Franklin
Chang Díaz tiene muy claras cuáles son sus metas actuales. Con gran entusiasmo
y esfuerzo, dirige el equipo de Ad Astra Rocket que trabaja en llevar su motor
de plasma, el VASIMR, a la Estación Espacial Internacional (ISS) a finales del
2014 para hacer la prueba final de su invento: dispararlo en el espacio. Una
vez superada la prueba, tiene esbozado un modelo de negocios con los posibles
servicios que su motor podría brindar en órbitas cercanas a la Tierra.
“Ya entonces suponemos que tendríamos en el mercado los motores operando en varias formas: tendríamos un motor operando en viajes robóticos, digamos un vuelo robótico a Marte, alimentado por energía solar; ese mismo motor también se podría usar para mover o reabastecer satélites. Esperamos también tener un motor que estaría empujando la ISS, ya proveyendo un servicio, no una prueba. Ese es como el destino, las metas inmediatas de la compañía”, explica el físico y astronauta costarricense. Sin embargo, esa no es la meta final de este motor, al menos no es motivación por la cual Chang los esbozó hace más de tres décadas. Su anhelo es usar el motor para llevar al ser humano a Marte. Ese sueño de viajar a Marte sigue vivo. Más que un sueño, es ya un plan esbozado de construir una nave, el Bëkuö (que en bribri significa estrella fugaz) y, en un par de décadas llevar, en solo 39 días, a un grupo de astronautas al Planeta Rojo. Con la advertencia de que esta no es la meta inmediata de Ad Astra Rocket y de que es imposible saber qué ocurrirá en el futuro, Chang compartió con La Nación sus planes de construir el Bëkuö.
Fuente: http://www.quantum-rd.com
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