Esta es la desgrabación completa de una entrevista
que Marina Garber le hizo a Casullo
en abril del 2008, para un artículo acerca del lugar
de los medios en la vida política argentina, y de la que se
publicó una pequeña parte en la revista Acción.
– En su último libro usted
analiza las sociedades contemporáneas como sociedades mediáticas, en las cuales
los medios establecen las formas fundamentales de comprensión y percepción de
la realidad…
En todos
los capítulos de Las cuestiones
aparece el fenómeno de la sociedad mediática.
Yo denomino
sociedad mediática no ya a aquella sociedad de hace
20 o 30 años, donde los medios de comunicación tenían su
importancia, eran “el cuarto poder”, tenían su
incidencia en cuanto a la labor que cumplían –y esto se verifica a lo largo de
la historia del siglo XX en la Argentina–, sino que la sociedad mediática ya
es un nuevo fenómeno, una nueva dimensión, donde la
realidad es mediada y construida en lo fundamental y en donde es
muy difícil escapar a la influencia de los medios y escapar a la producción de
los medios, a la construcción del acontecimiento, a la construcción de los
hechos, a la narratividad de los medios.
En ese
sentido podríamos decir que estamos mediados
y que esa mediación atraviesa la política,
básicamente, pero atraviesa todos los otros niveles de nuestra
vida, también los niveles personales
y privados en tanto terminamos
siendo hijos de los medios.
En este
sentido te diría que sí hay una modificación y una
reformulación. Muchas veces se sigue pensando en la sociedad
anterior, la sociedad de los 60 y 70, la de los medios de comunicación y su
importancia, cuando ya estamos en otro nivel
podríamos decir mucho más decisivo en cuanto
a la suerte de la sociedad a
partir de qué performance de aquí en más tengan los medios.
– ¿Esta influencia se relaciona
más con los temas que tocan los medios, es decir con la imposición de una
agenda, o con la forma de tratar esos temas?
Los
medios lo que hacen es mediatizar todo,
a tal punto que ya llega a ser imposible pensar algo en términos de
autonomía frente a los medios. Mediatizan el
fútbol, mediatizan la política, mediatizan el arte, mediatizan nuestras vidas,
mediatizan la relación que tenemos con la ciudad, mediatizan la relación que
tenemos con los valores, por lo cual es
difícil pensar, por ejemplo, qué sería hoy el fútbol sin los medios.
Qué
sería la política sin los medios,
si en realidad lo que menos nos interesa de la política es
lo que dice el diputado, lo que dice el senador: a nadie eso le
interesa, le aburriría soberanamente.
Muchas
veces, cuando se solicita que haya debate, que haya discusión, que aparezca la
política, no se tiene en cuenta que los primeros demoledores de la
política son los medios. Acá lo que importa
es lo que dice el locutor, que además acá
dicen bastantes cosas, no se manejan con discreción como
en otros países. Lo que dice el animador cultural,
lo que dice el comunicador.
Desde
esta perspectiva, ahí se nota la influencia, en
el sentido de que los medios han generado que ya no haya más un
adentro y un afuera de cada una de las circunstancias, sino que
hoy los medios atraviesan también el saber,
atraviesan los mundos del conocimiento,
atraviesan las variables culturales.
Cuando
digo “atraviesan” quiero decir: es difícil pensar aquello que
quedaría fuera de los medios o estaríamos cada vez más
incapacitados de enunciar algo que queda fuera de los medios.
– Los medios y el sentido común…
A mí me
parece que los medios son la nueva derecha,
en términos culturales, que habita el mundo,
que habita Occidente, pero no tanto en
términos, o no sólo en términos, de acusar a las izquierdas o defender a
figuras de derecha –que también lo hacen–, sino en términos de plantear
una realidad, una construcción de lo real,
lo que podríamos llamar un entendimiento de lo real, que constituye
un sentido común de derecha.
El miedo,
la seguridad, la idea de determinadas
víctimas, las variables en cuanto a
cuáles serían las soluciones a tomar en cuenta,
quiénes serían los culpables, en dónde está
la problemática… Y esto lo construye el mercado
en términos de una dramatización nueva, una narración nueva,
a través de géneros.
La noticia
hoy se ha transformado en una instancia que se maneja a través
de géneros, o sea que responde a
variables con que los viejos géneros hollywoodenses
están constituidos y nos constituyen,
el género judicial, el género
policial, el género de la violencia,
el género turístico, son géneros donde
el espectador sólo examina y se le hace audible la realidad si
viene a través de un formato género.
Es
decir, se necesita el jefe de policía rodeado de micrófonos,
se necesitan las tiras esas que pone la policía alrededor del
cadáver, se necesita la escalinata judicial,
se necesita la voz del abogado, se necesita el
grito de la víctima, se necesita lo que podríamos llamar la
constitución del género en términos casi ficcionales para
que se haga audible.
Porque
acá también tenemos que pensar que hay otras voces que aparecen. Bueno, también
está el género protesta, el género
con cuestionamiento, el género podríamos
decir piquetero, en donde también se construye una imagen que nosotros vemos en
televisión y ya tenemos planteada la realidad
y ya sabríamos de qué se trata porque la forma televisiva nos plantea la
entrada al género.
Nos plantean la entrada: algo que
reconocemos, que nos resulta familiar y que es lo único que se nos hace
audible.
Frente a eso, aquello que no
aparece así constituido directamente es inaudible, es algo que no incidirá.
Entonces es el mercado el que construye esto, es el mercado el que entra en
competencia…
Uno
podría decir que los noticieros de alta
audiencia en horarios pico de la noche
construyen un noticiero donde el 90 % son noticias policiales,
noticias de violencia, noticias de violadas, noticias de asesinatos, noticias
de secuestros.
Porque la
cuestión es qué sería lo más conmocionante:
no es lo que dijo el diputado ni lo que dijo la Presidenta ni lo que
dijo un mandatario latinoamericano ese día.
Pero al
mismo tiempo están respondiendo a esa misma lógica que el mercado constituye
como lo único audible. Es decir, es casi un círculo vicioso. Una
vez que vos constituís tu oyente, evidentemente lo único que podés es
retroalimentar esa variable.
Yo diría
que el sentido común de derecha que el medio
manifiesta no es tanto decir “viva Sarkozy” sino plantearse
eso: cómo es la vida, de qué manera hay que tomarla, cómo agarro el tenedor,
cómo me relaciono con mi hijo, cómo pienso, qué pienso que es el morocho que está
en la esquina juntando basura…
En ese
sentido se constituye un sentido común de derecha
que hoy es hegemónico en los grandes centros urbanos de
masas, no solamente aquí, y que es un sentido
común reactivo, conservador, de corte reaccionario, racista, violentado y pasto
fértil para cualquier neofascismo, lo que se
evidencia acá con el 61 % de votos de Macri,
donde se evidencia básicamente una actitud antipolítica
y una gestión de limpieza, una cuestión gerencial que limpie,
barra y nos aleje de cualquier acontecimiento donde aparece el otro social.
Creo que
forma parte de esto que yo llamo un armazón donde planteo además que los
verdaderos partidos de la derecha entre comillas,
los que construyen la agenda diaria, los que
plantean qué tipo de problemáticas hay que discutir, los
que consagran cuál es el hecho importante del día
y cuáles son los hechos imprescindibles,
no son los partidos en sí –porque nadie va a decir lo que
dice López Murphy o Patricia
Bullrich–, sino son los medios de comunicación.
Ciertos medios
de comunicación gráficos, que tienen la capacidad
de imponer la agenda. Por la mañana ciertos
medios de comunicación radiales se
imponen por la agenda impuesta por los medios gráficos y que concluye
a la noche con los noticieros de altas audiencias
donde se cierra el día y donde uno, si se preguntase qué
es lo que realmente pasó con este país en sentido profundo, realmente no sabría.
Sabría
quién puede ser el asesino de Roxana, sabría si hubo algún raptado, sabría que
hubo un choque de un camión en Boedo, sabría que hay un preso que se ha
escapado…
Tendría una suerte de pequeño
melodrama que le
esconde la realidad. Ahora, esto es la noticia.
Es inimaginable
pensar un noticiero
de corte político
en la Argentina,
un noticiero donde el 80 % sean los acontecimientos políticos, sindicales o
sociales que suceden. En este sentido es donde yo decía que son productores de
un sentido común de derecha y por eso son los, entre comillas, “partidos de la
derecha” que, una vez que construyen ese sentido común,
cuando llegan los momentos electorales plantean la
defensa o la elección de algún referente que represente eso que a lo largo del año han
planteado como sentido comprensivo de la realidad.
Fuente:
Blog: Soy donde no pienso
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