Robert Cray es el eterno personaje que
nada entre mil aguas, aunque sean la procelosas corrientes del Rhythm &
Blues en todas sus variantes, las que arrastren sus dedos por la guitarra. Su
madurez interpretativa y el hecho de ser reclamado por grandes estrellas
“incorruptibles” le han granjeado, por un lado, las simpatías y el
reconocimiento de buena parte de los aficionados al jazz así como de aquellos
que aplauden el mestizaje de todas las variantes de la música negra.
Pero al
mismo tiempo Cray ha sido denostado por quienes también ven en George Benson un
peligro para el jazz, sin tener en cuenta la impresionante categoría artística
de aquel a quien desean herir. En suma, estamos ante un artista que, para
complacer a los primeros y no seguir defraudando a los “ortodoxos del ritmo”
edita discos de una fuerza innegable, pero con una forzada manía, llegar a
todos los públicos, lo cual es imposible cuando de arte puro se trata.
Carlos
Tena
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