
cronológicamente según el avance de obra, numerados y por fecha. El monto de la
inversión, la cantidad de jornaleros, la situación impositiva de la empresa y
los apellidos y antecedentes de los funcionarios firmantes del decreto estaban
asentados en un libro diario convenientemente timbrado y rotulado como “Pronto
Despacho”. El Loco Virgilio había montado el lugar de trabajo sin dejar nada
librado al azar. La importancia de la tarea imponía condiciones imposibles de
sortear.
Las primeras
cuarenta y ocho horas de debate y planificación no agregaron ningún aspecto
positivo. Las madrugadas se confundían con las mañanas y el cansancio
rivalizaba con ventaja ante la desesperación y el desconsuelo. Cierto
abatimiento y un sentimiento de previa derrota merodeaban en el ambiente. La
sospecha de estar abandonados en medio de un laberinto diseñado por ellos
mismos mermaba la confianza y la esperanza del preludio. Comenzaron a dudar de
sus propias capacidades, de sus inteligencias. El desánimo y la baja estima
iban deteriorando paulatinamente la atmósfera del recinto.
Abruptamente, sin
mediar aviso y en la mañana del cuatro día de labor un grupo comando integrado
por siete encapuchados irrumpió con despiadada voracidad en la propiedad
de El Loco Virgilio destruyendo todo lo actuado, llevándose la documentación,
los planos y apuntes, el aguardiente y lo que quedaba del borrego. Polifemo y
Catriel, sendos cancerberos de temible aspecto que El Ruso había apostado
de ex profeso para montar guardia en las afueras de la finca habían sido
sigilosamente narcotizados con carne “recargada”. El galpón exhibía una
geografía desoladora; un fresco de paroxismo y calamidad, un metafórico y
doloroso Guernica de campaña,... evidentemente la cautela tomada no había sido
suficiente.
Los personeros
burocráticos poseían servicios de inteligencia con agudos criterios deductivos
e inductivos acompañados por una importante inversión en logística. Cada uno de
los integrantes del trío había sido vigilado por un recurso profesional muy
bien pago por la empresa adjudicataria desde los tiempos en que las cartas de
protesta circulaban a discreción. Asumieron como un error capital haber
subestimado la malicia del antagonista. Para vencerlos, para lograr el objetivo
había que pensar como ellos, ser un poco ellos, extremar medidas, inmolarse de
ser necesario.
- Nos
suponen definitivamente derrotados – comentó Cocoroco – Creo que es algo que
podemos aprovechar ya que es posible que de aquí en adelante nos dejen de
considerar tipos de cuidado. Las victorias, casi mecánicamente, hacen relucir
la soberbia de los déspotas.
- Es
muy interesante tu razonamiento Cocoroco – interrumpió El Ruso mientras trataba
de ordenar lo poco que quedaba con algún signo de utilidad – es probable que
esa supuesta creencia sea la llave que nos permita desandar este laberinto
plagado de silogismos e indecisión.
- Ir al
frente el mismo día de la inauguración con las cartas que tengamos en la mano
asociando algo de desesperación con bastante de convicción – sentenció El Loco
Virgilio, para luego agregar – Estos tipos ni sospechan lo que es enfrentarse a
elementos que no tienen nada que perder. La osadía y la peligrosidad se
potencian geométricamente.
- Sin
lugar a dudas – recalcó Cocoroco – Propongo que descansemos un rato utilizando
ese tiempo para que la angustia y la bronca no nos perturben. Una vez
reinstalados en el marco del pensamiento dejemos paso a que nuestras
inteligencias procedan a favor del objetivo. Todavía estamos un tanto
alterados.
Cinco horas de
pleno descanso fue tiempo suficiente para ordenar ideas y reforzar las
maltrechas utopías. El grupo sabía que sin la mediación de aquella acción
armada parapolicial hubieran sido derrotados sin miramientos por sus propias
incapacidades. El principio de acción y reacción reavivó sus espíritus
combativos. El comando de encapuchados arrojó nafta a un fuego que se estaba
extinguiendo de modo natural. La torpeza y la jactancia del poder encendieron
nuevamente la desgastada mecha. El Ruso pidió la palabra...
- “Hay
una sola manera de llegar a la inteligencia de la población y es demostrando in situ que la obra contiene defectos y
factores limitantes que la hacen inservible para los sectores populares.
Propongo que el día de la inauguración uno de nosotros se lance al natatorio y
exponga, con el peso de su cuerpo, que es necesario revisar su molde
definitivo. Arrojarse a la piscina es la mejor manera de comprobar nuestra
teoría, la praxis nos otorgará la razón de modo inexorable. Me ofrezco para el
operativo. El asunto es demostrar que de pie, un individuo de estatura media se
ahoga; es necesario que nuestros vecinos visualicen lo indispensable que
significa ser un avezado bañista para disfrutar del predio, que no existen
opciones para jugar, para socializar el espacio, para realizar tratamientos
terapéuticos y kinesiológicos... Luego de eso la muchedumbre, sorprendida, no
será capaz de objetarnos la experiencia para finalizar acordando con nuestras
posturas. El municipio y la empresa no tendrán más remedio que acatar la
decisión popular. Estamos en presencia compañeros de las famosas condiciones
subjetivas por las que tanto renegaba el Comandante Guevara con Fidel. Es una
cuestión de encarnadura. Pequeñas curaciones, ergo victorias, concientizan,
tienen efecto de cascada. La masa se dará cuenta irremediablemente del rol
irremplazable que les cabe como actor colectivo vital e inexcusable de los
movimientos populares elaborando per-se
procesos prerrevolucionarios irreversibles.
Mientras El Ruso se
quedó tildado pensando en la utilización abusiva de prefijos privativos que
había desarrollado en su discurso, un cerrado aplauso del diezmado auditorio –
sus dos amigos - acompañado por cánticos
e insultos al intendente y a la empresa dio por finalizada la arenga.
- En
principio estoy de acuerdo – asintió El Loco Virgilio – Pero debemos mostrarnos
hasta ese día alejados de toda pesquisa. Es más. Será necesario exhibirnos
cabizbajos, depresivos y sumidos en la impotencia. No se olviden que a la
semana siguiente de la inauguración es el acto comicial. La caterva del intendente
y los empresarios van a estar con todos los sentidos puestos para darle la
mejor pompa y el más digno boato al caudillo, hombre que va por su “enésima”
reelección.
- Aprobado
entonces – aseveró Cocoroco –
El Salto
Cuando El Ruso se arrojó
a la pileta promediando la romería, el bullicio aprobatorio modificó de plano
su rictus de jolgorio. El estupor fue el principal invitado, poco después que
por uno de los laterales del feudo, observaran una sombra que tomaba por asalto
el trampolín y se arrojaba sin remilgos bajo el grito entrecortado de: “a ver
si floto”. Ese vuelo interminable y ese grito con acento fueron sus últimas
experiencias científicas, la prueba irrefutable de su generosa sabiduría puesta
al servicio de las impávidas mayorías. El aplauso y los vítores de sus dos
compañeros por la faena exhibida duraron hasta que tomaron nota de que El Ruso
había desestimado su ignorancia en el arte de la natación y que su metro
sesenta y cuatro de altura era ampliamente superado por la profundidad de la
piscina. Detalle no menor y nudo existencial del operativo militante. La
ausencia del correspondiente socorrista dejaba demostrado a las claras que ese
acto revestía solamente burocráticas excusas electoralistas.
La apología del
intendente, las palabras alusivas del propietario de la empresa constructora y
un vino de honor para los “culosucios” del terruño completaban el orden
protocolar. La ceremonia incluía una detallada recomendación por parte de uno
de los concejales oficialistas para reflexionar sobre el venidero acto
electoral. Toda esa pompa, todo ese ritual quedó mutilado imprevistamente por
las agallas de El Ruso. Unas pocas brazadas desesperadas y un físico nada
atlético sentenciaron sus últimos cinco minutos de ciencia. Lentamente y extenuado
se rindió ante la fortaleza de las aguas. Su cuerpo, grotesco, sombreaba un
fondo celeste e insondable. El silencio invadió el predio sin mayores
elocuencias; sólo las voces de Cococoro y de El Loco Virgilio se escuchaban
clamando por el sacrificio de su colega y amigo a favor de una verdad que nadie
quería escuchar. A la hora y media del suceso cuatro buzos tácticos de la
Prefectura Naval, por orden del juez de instrucción y con presencia física del
ayudante del fiscal, extrajeron la masa inerte, blanquecina y germánica de El
Ruso, de ahora en más recordado, irónicamente, con el mote indeseable que aún
lo persigue en el marco del anecdotario popular. Finalizada la pesquisa, la
justicia determinó suicidio por inmersión. El médico forense de la regional
testimonió que la víctima sufría notables índices de alineación, neurosis y un
estado de elevada enajenación. Como si una autopsia efectuada con tibieza y
celeridad pudiera desembocar en tales conclusiones.
Al entierro
asistieron sus dos compañeros de aventuras y varias planeras pagadas por la
empresa constructora.
El natatorio de
origen no sufrió modificaciones pero habida cuenta de lo sucedido se construyó
otra piscina, lindera a la original, cuya profundidad no superaba el metro y
medio, y que poseía un sector cercado para uso exclusivo de menores. Dicho
armazón adicional fue realizado por la misma empresa bajo el método de
adjudicación directa con financiamiento del Estado municipal. Los titulares de
la razón social beneficiada con el gerenciamiento del predio fueron apellidos
cercanos al entorno del intendente. La población de Coronel Dorrego ratificó el
mandato del veterano caudillo por cuatro años más en comicios libres y
transparentes, siete días después de las exequias en honor a El Ruso “Versifloto”.
Melancólico. Cómico y triste al mismo tiempo.
ResponderEliminarExcelente relato...usted demuestra tener un amplio dominio de la pluma que nos enriquece como lectores. Felicito su capacidad de compenetrarse en el sentir de cada personaje para describir con precisión sus estados de ánimo y, por supuesto, gracias por compartir su talento y sensibilidad.
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