El Fútbol Para Todos
y el concepto “Prioridad” como sofisma


En cuestiones de la administración pública la palabra “prioridad” no debería ser alzada tan livianamente en el marco del discurso político. A primera instancia, desde el sentido común y ante una posible duda sobre su significado y su significante puede contestarse sencillamente y hasta exhibiendo un alto grado de omnipotencia - nuestros lectores conocen perfectamente qué es lo que pensamos en este foro sobre el sentido común -. Salud y educación son, inmediatamente, los dos primeros incisos que ingresan dentro de ese campo dialéctico. Vivienda, empleo, transporte, infraestructura, seguridad, cultura, medio ambiente, indumentaria, son anexados a poco de continuar con el debate, sin atender que todos los mencionados tienen extrema relación con los dos primeros tópicos mencionados, diseñando de ese modo, acaso subrepticiamente, un patíbulo retórico a la medida de sus cuellos.

¿Cuánto impacto tienen en la salud colectiva, física y mental, el empleo, la vivienda, la infraestructura, la seguridad y el medio ambiente?. La salud no es solamente la curación, también es la prevención de enfermedades a través de mejorar la calidad de vida de la totalidad de sus habitantes. Del mismo modo ¿cuánto impacto tiene en la educación colectiva la cultura?. La educación no es sólo la instrucción enciclopédica también es la formación y ésta se encuentra intrínsecamente relacionada con la esfera social.

Por fuera de las discusiones menores que últimamente se van dando con respecto a las prioridades observo que generalmente se utiliza el término banalmente fijando posiciones casi fundamentalistas, ciertamente de sencilla refutación.

Al respecto el proyecto Fútbol para Todos ha disparado tal vez el más encarnizado de los debates. ¿Es prioritario el Fútbol para Todos? Probablemente no lo sea si se lo toma individualmente, fuera del contexto social, apartado del colectivo, sin tener en cuenta lo que antes ocurría. Pero a poco de andar podemos constatar que su prioridad no radica en la sola emisión de los encuentros futboleros, cosa que muchos están empecinados en hacer notar, sino en el impacto positivo que tiene dicho proyecto en el conjunto de la población.
¿Cuántas familias sanamente comparten hoy lo que antes los separaba? ¿Cuántas familias sanamente se sienten incluidas a partir del entretenimiento y el placer? ¿Cuánto de salud, de educación y de formación existen dentro de ambas cuestiones? ¿Ese ahorro anual del cable más el codificado (aproximadamente $3.600) en qué proporciones impacta con relación a la calidad de vida en cada hogar?. ¿Cuánto más de educación y de salud pueden tener esas familias? (Cosa que intencionalmente y de modo perverso el Legislador de la 6ta sección y referente local del PRO Sroedek prefiere obviar cuando habla sobre el tema por la AM 1470 La Dorrego)

Generalmente el concepto “prioridad” es bastardeado cuando desde la no-política se lo pretende categorizar aisladamente, estableciendo una suerte de especulativa tabla de ponderaciones. “Hay cosas más importantes para hacer” se suele afirmar. A lo que respondo: Siempre las hay. Pero cuántas de esas cosas positivas intervienen con mayor fuerza en el deseo y el placer colectivo. Por ejemplo y volviendo al Proyecto FPT: ¿En cuántos hospitales u hogares con limitaciones económicas sus pacientes postrados disfrutan en la actualidad de ese servicio público antes vedado?. ¿Qué relación tienen esos momentos en el marco de un proceso de recuperación? Se me responderá: no se necesita del fútbol para sanarse. Respuesta no ha lugar, pues no se habla de curación, eso ingresa dentro del estricto campo de la medicina, hablo de la sutil humanización que significa aproximarse, mediante un detalle que algunos consideran menor, al mundo vital.

Hagamos un breve ejercicio y quitemos todo lo que sospechamos superfluo en función de las supuestas necesidades aún insatisfechas. Pues esas necesidades insatisfechas aumentarán en cantidad de personas de forma notoria debido a que esas actividades dejarían de proveer valor agregado, es decir, de trabajo.

Con aquel criterio extremista mientras falte una cama en un hospital público o un pupitre en una escuela no debería invertirse un centavo en nada que no apunte hacia esos incisos, debido a que todo se tendría que evaluar sobre la base de ese paradigma.

El término prioridad, en el campo de la política, está relacionado con objetivos generales de carácter histórico: Llegar al pleno empleo, tener índices cero en cuanto a la mortalidad infantil y el analfabetismo, que toda familia posea una vivienda, que no exista el delito, etc. La utilización de esos anhelos colectivos como argumento crítico lo observo miserable debido a que esa persona que los expone sabe perfectamente que son dilemas estructurales en donde nuestro pasado (causas) cuenta con enorme arraigo en nuestro presente (efectos).

Hace un tiempo Martín Caparros afirmó que mientras haya un pibe que muere de hambre hablar de la cuestión Malvinas constituye un insulto intelectual. ¿Qué debemos hacer según Martín? No hablar, no reclamar, entregarlas. ¿Cuáles de las tres variables le salvan la vida a ese chico?. Hasta en los supuestos grandes pensadores de nuestra contemporaneidad existe una llamativa linealidad para analizar sucesos. Estas clases de sofistas son los que intentan confundir ese asunto de las prioridades. Acaso existan niveles de urgencias, lo que no existe es una tabla ponderativa real debido a que todas las variables existentes afectan a la vida de las personas. Al mismo tiempo observamos que el tema de las prioridades jamás perfora el campo de lo privado, como si el mundo de lo privado estuviese exento de la responsabilidad sobre las ignominias existentes.

Para muchos de nuestros compatriotas en FPT es una prioridad, igual que para otros lo es  cada una de las actividades recreativas que desarrolla cada municipio en particular. Si algún día hacemos el complejo ejercicio de sumar los montos que involucran esas actividades locales, a lo ancho y a los largo del país, y que se destina a la recreación y el esparcimiento vamos a comprender que dicho dilema futbolero no tiene ningún tipo de consistencia. En números redondos los mil doscientos millones de pesos que pagamos los cuarenta millones de argentinos para ver no menos de quinientos encuentros al año (incluidos los de la selección, Nacional B etc. ) no merece el menor debate. El aproximado $ 0,06 que nos cuesta ver cada partido de fútbol desbarata cualquier tipo de crítica seria. Aún a riesgo de saber que los más poderosos como Sroedek también gozan de dicha política, al igual que gozan de las rutas, del colectivo, del combustible, del correo, de la escuela pública, de la salud pública, de la cultura popular y demás cuestiones que también todos pagamos y que hacen a un proceso inclusivo en donde las prioridades aisladas entendidas como tales no existen, ya que debido a su interrelación social todas los son.

Es evidente, aquellos que critican el proyecto no lo hacen con argumentaciones sólidas. Pensando un poco sobre lo dicho nadie, desde la inteligencia, puede esgrimir conceptos prioritarios sobre la cuestión. Los moviliza aquel pasado dorado en donde una minusválida inversión les permitiría el diseño de una ingeniería de negocios descomunal: Derechos de televisación, pauta publicitaria, dominio del mercado debido al monopolio del fútbol etc. (Sroedek habla de la publicidad oficial – publicidad que les encantaría tener a los medios privados, sobre todo por el monto que representa – como una suerte de lavativa cerebral. ¿Qué poca consideración y respeto hacia los ciudadanos? Además ¿Qué hace Macri en los televisores de todas las estaciones de los subtes de Buenos Aires?) Lamentablemente nuestros  - premiados o preñados - periodistas locales no preguntan cierta cosas...
Mil doscientos millones de pesos anuales no mueven el amperímetro de los presupuestos de salud ni de educación. ¿Cuánto es el PBI y cuánto de ese PBI se le dedica a salud y a educación en la actualidad? Los números hablan con demasiada claridad.

* Entiéndase el término "preñados" como metáfora: Ejemplo: "Preñados de publicidad e intereses puntuales"...


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