Los Medios Buitres
todos somos Sandra, Roberto, Javier, Nora,
Edgardo, Orlando, Víctor Hugo, Cynthia...



Apoltronados en sus cómodos sillones jurídicos, rodeados de una poderosa arquitectura leguleya y política, nuestros fondos buitres mediáticos y sus entusiastas fanáticos han decidido acabar con toda posibilidad de disonancia. No se conforman con mentir escandalosamente poniendo en duda la honradez y la dignidad de las personas, no se contentan con incumplir las leyes emanadas democráticamente de la república, ahora intentan colocar en el banquillo de los acusados a aquellos que sostienen visiones alternativas con respecto a nuestra contemporaneidad sopretexto de haber ejercido violencia dialéctica en el marco de sus análisis periodísticos. Sinceramente el argumento mueve a risa para aquellos que somos lectores, oyentes y televidentes cotidianos de los propios demandantes. “Vamos a perseguirlos, vamos llevarlos a juicio” rezaba un pancarta en la última marcha cacerolera...
Disciplinar es la tarea. Los oligopolios saben perfectamente que las demandas expuestas ante la justicia no les traerán a los denigrados consecuencias más allá de algún trastorno personal, pero el mensaje es contundente para el resto del horizonte periodístico. Sacar los pies del plato tiene un alto costo dentro del campo de la opinión publicada. Al igual que en el mundo financiero global, correrse de los paradigmas especulativos, tratar de incluir a las grandes masas marginadas, vivir con lo propio mediante extenuantes y complejos desarrollos industrialistas, desechar toda posibilidad de ingresar al mercado de capitales, redistribuir la riqueza, debe tener su costo. Griesa responde a dicha lógica, al igual que los juristas que presentaron demandas en nombre del grupo Clarín. No está solamente en juego la suerte del 7D, acaso esta fecha constituya un asunto menor dentro del dislate ocurrido este fin de semana. La intención es volver a los silencios convenientes. Mutismos muy oportunos cuando aquello de Papel Prensa, sordinas que no reparaban en los campos de exterminio, las torturas y las desapariciones. De eso se trata. Disciplinar con el dinero, alinear con el sigilo, potestad que siempre ostenta la sumisión y la dependencia como formato social.
La pregunta madre sobre en dónde descansa el poder real ha potenciado su significado, mientras esto ocurre la oposición política continúa sospechosamente conforme, silente, a la espera que los miserables obtengan la victoria final, y que por fin, dicha coyuntura les permita administrar lo poco que quede del Estado, ente pergeñado a gusto y placer de las corporaciones, fondos que en cuentagotas los licenciarán para que puedan, mediante sofismas y embustes, domesticar descaradamente los deseos del pueblo.



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