Fue el iniciador de la filosofía de la ciencia y
la epistemología en Argentina, discípulo de Julio Rey Pastor, y un hombre
firmemente implicado en la defensa de la democracia y la lucha contra la dictadura
militar. Gregorio Klimovsky, falleció el 19 de abril del año 2009 en Buenos
Aires, a los 86 años, bromeaba hasta el final con su récord más difícil: fue
expulsado nueve veces de la Universidad de Buenos Aires por sus compromisos
éticos, docentes y políticos.
Klimovsky contaba que fue Rey Pastor, uno de los
grandes matemáticos españoles del siglo XX, instalado en la Universidad de
Buenos Aires (UBA), quien le orientó para que abandonara los estudios de
ingeniería y se dedicara a la matemática. "Lo que sucedía es que yo tenía,
además, vocación filosófica y por eso me dirigí hacia la lógica", relató
en la ultima entrevista que concedió, publicada en Página 12. Bajo su
impulso, y el de otros profesores, como Rolando García, la Facultad de Ciencias
Exactas de la UBA se convirtió, en los años cincuenta-sesenta, en uno de los
mejores centros de investigación de América Latina. Fue la época dorada de la
ciencia argentina, simbolizada magníficamente por la editorial Eudeba, que
permitió que centenares de científicos, tanto latinoamericanos como españoles
(que padecían la dictadura franquista), accedieran a libros esenciales para su
formación, en ediciones baratas y traducciones formidables.
Como matemático, Klimovsky, en colaboración con
el matemático Jorge Bosch, fue el principal responsable de introducir en
Argentina la teoría axiomática de conjuntos, parte de la matemática que trata
de fundamentar de manera rigurosamente la lógica.
Pablo Jacovkis, ex decano de la Facultad de
Ciencias Exactas de la UBA, cuenta que Klimovsky no tuvo nunca títulos, que su
aprendizaje fue prácticamente autodidacta, pero que resultó ser una de las
personalidades más importantes de Argentina, precisamente, en el ámbito
académico.
Fue un símbolo de toda lucha contra la
intolerancia y la dictadura. Renunció, por primera vez a la Universidad en el
golpe de Onganía (que acabó con el gobierno constitucional del presidente Illia). La
famosa Noche de los Bastones Largos (la ocupación militar de varias facultades
porteñas), que acabó con la emigración de más de 300 profesores universitarios,
200 de ellos relacionados con las ciencias, le llevó también a buscar refugio
en clases particulares y en actividades diversas. El regreso momentáneo de la
democracia no le solucionó los problemas. "Volví a la Universidad, pero en
el intervalo entre la caída de la dictadura de Onganía y la aparición del otro
golpe, el de Videla, hubo un momento en el que los montoneros se quedaron con
la Universidad... fue un periodo inaguantable, porque esos chicos tenían unas
ideas muy extrañas sobre cómo se deben enseñar las ciencias y formar a los
alumnos", relataba el irreductible Klimovsky en la entrevista de Página
12. Su desacuerdo con los montoneros no le impidió
abandonar la Universidad, una vez más, cuando llegaron los militares, a los que
se opuso con todas sus fuerzas. A poco de crearse, se incorporó a la Asamblea
Permanente por los Derechos Humanos, donde denunció las desapariciones y
combatió la tortura. Con la llegada de la democracia y la presidencia de Alfonsín,
Gregorio Klimovsky volvió a la Facultad de Ciencias Exactas y formó parte de la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que elaboró el
estremecedor informe Nunca más.
Fuente: elpais.com
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