Oposición y Futuro
No nos puede extrañar la
actitud de la oposición legislativa con relación a la iniciativa de repudio que
fue presentada por la bancada kirchnerista a propósito de las denuncias penales
efectuadas por el grupo Clarín en contra de periodistas catalogados como
oficialistas. No hay retorno de semejante acto de sumisión. Ellos mismos se han
colocado un bozal, nunca más podrán conjeturar sobre la libertad de prensa y
cuestiones de similar tenor. La espada de Damocles estará presente incólume mientras
conserven sus cargos y deberán soportar con sumo estoicismo cuanta andana de
argumentos les tiren por la cabeza cuando estas temáticas se coloquen sobre la
mesa de debate. Les han abierto las puertas a la intolerancia desandando en
forma integral el tan mentado sendero republicano que hasta el hartazgo
aseguran recorrer. Parte del poder legislativo ha cedido ante el poder
corporativo, parte de los representantes del pueblo han decidido cruzar la
línea hacia el oficialismo que representa el poder real, agachada miserable que
no merece ningún tipo de consideración política futura. ¿Si estos tipos fueran
mayoría, quién gobernaría el país?. La respuesta cae de maduro
Varias decenas de aspirantes a empleados
del mes lucharán por el prime time de TN. Es probable que aquellos que votaron
en contra cuenten con ventajas por sobre los que se retiraron o abstuvieron. Lo
cierto es que nuevamente nuestra democracia ha dado un paso atrás conforme la
defensa de los derechos individuales, obsequiándole un espacio de enorme
representación a los intereses oligopólicos. Tranquilamente el día de mañana
cualquier afectado puede antojadizamente y por encono personal acusar
penalmente a Lanata o a Morales Solá por incitar a la violencia. ¿Cuál será la
actitud de este grupete de quebrados? ¿Qué argumentos expondrán en sus
considerandos? Creo que ambas preguntas se contestan tan fácilmente como la
anterior. Le arrojarían el fardo al Gobierno sin pruritos, armarían
conferencias de prensa, comisiones, y hasta volverían a reiterar la tesis “del
muerto”.
Rendida ante las corporaciones la
oposición está absolutamente persuadida que sin ellos no tendrán espacios
mediáticos para exponer sus proyectos. Sabrá Dios quién les hizo creer tal
cosa. La distribución de los sitios públicos es por ley, además ninguna señal
de noticias va a desparecer, con el anexo de que varios proyectos
periodísticos, hoy silentes, tendrán cabida en el espectro, de modo que pensar
en ceñirse, en lugar de exonerar tan pesada carga, constituye un evidente y alarmante
confinamiento conceptual para luchar por el espacio político, tanto en la
praxis como en el campo de la dialéctica. No casualmente son las mismas
falencias que muestran en la política. Dilema que no puede exhibirse de otro
modo debido a que son los mismos actores los que toman idénticas decisiones.
Los que con sinceridad y convencimiento
político aspiramos por un esquema superador del actual modelo vemos cada vez
más alejada la posibilidad de no contar con Cristina Fernández como cabeza de
proyecto. Por fuera de la fragilidad operativa que se percibe en la oposición,
dependiente y temerosa del poder corporativo, tampoco observamos dentro del
oficialismo cuadros políticos con la suficiente talla para perfeccionar y
profundizar lo realizado. Todos los nombres en danza se hallan muy alejados de
poder captar ese voto kirchnerista puro que tanto mortifica con su existencia.
De hecho muchos actores kirchneristas suelen tropezar con las musas mediáticas
corporativas convencidos de ser las esperanzas blancas dentro del populismo.
Massa, Scioli, y algún que otro Gobernador como Urribarri, Urtubey, Zamora o
Capitanich, son gestores bien considerados, pero lejos están de responder a las
aspiraciones de ese núcleo duro kirchnerista que no imagina al modelo sin Cristina
como conductora natural. Dentro de este panorama emerge la figura de
Sabbatella, ya inserto como parte unívoca del Proyecto. El ex Intendente de
Morón es una figura que de aquí a tres años, militando dentro del movimiento,
puede posicionarse como el ala progresista del partido, sector mucho más afín
con el modelo vigente de lo que representan los antes mencionados.
La derecha y cierta progresía sueñan con
aquello de que “muerto el perro se acabó la rabia”. La “intelligentzia”
vernácula aspira que ante la imposibilidad de continuidad ejecutiva de nuestra
líder se diluyan o cuando menos se atomicen los paradigmas políticos que la
sociedad, mayoritariamente, ha aceptado y aprobado con absoluta contundencia.
Por ahora nada dicen sobre cómo harán para que esa porción del pueblo haga
borrón y cuenta nueva de sus dichas. No resulta fácil que los pueblos olviden
aquellos momentos en los cuales fueron felices. No pudieron con el
Yrigoyenismo, no pudieron con el Peronismo, no podrán con el Kirchnerismo. Los
pueblos profundos, los marginados por la patria formal, suelen ser muy
agradecidos con los que atendieron sus demandas; ser tenido en cuenta forma
parte de una hermosa condición humana, experiencia inolvidable que sólo es
posible valorar cuando el estado de ausencia, olvido y abandono resulta la
norma y el estatus corriente. Más se estima al amor cuando éste decide
licenciarnos. Pero volvamos a lo nuestro y dejemos que los poetas desentrañen
los demonios del amor. Hace un tiempo, en pleno debate histórico-político con
un apreciado vecino Guisasolense intercambiábamos opiniones con relación a la
memoria de los pueblos. Hombre mayor, Peronista de Perón el hombre, estaba
persuadido que el General aún era recordado con afecto por una gran porción de
la población, no por bueno, sino porque todos los restantes fueron muy malos.
No me atreví a contradecir su tesis porque la premisa estaba inspirada en
dichos del propio General. Cuando terminamos la conversación y el hombre de
Perón se retiro me quedé pensando que nadie ama por descarte, porque el
peronismo no tiene adherentes, tiene amantes incondicionales y eso debe ser
observado desde un prisma muy singular, no sólo a partir de lo estrictamente político
sino también desde el campo de la sociología y acaso del humanismo. Sospecho que por fuera de modelos
políticos superadores jamás la “mass media” dominante logrará que aquel período
inclusivo sea olvidado. No sólo está la historia formal para ello, también
juegan la partida las historias mínimas de las personas que lograron sentirse
formar parte de un colectivo patrio a partir de aquel 17 de Octubre. Por eso no
nos puede llamar a sorpresa que muchos “topos” levantan su nombre para
ratificar determinados significantes peronistas; aun, y sin que se les mueva un
pelo de vergüenza la propia “mass media”
que lo derrocó lo hace.
Creo no equivocarme al sospechar que lo
mismo sucederá con el kirchnerismo. El presente período histórico es tan
potente, tan concluyente, desde los afectos y los desafectos, que resulta
imposible que no deje huella en el tamiz. Hay grosores que quedarán por siempre
enredados en el tejido. Por eso me parece estéril la estrategia y el diseño
político opositor. Más temprano que tarde, si desean acceder al poder, se verán
necesitados de seducir a ese colectivo duro, politizado, confrontativo,
excrutador, populista; no se atreverán a excluir a Néstor y a Cristina de la
contemporaneidad. Todos, aún en franca disidencia, deberán reconocer y no dudo
alzarán sus respetos críticos al proceso revolucionario desarrollado, una
insurrección en paz, amplificadora de derechos, horizontal y democrática como
nunca antes hemos vivido, un proyecto político y cultural que modificó una
supuesta inercia que parecía inexorable.
Desde lo personal espero que la figura de
Sabbatella crezca dentro del movimiento conforme a su
compromiso militante, a su enorme capacidad como político y a su probada
idoneidad como gestor administrativo de un municipio que por cantidad de
habitantes es mucho más complejo que varias de las provincias cuyos
Gobernadores aspiran por una posible bendición presidencial.
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