“Poderoso caballero es Don Dinero”
Francisco
de Quevedo
A
aquellos ciudadanos que aún lo ignoraban, la crisis les está demostrando que
los mercados financieros son los principales protagonistas del actual momento
económico de Europa. Representan un cambio fundamental: el poder ha pasado de
los políticos a los especuladores de Bolsa y a una cohorte de tramposos
banqueros. Cada día, los mercados mueven sumas colosales. Por ejemplo, casi 7
billones de euros, sólo en deudas de los Estados de la eurozona, según el Banco
Central Europeo. La decisión colectiva diaria de esos mercados puede ahora
derrumbar Gobiernos, dictar políticas y someter a pueblos. El drama, además, es
que estos nuevos “amos del mundo” no sienten ninguna preocupación por el bien
común. La solidaridad no es su problema. Menos aún la preservación del Estado
de bienestar. La única racionalidad que los motiva es la codicia. Especuladores
y banqueros, movidos por la avidez, llegan a comportarse como mafias, con
mentalidad de aves de rapiña. Y con una impunidad casi total. Desde que, en
2008, estalló la crisis –en gran parte causada por ellos–, ninguna
reforma seria ha conseguido reglamentar los mercados, ni meter en vereda a los
banqueros. Y a pesar de todas las críticas formuladas contra la “irracionalidad
del sistema”, el comportamiento de muchos actores financieros sigue siendo
igual de cínico. Es evidente que los bancos representan un papel clave en el
sistema económico. Y que sus actividades tradicionales –estimular el ahorro,
dar crédito a las familias, financiar las empresas, impulsar el comercio– son
constructivas. Pero desde la generalización, en los años 1990-2000, del modelo
del “banco universal”, que añadió toda clase de actividades especulativas y de
inversión, los riesgos para los ahorradores se han multiplicado así como los
fraudes, los engaños y los escándalos. Recordemos, por ejemplo, uno de los más
desvergonzados, protagonizado por el poderoso banco de negocios estadounidense
Goldman Sachs que hoy domina el universo financiero. En 2001, ayudó a Grecia a
maquillar sus cuentas para que Atenas cumpliese los requisitos y pudiese
ingresar en el euro, la moneda única europea. Pero en menos de siete años,
aquella fullería se descubrió y la realidad estalló como una bomba.
Consecuencia: “Casi un continente sumido en la crisis de la deuda; un país,
Grecia, expoliado y de rodillas; recesión, despidos masivos, pérdida de poder
adquisitivo para los trabajadores; reestructuraciones y sacrificios de los beneficios
sociales; planes de ajuste y miseria”. ¿Qué sanciones recibieron los autores de
tan nefasto engaño? Mario Draghi, ex vicepresidente de Goldman Sachs para
Europa, al corriente por tanto del fraude, fue premiado con la presidencia del
Banco Central Europeo (BCE)… Y Goldman Sachs cobró en recompensa, por el
maquillaje de las cuentas, 600 millones de euros… Confirmando así un principio:
en materia de grandes estafas organizadas por los bancos, la impunidad es la
regla. Lo pueden confirmar los miles de ahorradores españoles que compraron
acciones de Bankia el día en que esta entidad salió a Bolsa. Se sabía que no
tenía ninguna credibilidad y que el valor de su acción, según las agencias de
calificación, ya estaba a un paso del bono basura… Los ahorradores confiaron en
Rodrigo Rato, presidente entonces de Bankia y ex director general del Fondo
Monetario Internacional (FMI), quien no dudó en afirmar el 2 de mayo de 2012
(cinco días antes de dimitir ante la presión de los mercados y poco antes de
que el Estado tuviese que inyectar en la entidad 23.500 millones de euros para
evitar su quiebra): “Estamos en una situación de mucha robustez desde el punto
de vista de solvencia y también desde el punto de vista de liquidez”… Cierto es
que, menos de un año antes, en julio de 2011, Bankia había superado
aparentemente las “pruebas de resistencia” realizadas por la European Banking
Authority (EBA) a las 91 mayores entidades financieras de Europa. Bankia había
obtenido un Core Tier I Capital
(capital de máxima resistencia) del 5,4% , frente a un mínimo exigido del 5% en
una situación de máximo estrés. Lo cual da una idea de la incompetencia e
ineptitud de la EBA, organismo europeo encargado de garantizar la solidez de
nuestros bancos… Otras personas que pueden testimoniar sobre la desfachatez de
los banqueros son las víctimas, en España, del “escándalo de las
participaciones preferentes”. Un fraude que afecta a más de 700.000 ahorradores
que han perdido sus economías. Se les hizo creer que adquirían algo parecido a
un depósito a plazo fijo… Pero las participaciones preferentes son un producto
financiero que no está cubierto por el fondo de garantía de los bancos. Éstos
no están obligados –si no poseen liquidez– a devolver el capital inicial, ni
los intereses generados. Este timo también ha revelado que los ahorradores
españoles víctimas de engaños bancarios no pueden contar con la protección del
Banco de España o de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Ni,
obviamente, con la del Gobierno que sigue ayudando masivamente a la banca
mientras su política de recortes y austeridad castiga en permanencia a la
ciudadanía. Para ayudar al sistema bancario español, Mariano Rajoy solicitó a
la Unión Europea un crédito de hasta 100.000 millones de euros. Entretanto, los
bancos españoles siguen favoreciendo la huida masiva de capitales… Se estima
que, hasta septiembre pasado, 220 000 millones de euros se habían fugado
oficialmente de España… Una suma más de dos veces superior al crédito
solicitado a Europa para salvar el sistema bancario español… Pero no terminan
aquí los escándalos. Podríamos recordar que, estos últimos meses, los fraudes
bancarios no han cesado. El banco HSBC fue acusado de blanquear el dinero de la
droga y de los narcotraficantes mexicanos. El JP Morgan se lanzó a
especulaciones desmedidas asumiendo inauditos riesgos que le acarrearon
pérdidas de 7.500 millones de euros, arruinando a decenas de clientes. Igual le
sucedió a Knight Capital que perdió más de 323 millones de euros en una sola
noche a causa de un error de un programa informático de especulación automática
por ordenador… Pero el escándalo que más está irritando, a escala mundial, es
el del Libor. ¿De qué se trata? La Asociación de Banqueros Británicos propone
cada día un tipo interbancario llamado “London interbank offered rate” o
Libor por sus siglas en inglés. El cálculo de esa tasa lo realiza la agencia
Reuters la cual, diariamente, pregunta a dieciséis grandes bancos a qué tipo de
interés están obteniendo créditos. Y establece una media. Como es el tipo al
que se prestan dinero los principales bancos entre ellos, el Libor se convierte
en una referencia fundamental de todo el sistema financiero mundial. En
particular, sirve para determinar, por ejemplo, los tipos de las hipotecas de
las familias. En la zona euro, el equivalente del Libor se llama Euribor y se
calcula sobre la base de la actividad de unos sesenta grandes bancos. En el
mundo, el Libor influye sobre unos 350 billones de euros de créditos… Cualquier
variación –por mínima que sea– de ese tipo puede tener una incidencia colosal. ¿En
qué consistió el fraude? Varios bancos (de los que sirven de referencia para
establecer el Libor) se concertaron entre ellos y decidieron mentir sobre sus
tipos, manipulando de ese modo el Libor y todos los contratos derivados, o sea
los créditos a los hogares y a las empresas. Y eso durante años. Las
investigaciones han demostrado que una decena de grandes bancos internacionales
–Barclays, Citigroup, JP Morgan Chase, Bank of America, Deutsche Bank, HSBC,
Crédit Suisse, UBS (Union des Banques Suisses), Société Générale, Crédit
Agricole, Royal Bank of Scotland– se organizaron para manipular el Libor. Este
enorme escándalo demuestra que la delincuencia se halla en el corazón mismo de
las finanzas internacionales. Y que, probablemente, millones de familias
pagaron sus hipotecas a unas tasas indebidas. Muchas tuvieron que renunciar a
sus viviendas. Otras fueron expulsadas de ellas por no poder pagar unos
créditos artificialmente manipulados… Una vez más, las autoridades encargadas
de velar por el buen funcionamiento de los mercados hicieron la vista gorda.
Nadie ha sido sancionado, aparte de cuatro compinches. Todos los bancos
implicados siguen haciendo negocios. ¿Hasta cuándo las democracias podrán
soportar esa impunidad? En 1932, en Estados Unidos, Ferdinand Pecora, un hijo
de emigrantes italianos que llegó a ser fiscal de Nueva York, fue nombrado por
el presidente Herbert Hoover para investigar la responsabilidad de los bancos
en las causas de la crisis de 1929. Su informe fue abrumador. Propuso el
término de “banksters” para calificar a los “banqueros gángsteres”. Sobre la
base de ese informe, el presidente Franklin D. Roosevelt decidió proteger a los
ciudadanos de los riesgos de la especulación. Sancionó a toda la banca
imponiéndole el “Glass-Steagal Act” y estableciendo (hasta 1999) una
incompatibilidad entre dos tipos de actividades: los bancos de depósitos
y los bancos de inversión. ¿Qué gobierno europeo de la zona euro tomará una
decisión semejante?
Comentarios
Publicar un comentario