No caer en la trampa
Una cosa es debatir políticas dentro del
espacio, fortalecer visceralmente nuestras visiones, analizar las diversas
formas que existen para resolver dilemas, intentar pensar los caminos a
escoger, no sólo para profundizar el modelo sino además para que esa
profundización no se observe distante en el tiempo, y otra muy distinta es
tirarnos con munición menor ingresando por los sinuosos senderos apolíticos que
la oposición mediática nos propone a diario.
Los medios dominantes, por medio de sus
autoponderadas plumas, han tratado permanentemente de encontrar fisuras
utilitarias dentro del Kirchnerismo estilando las más variadas estrategias:
Apología de figuras del proyecto mostrándolas en franca oposición a la Casa de
Gobierno, construcción de conflictos personales entre funcionarios mediante
versiones antojadizas, recrear viejos y aclarados desencuentros, y sobre todo
instalar divisorias de aguas mediante la calumnia y la injuria.
En estos últimos días, dentro del propio
oficialismo y a propuesta de las corporaciones, observo ciertos cortocircuitos
sobre temas llamativamente menores. Desde este espacio no creemos que El Papa
constituya un tema de debate político trascendente de cara a nuestras
problemáticas cotidianas, al igual que si Horacio Verbitsky logró tener algún
salvoconducto en el pasado para no ser asesinado. Lo cierto es que la oposición
mediática aprovecha de estos cortocircuitos y como diría un viejo amigo:
nosotros les damos el gusto ingresando a esa pieza en cuyo frente reza un
cartel francés que indica: “Sólo para boludos”.
Hay que tratar de no caer en la trampa.
Ayer, durante la emisión de 678 Dante Palma cayó en la trampa, los que
denostaron a Horacio Verbistky y a Horacio González por sus informaciones y
editoriales sobre las conductas pasadas de Bergoglio, cayeron en la trampa.
Caemos en la trampa cada vez que tomamos como propios los orzuelos que parten
de las usinas corporativas y comenzamos a confundir lo personal con el
proyecto.
Ya lo mencionó el Cid de Magnetto hace muy
pocas horas: “Voy a hacer todo lo posible para que esta gente – con votos -
deje el poder”; partiendo del interlocutor sabemos que los métodos serán de
toda clase y tenor para lograr dicho objetivo. Esto incluye mentiras,
calumnias, falacias, operaciones, trampas dialécticas, falsas denuncias, de
modo que flaco favor le estaríamos haciendo al proyecto Nacional sin en lugar
de colocar todas nuestras fuerzas en la política concreta y real nos enroscamos
en los artificios de los perversos. Nada podemos hacer con aquella porción de
la sociedad que nos odia, y más cuando ese colectivo utiliza dichas artimañas
como pretexto de su odio.
Octubre del 2011 demostró que los medios
dominantes nada pueden hacer en contra de un gobierno que atiende a las necesidades
de las mayorías populares. Ocurre en Ecuador, Venezuela, Bolivia, Uruguay.
Cuestión que dichos medios aún no han sabido leer y se me ocurre que nosotros
tampoco hemos sabido leer. Ambas disyuntivas me llaman poderosamente la
atención. Lo de ellos me tiene sin cuidado, acaso no tengan otra opción, hasta
el momento la voluntad popular les fue esquiva, me preocupa lo nuestro. Si
tanto nosotros como nuestros cuadros políticos gobernantes estamos seguros del
camino y sabemos que poco a poco existen más y más ciudadanos integrados a la
Patria no existe necesidad de incluirnos en las falacias. Quizás el problema
radica en esa seguridad.
Más que nunca debemos elevar el debate
político, ponernos por encima de la miserabilidad mediática. Más que nunca
debemos expresar las bondades del modelo en franco antagonismo con las
propuestas que desean retornar a las recetas neoliberales. Desde hace diez años
nos estamos defendiendo por pecados inventados, operados; pues contraataquemos con
política, con argumentos. Cada vez que Cristina le habla al pueblo debatamos lo
trascendente, dejemos de lado la chicana – método dialéctico de defensa que
nuestra Presidenta utiliza a la perfección -. Pongamos sobre la mesa de
discusión qué significa recortar el gasto público, a cuál porción de la
sociedad le impacta directamente dicho recorte, qué diferencia existe entre una
administración pública responsable y el “gestionalismo”, cuáles son las razones
(causas) fundamentales del conflicto social (efectos). Detenerse en el “quien
es quien” es el juego preferido de las corporaciones mediáticas y sus gestores,
entretenimiento al cual se prende la oposición política por ausencia de
argumentos y una historia reciente que nos los acompaña demasiado.
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