ENTRE CONOCIDOS Y DESCONCIDOS DEMABULAN HUÉRFANAS LAS IDEAS




En el marco del esquelético debate nacional un nuevo sofisma se plasma a modo de postulado: El ser conocido como valor esencial para proponerse como candidato. Dicen los que saben que dicho sofisma se instaló durante los noventa y que pasado el tiempo la cuestión se ha potenciado notoriamente. Temo dudar de dicha aseveración. Aquel quiebre del 2001 debería hacernos reflexionar al respecto; las calles hablaban de un que se vayan todos, y que no quede uno sólo; sospecho que la frase se refería a viejos “conocidos” que malamente habían desvirtuado a la política. Vale decir, políticos conocidos por sus notorias negligencias, por sus alarmantes ausencias ante todo tipo de compromiso social, por sus escasas habilidades para administrar los fondos públicos. Entonces ¿el ser conocido es un valor en sí propio? De ningún modo, pero al mismo tiempo es una característica importante debido a que tiene que ver con la historia de las personas. Conocer a alguien, saber de su actuación política, nos permite estar seguros si tal o cual candidato asiste regularmente a las sesiones, si en ellas se queda dormido, si es buen o mal “discurseador” o de lo contrario si ha sido contundente y probo presentando proyectos interesantes planteando dilemas innovadores y demás acciones positivas a favor de la sociedad. Ahora bien, si tal o cual candidato no es conocido solamente es el prejuicio quien domina la escena de modo que sólo una persona perversamente interesada calificaría con notorio denuesto dicha condición.
Por ejemplo ¿cuántos de los lectores habituales de este espacio observarían con agrado a un traidor, sea del signo político que sea? Para ello el conocimiento de su historia se hace imprescindible. Uno puede ser conocido por innumerables incisos, buenos o malos, y uno puede ser escasamente conocido solamente por dos razones: una de ellas es por no haber tenido actuación política anterior y la segunda por ignorancia de quién no lo conoce. Demás está decir que Insaurralde se encuentra dentro de este último grupo, excepto para los buenamente informados y para los seiscientos cincuenta mil habitantes del partido de Lomas de Zamora.
Vengamos al Pago. En lo personal una de las personas más sabias que conozco en cuanto al conocimiento de la ciencia política, cuestión que acompaña con segura ideología y con elevados análisis sociales es el Doctor José Javier Cortéz. Incluso ha participado de la función pública. Es un placer conversar con un hombre tan amplio, con tanta cultura política, una persona que con cada palabra que boceta nos invita incluirnos hacia el camino de lo no pensado. Sin embargo si de mediciones populares se trata vamos a poder constatar que el Doc lejos está de ser conocido masivamente más allá de su profesión. Supongamos en el futuro una posible postulación del hombre. ¿Puede ser que nos perdamos tamaña oportunidad simplemente debido a que nosotros adolecemos del saber necesario o en su defecto motivado a que la persona en cuestión ha decidido para sí un perfil un tanto más modesto? ¿Qué responsabilidad nos cabe como ciudadanos interesarnos sobre los postulantes?. Del Sel, Gianola, son extremadamente conocidos mediáticamente. Dicho conocimiento lejos está de calificarlos positivamente. Acaso su enorme popularidad dentro del campo de la política se debe justamente al fabuloso orgullo que tienen por mostrarse ignorantes. Esta ponderación se desprende de sus declaraciones, de sus principios, de sus ideas, de sus acciones públicas.
Por suerte lo que no conocemos es mucho más de lo que conocemos, en ciencia, en arte, y en política, y generalmente lo que conocemos lo conocemos incompleto y mal. Cosa que nos debe incentivar hacia los caminos de la sabiduría. De modo que primero sería muy bueno poner en duda aquello que conocemos y a la par esforzarnos por tratar de desasnar nuestras fabulosas ignorancias; ambas cuestiones nos ayudarían a elaborar eso que se llama pensamiento crítico. Pensamiento crítico sobre políticas, sobre personas, sobre la historia, sobre la información, sobre la realidad. Esa misma realidad que nos es contada desde los medios “conocidos” con interés  e intención y que por vagancia e ignorancia no nos atrevemos a cuestionar.

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