El Pro, sus insultos y sus balas de goma
cuentan con adherentes importantes
en Coronel
Dorrego
El listado de barbaridades se multiplica
a poco que los adherentes del Pro exhiben públicamente sus entusiasmos, tanto en la red como delante
de los micrófonos mediáticos. No resulta descabellado inferir que en dicho
contexto tanto Zorzano, como Chalde, como Reyes, como Onorato, como Di
Pascuale, como Srodek, como Ginóbili, me refiero puntualmente a gente de
nuestro Pago Chico, que se reunió con Macri en Monte Hermoso, deben acordar con
semejante eyaculación infamante. Hasta el momento no se han despegado de los
dichos ni han criticado a ninguna de las personas que se expresaron de manera
injuriosa, en consecuencia y hasta que ello ocurra, nos cabe una duda
razonable. Hace un tiempo algunos dirigentes locales del radicalismo expresaron
ofensas similares a la investidura presidencial y hacia su colectivo de
adherentes en sus sitios personales, sin que hubiese rectificación orgánica
correctiva ante semejante manifestación de intolerancia. Planteada la cuestión
en estos términos qué se puede debatir con estos tipos, qué diálogo se puede
establecer, qué puntos de contacto pueden existir en tanto y en cuanto partimos
de la premisa que uno es una despreciable basura por la sola razón de adherir
al Gobierno Nacional. Además y como cuestión anexa, quiénes son los que acusan.
Causan idéntica gracia los personajes como el dilema en sí propio.
Desde este foro siempre se han desarrollado
críticas a la administración local de modo respetuoso y dentro del campo de la
política y la ideología. Jamás, percepciones personales, propias o ajenas,
cuestiones que se conocen certeramente por encima del rango de rumor, han sido
incluidas como argumento de debate. Dicha operatoria desluce toda intencionalidad
de crecimiento intelectual. Sin embargo podemos observar que nuestros máximos
dirigentes no tienen el menor reparo en adherir a las agresiones de Pro e
irrespetar el sentimiento de buena parte de la población dorreguense que
depositó su confianza en el proyecto Nacional Y Popular que encabeza Cristina
Fernández de Kirchner.
Supongamos que arrojo la falacia que el
dirigente político “X” banca clanes de chorros y que a la vez es homosexual, que
incluso hace pocos años atrás se agarró de las “mechas” con el productor “Y”
debido a un conflicto de amoríos el pos de lograr los favores y las gracias de un
“joven amante”. Como pueden observar soy mucho más delicado que Del Sel. ¿Qué
significan ambas afirmación? ¿Qué le agregan a la discusión fundamental? O lo que
es más sustancial ¿A quién le importa tamañas banalidades dentro del debate
político? En todos estos casos la única pretensión, sopretexto de una sociedad
pacata y cerrada, es enlodar a una persona, lacerar el buen nombre y honor de
un ocasional antagonista político, exponer mis propias limitaciones ya que no
poseo los tintes adecuados para responder a sus argumentaciones, más allá de
presentarme desdorosamente como sectario, sexista y homofóbico.
¿Qué diferencia existe entre el párrafo
anteriormente mencionado y las recientes declaraciones del acaso futuro legislador
del Pro, Miguel Del Sel? Ninguna. Y la más significativa de las coincidencias
radica en la ausencia de política. Sólo la ofensa como minusválido motor
discursivo.
Por eso me permito recomendarle a nuestra
dirigencia vernácula despegarse cuanto antes de ese formato discursivo y de sus
arquitectos, criticando duramente toda malignidad personal, más aún cuando
dichos vómitos virulentos emanan desde las propias estructuras partidarias o
parten de posibles futuros aliados.
Admito, celebro y comparto el entusiasmo
político sobre cuestiones puntuales, el fervor en la defensa de las ideas, la
convicción y alguna carajeada arrojada contra el viento al estilo del
buenamente recordado Chacho Jaroslavky. Lo que es intolerable es exigirle
prudentes silencios a aquellos que son menoscabados íntimamente en sus máximos
dolores.
Planteado en los términos propuestos no
esperen que este espacio vaya a poner con mansa gracilidad la otra mejilla.
Estamos agobiados por las descalificaciones,
hartos de los insultos, de los “yeguas” y de los “putas”, de los “conchudas” y
de los “kretinas”, de los motes de “chorro” y de “corrupto”, de los “hija de
puta” y la falacia dictatorial, va colmando nuestra paciencia que nos quieran
arrojar por las ventanas de los trenes, nos tienen cansados con amenazas de
llevarnos al patíbulo cuando dejemos de gobernar, las bolas secas con eso de la
ausencia de republicanismo, con la futura desaparición de 678, La Campora,
Vatayón Militante y la Tupac. Que estamos armados, que somos montoneros,
militontos pagados al servicio de la ratería, que los movimientos de pinzas,
que las emboscadas y cientos de malevolentes adjetivaciones. Curiosamente
durante estos diez años de Gobierno no existió expresión política
imposibilitada de manifestar sus ideas, de hecho se han multiplicado sanamente
las agrupaciones juveniles y sociales. Parece que esta gente desea arribar al
poder solamente para silenciar voces, acosar a toda militancia que no acuerde
con sus conceptos y estimar prudente instalar líneas de delación ciertamente
coercitivas.
Ojalá que la cordura vuelva a colocar a la
política en el centro de la escena, espero ansioso fervientes discusiones sobre
el rol del Estado, en dónde descansa el poder real, el aborto, el esquema de
salud pública, cómo eficientizar la seguridad en el marco de un sistema de
derecho, la democratización de la justicia, el rol de las corporaciones, la
política de subsidios, la educación, los contenidos comunicacionales, el concepto
de libertad, los conceptos de propiedad privada y de propiedad pública, cómo
desarrollar un sistema productivo que garantice pleno y formal empleo, y
dejemos de lado no sólo la descalificación personal sino también, y aquí en el
Pago existen muchos que pueden tomar el guante, la velada sonrisa cómplice que
implica disfrutar especulativamente de lo más deshonroso que tiene la política:
la calumnia y la injuria como único argumento existencial.
Miguel del Sel sabe lo que dice y a quien se dirige. Habla para una masa de votantes absolutamente ignorante e inculta, clientela favorita de planes económicos que les permitan seguir evadiendo impuestos, comercializando en negro, explotando trabajadores, fácilmente comprable en su voluntad electoral con unos pocos dolares que les permitan viajar a Miami una vez por año. Los perros del matadero los llamaba Jauretche "que se pelean por las achuras, mientras el carnicero se lleva las medias reses". A esos se dirigen Del Sel y toda la derecha argentina.
ResponderEliminarEntonces mi estimado Antonio, debo inferir que debe ser por eso mismo que representa Del Sel que nadie de nuestro Pago Chico haya salido en defensa de la política y la cordura.
ResponderEliminarLamentablemente creo que es así....
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