Farándula
No nos debe sorprender que el mundo de la
farándula se exprese políticamente. Lo ha hecho en infinidad de ocasiones. Por
acción u omisión muchos de ellos fueron soportes esenciales durante la
dictadura cívico/militar mientras otros la sufrían desde el desempleo o
directamente en el exilio. Algunos de los que hoy están en veredas opuestas
seguramente compartían momentos de profundos debates alejados de la Patria. Por
entonces la familia estaba mucho más dividida que en la actualidad, lo que sucede
es que esa división descansaba bajo una alfombra hilada con hebras de
represión.
Los Gobiernos democráticos de Alfonsín,
Menem y del matrimonio Kirchner han exhibido alineamientos marcados en
consonancia o disonancia con cada uno de esos proyectos políticos, de modo que
atesorar una supuesta asepsia militante constituye en sí propio una notoria
falacia argumentativa. Incluso ciertas metamorfosis se exponen sin pudor,
modificaciones que probablemente guardan directa relación con la percepción
individual sobre las distintas coyunturas. Tipos como Luppi, Bidonde, Briski o
Brandoni entre otros, siempre exhibieron sus lineamientos sin eufemismos
corriendo los riesgos que lamentablemente por malversación de la libertad
individual tal cuestión encierra. Los citados mantuvieron sus percepciones en
todas las épocas, en ocasiones fueron invisibilizados en otras sobreexpuestos.
Si nos alejamos en el tiempo Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Hugo del
Carril y Nelly Omar militaron por sus ideas con sumo entusiasmo y pasión -no
mencionar a Eva Duarte constituiría un enorme despropósito de mi parte-.
En todos los casos mencionados tal
militancia se desarrolló a favor de un proyecto político determinado, vale
decir, son ciudadanos que siempre expresaron desde dónde hablaban cuando
decían, en el acierto o en el error, pero definitivamente comprendidos dentro
de un colectivo político.
La crítica hacia el oficialismo desde un
supuesto “no lugar” es el nuevo elemento que interviene en la coyuntura.
Tilinguería despolitizada y cacerolera me atrevo afirmar. Tipos populares que
tras túnicas de asepsia se consideran estar más allá del firmamento político,
acaso convencidos que dicha asepsia les otorga un blindaje corporativo y
mediático plagado de siniestros equilibrios. ¿Se puede criticar desde un no
lugar? Raro, muy raro. Como bien mencionó Enrique Pinti, habitante si los hay
de los parajes apolíticos, “una cosa es que vos cuestiones una medida
determinada o una política específica y otra muy distinta es que te metas con
la integridad de las personas”. Para luego agregar “si te gusta el
durazno bancate la pelusa. No podes dudar, públicamente y a placer, de la
honestidad de las personas y pretender que no te respondan”. Y esto, Pinti,
se lo manifesto a María O´Donnell, periodista que había escrito un artículo en
el Diario El País en donde describía casi maliciosamente que Ricardo Darín le
había dado una lección de ética a la Presidenta. Algo similar a lo de Pinti
manifestó Solita Silveyra, mientras que Gasalla, Campanella y Gianola quedaron
colgados de la palmera como buenos primates que son.
La plena libertad expone lo mejor y lo peor
de los seres humanos. Vuelan libres y quedan expuestos en el éter la
solidaridad y el egoísmo, la bondad y la malevolencia, los intereses particulares
y los colectivos, la torpeza y la inteligencia. De modo que a la libertad plena
se le teme, y se le teme porque expone, exhibiendo sin tamices ni filtros que
no sólo el pez por la boca muere.
Darío Grandinetti, conversando con Víctor
Hugo, le comentaba sobre lo asombroso de ese no lugar forzado en el cual
algunos de sus colegas caen a propósito de colocarse sobre una pirámide
intelectual ficticia, ámbito que supuestamente supera largamente el dilema
terrenal. Los tipos sospechan estar de vuelta de todo, sentenciaba a
modo de crítica.
¿Qué hay o qué hubo detrás de Darín por
fuera de sus minusválidas y tardías aclaraciones sopretexto de un supuesto
engaño? Pues mucho, ya que su no lugar político constituye un enorme mimo hacia
aquellos que consideran a la política un problema irresoluble. Luppi calificó a
Darín de pelotudo. Y creo que fue sumamente generoso, acaso paternalista, para
con un tipo que largamente ha superado el medio siglo de vida. Federico le
perdona la enorme malevolencia que tuvieron sus declaraciones, citas muy en
sintonía con los desenfrenos, desmadres e irrespetos que presenciamos durante
las virulentas marchas caceroleras. ¿Habrá tenido temor Darín a la pérdida de
su compacto público mediopelo? Si un diminuto y básico operador como Eduardo Feinmann te corre por izquierda quiere decir, hermano,
que tocaste fondo.
Lo de Campanella llama mucho más la
atención. Hombre que pocos años atrás no se preguntaba por la transparencia de
los dineros estatales direccionados a favor de sus proyectos en canal Encuentro
o dentro del ámbito del INCAA. En lo personal no soy admirador de su cine.
Reconozco que no vi El Secreto de sus Ojos debido a que sí vi El Hijo de La
Novia y Luna de Avellaneda. Ambas entregas, sumamente comerciales y acarameladas,
no me dispararon entusiasmos. Si me gustó su trabajo en Recordando el Show de
Alejandro Molina, sospechando que el mérito de la obra la tiene de manera
exclusiva el propio Negro Dolina, autor, intérprete y creador del ciclo. Por
entonces Campanella no hablaba de masacres inexistentes y persecuciones
ficticias. Noto que luego de las marchas del pasado año ha encontrado su lugar
en el mundo. El afamado director de Universal cayó en la trampa que la
tergiversación editorial encierra, y lo hizo por decisión propia, lanzando una
serie de suicidios dialécticos muy propios del sentido común. ¿Puede un hombre
presumiblemente inteligente afirmar que vivimos en una sociedad en donde el
estado persigue opositores? No lo he escuchado a Campanella mencionar palabra
alguna cuando las denuncias penales de Clarín en contra de periodistas, menos
aún sobre la ruin campaña que Víctor Hugo Morales sufre diariamente desde las
usinas de las corporaciones. Es probable que el 0800-inquisidor haya sido del
gusto del director. Si de masacres dialécticas hablamos hay mucho camino por
desandar, sobre todo si uno se tomó la molestia de prestarle atención al prime
time dominical durante el año pasado.
Campanella masacrando contratos con Cristina y con Coscia
Vivimos una época muy saludable. Virulenta,
apasionada, plagada de celadas y frescos oasis, la libertad expone a los enanos
totalitarios que muchos de los que se dicen republicanos tienen escondidos. Si
el Gobierno calla, otorga; si responde, masacra. Nunca escuché a ningún
analista mensurar los riquísimos debates que se dan en 678, simplemente el
argumento es que son todos chorros. Curioso resulta que hasta ahora y luego de
tanto repetir la especie nadie haya realizado ninguna denuncia al respecto y
todo lo afirmado en relación con el tema haya sido engañoso. Llama la atención
debido a que muchos funcionarios oficialistas y opositores fueron sometidos a
rendir cuentas ante la justicia. No creo que Diego Gvirtz tenga más poder que
la propia Presidenta, que Magnetto, que Saguier, que Moreno, que Macri,
ciudadanos que en más de una ocasión estuvieron expuestos en los estrados
judiciales.
Darín afirmó que no quiso hacerle daño a la
Presidente y que en el texto editaron maliciosamente debido a que se refería a
todos los funcionarios. ¿En qué cambia su sospechosa corrección si no se
molesta por estudiar las declaraciones juradas?. Los funcionarios oficialistas
están sometidos como nadie de cara a la sociedad. Los medios y la oposición
conforman una suerte de ejército de inquisidores judiciales esperando que
alguno pise desdorosamente el palito. Y eso Darín no lo puede ignorar. Lo que
no se plantea el actor es cómo sus grandes contratistas privados han logrado
edificar sus descomunales emporios mediáticos. Es un fiel representante del
establishment que en consonancia con el sentido común considera que el capital
privado tiene un origen distinto al dinero público. Uno, este último, tiene su
génesis en nuestro esfuerzo colectivo, el otro se desarrolla por generación
espontánea, por talento empresarial. Vaya tontera intelectual. Sería
interesante que alguna vez le pregunta a Adrián Suar con qué dinero comenzó a
edificar Polka. Sus conexiones políticas durante los noventa, las de su
familia. Es probable que allí se de cuenta Darín que la generación espontánea,
el riesgo y el mercado constituyen sofismas muy bienvenidos por el medio pelo
jauretchiano.
Más allá que durante los noventa Ricardo
Darín mantuvo un prudente y conveniente silencio, siendo por entonces un hombre
hecho y derecho, celebro su salida del closet. Me alegra que haya dejado de
lado su faz como remador de notas triviales. Me resulta reconfortante que cada
vez más ciudadanos se comprometan con la realidad, aún en disidencia con lo que
uno sostiene. La democracia mejora con más democracia, por fuera de algún
quebranto u error. Del mismo modo la política se fortifica con más política, el
dilema que nos compete es saber discernir qué cuestiones están dentro su esfera
y que disyuntivas pertenecen al ámbito de la banalidad. Estoy seguro que el
presente artículo que está pronto a finalizar encaja perfectamente dentro de
este último de los espacios discursivos.
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