Como bien desarrolló nuestro
compañero Gerardo Fernández en la picada periodística que organiza todos los
viernes Maxi Montenegro por Canal 26, el dilema político que se plantea en el
corto plazo no será otro que la renguera del pato. Vale decir, cuánto del
contrapoder popular podrá mantener en los próximos comicios el Kirchnerismo, a
escala nacional, para que no se vean afectadas las conquistas logradas y si es
posible apuntar hacia aquellas que aún quedan pendientes. Los dos últimos años
del proyecto vigente serán determinantes para afianzar o para debilitar lo
realizado de modo que hacer futurología con relación al 2015 mueve literalmente
a risa. Evidentemente el plano de las demandas se ha modificado notoriamente
con relación al 2003/2005/2007; el crecimiento y la movilidad social ascendente
estimulan percepciones sociales muy distintas a las que se tenían por entonces,
esto debe ser correctamente leído, constituyéndose como un desafío, no sólo
para el oficialismo sino también para la oposición. Más allá que una buena
parte de la clase media observa al modelo agotado muy pocos segmentos sociales
son los que creen que el piso político debería retornar a los tiempos
neoliberales. Mientras que el Estado y la política le han dado respuestas
positivas a la mayoría de la sociedad, la actividad privada (burguesía) sigue
sin presentarse como opción eficiente para motorizar procesos productivos inclusivos.
No lo fue en pleno auge neoliberal no lo es en el presente. De manera
intencional, sospecho que por falta de argumentos, se instala la idea de que
Cristina aspira a un tercer mandato. Cosa varias veces negada por ella misma,
pretexto que sirve como ariete mediático en función de captar a esa masa que
considera al modelo agotado. Este intento pretende dejar establecido que el FPV-PJ
es incapaz de resignificarse políticamente tratándose de una expresión
anquilosada y conservadora, movimiento sin capacidad de comprender el país que
el propio kirchnerismo construyó.
En varias oportunidades,
durante estos diez años, los operadores corporativos han sido sorprendidos
varios metros adelantados, incluso luego de las elecciones del 2009 hablaban de
un fin de ciclo que nunca llegó. En política proyectar no deja de ser otra cosa
operar a favor de ciertos deseos coyunturalmente insatisfechos, ansias que no
se pueden manifestar abiertamente debido a que debilitaría ese disfraz
independiente que absurdamente aún se exhibe como meritorio.
El Kirchnerismo, es decir
quien hoy representa al Peronismo en el poder, tiene la enorme virtud de
saberse peronista, por lo tanto ostenta capacidades políticas contundentes,
internalizadas, para saber qué es lo que tiene que hacer en cada momento
histórico. Puede absorber derrotas como ninguna otra fuerza política, puede
resurgir desde los más oscuros infiernos, puede reciclar a sus actores y hasta
puede negociar con viejos antagonistas ideológicos. Lo que nunca hará será
disociarse de la realidad. Justamente esa disociación de la realidad es lo que
exhibe la oposición como relato político. Ya lo escribió Sarlo hace bastante
tiempo, si la oposición desea algún tipo de visualización política por parte de
las mayorías populares deberá cuando menos reconocer los logros del
kichnerismo, no sólo a partir de la declamación, sino dejando asentado que
determinados incisos positivos de esta década deben ser vistos como derechos
que nunca serán revocados. En ese contexto el problema que realmente tiene la
oposición y que no tiene el Peronismo es su historia, amén que la oposición sea
también Peronista (operatoria que el movimiento practica con mucha vocación). Los
tiempos de inclusión social, de equidad, de desarrollo industrial, de
ampliación de derechos fueron siempre peronistas, incluso me atrevo a afirmar
que los períodos 45-55 y 2003-2013 han servido para que la sociedad observe a
la etapa 1989-1999 como un quebranto ideológico, inesperado e indeseado, más
allá de que muchos protagonistas de entonces, que pugnan por imponer sus
figuras, sigan hablando (reduciendo a mi entender) de Perón, de Evita, de
Kirchner y hasta de la misma Cristina como políticos de unívoca lectura…
Gustavo,eso de que el peronismo no se disoció de la realidad,¿de que parte del peronismo como movimiento sincrético hablas?
ResponderEliminarPorque no es una movida o movimiento amparado en un líder sinó un movimiento capitalizado (maldita comparación), no era, o si era el mismo Perón en el `46 ó en el `74?
Somos dinámica social en movimiento conjugado,si bien el nombre identifica inclinación política.¿Derecha,izquierda,arriba,abajo al centro y adentro?
Mejoría para todos menos para los angurrientos.
Abrazo Gus
Me refiero a su escaso apego por los dogmatismos. Acaso prefiero esa construcción semántica antes que hablar de pragmatismo. Esa propiedad siempre le ha permitido al Peronismo no indagar sobre el sexo de los ángeles, cosa en la cual los socialistas nos hemos especializado. A eso me refiero: Equivocado o no siempre trató de hacer una lectura completa de la realidad evitando toda clase de disociación. Eso es lo que diferencia a un colectivo con vocación de poder y a otro de caracter testimonial.
ResponderEliminarTe entiendo.Hugo Del Carril será cercenado en su glorioso canto el la parte que dice "combatiendo al capital".
ResponderEliminarY eso es no ser dogmático si hablamos de testimonio.
Hay que atemperarse,lo que antes llevaba décadas ahora es cuestión de días,pragmatismo al palo como exigen las movidas financieras en su nueva presentación de envase larga vida para no ser mala palabra.
La pregunta al movimiento por ahora sin nombre ¿que los aglutina?, ¿cual es el común denominador mayoritario?¿que queremos?
Hace 60 años otro sol calentaba.
No me parece coherente porque a San Martín le fue bien empecemos a los espadazos contra los godos ahora como forma de liberación nacional