Conspirar
en contra de la Democracia
Parece que estamos viviendo momentos de
revisionismo conceptual con relación al sistema democrático. Los que otrora
fueran postulados indiscutibles hoy, por obra y gracia de una “mass media
dominante y vocinglera”, se han transformado en cuestiones censurables
incorporándoles un alto sesgo totalitario. Quién es beneficiado con el voto
popular no tiene derechos legítimos y tangibles para exponer y ejecutar sus
proyectos, siendo su primera obligación consensuar. Es decir, prima facie, sus
electores, aquellos que mayoritariamente escogieron un modelo de país, deben
esperar hasta que las minorías presenten conformidad en la materia. Primera
pregunta que surge es para qué votamos entonces si nuestras decisiones
colectivas están sujetas a una suerte de rectorado superior del cual
desconocíamos su existencia. Se complica aún más la situación cuando dichas
minorías se hallan atomizadas y representan valores e ideologías tan
variopintas como confusas, tan sólo unidas por la animadversión hacia el
colectivo triunfante. Dentro del dilema cientos de miles de creencias,
desinformaciones y versiones antojadizas colaboran para que lo único
indiscutible que tiene la democracia se haya colocado bajo un prisma de curiosa
estigmatización: la legítima voluntad de acción que poseen las decisiones
colectivas, nos gusten o no. Por supuesto que todos los segmentos sociales
tienen derecho a peticionar, protestar y mostrar desacuerdos con relación a las
políticas públicas, pero lo que se evidencia como grotesco es pretender que el
proyecto colectivo aprobado por la mayoría suspenda sus programas y plataformas
producto del disgusto que una parte de la sociedad tiene con él. La coyuntura
no muestra la sola conspiración en contra de una gestión puntual, una suerte de
intento destituyente para nada solapado. En nuestra Patria se intenta subvertir
el concepto de la democracia misma pretendiendo que el Gobierno votado por
amplias mayorías deje de lado, compulsivamente, aquellos paradigmas por los
cuales fue escogido. No alcanza con la regular posibilidad que tenemos cada dos
años para mostrar nuestras alineaciones, nuestros gustos y disgustos, es
notorio que cuando los conflictos apuntalan cuestiones que dividen las aguas se
manifiesta como posibilidad cierta tratar que el antagonista dimita a como de
lugar. Lo que está ocurriendo es muy peligroso de cara al futuro, no ya para el
actual oficialismo, es muy delicado como formato social para todos los
oficialismos, ejecutivos que en su gran mayoría tienen el común denominador de
haber obtenido holgadas mayorías electorales. Resulta llamativo que las
multitemáticas e inorgánicas protestas apuntan con exclusividad al ejecutivo
nacional aún en cuestiones que no le competen o cuando menos lejos está de
poder eficientizar medidas. Por caso el tema de la inseguridad. Si cada
provincia tiene su fuerza del orden en qué lugar de la inteligencia colocamos
el federalismo. En las protestas no se vislumbra la satisfacción por el
desarrollo de políticas preventivas y educativas a través de la inclusión,
disyuntiva esencial que sí le compete directamente al Gobierno, en las
protestas sólo se pide represión, de modo que se exhibe muy poco interés por
terminar con la pauperización social, sólo se apunta a eliminar los efectos y no
las causas.
En Coronel Dorrego el Radicalismo triunfó
con un 44% de las voluntades, con más de 12 puntos de diferencia con la fuerza
que le siguió en orden y de acuerdo al sistema electoral ostenta mayorías
absolutas en el Concejo Deliberante. Por más que el 56% restante no lo votó,
nadie, desde la política, puede en su sano juicio argumentar dicha lógica. Como
opositor al oficialismo dorreguense me resisto de plano a cualquier movida que
implique censurar su legitimidad y en consecuencia la autoridad política y
democrática que deviene de la voluntad popular, de modo que puedo expresarme
críticamente, de hecho lo hago, pero nunca utilizaría falacias y sofismas para
llevar agua a mi molino. Para el caso, el Doctor Zorzano es tan "dictador" como
Cristina, ya que ejerce sus mayorías de acuerdo al contrato social expresado
desde las urnas, como debe ser. Que el Intendente no escuche las propuestas de
mis referentes, que no de ni tranco de bola a lo que uno piensa y dice no
implica que se constituya en autoritario. Alguna vez también es dable pensar
que en el fragor del debate se puede
estar equivocado más allá que cierta periferia avale mis postulados. Los
ejecutivos tienen la delicada función de observar todo el contexto que le
compete y no solamente lo que alcanza a una visión en particular. Me llamó
mucho la atención la presencia de funcionarios y ex funcionarios Radicales en
el 8N vernáculo. Y más aún bajo consignas que a poco de ponerlas en debate
abierto harían agua por todos lados. Somos pocos y nos conocemos muchos, sobre
todo si de corrupción se trata.
El año entrante cumpliremos el 30
aniversario de nuestra democracia. No podemos soslayar su adultez y menos aún
suponer que cualquier cosa la pone en riesgo. Pero me parece oportuno intentar
recapacitar que es lo que entendemos por democracia. Si es el Gobierno del
Pueblo, el que se manifiesta mediante el voto obligatorio, universal y secreto,
me parece que colocarnos por arriba de tales preceptos caprichosamente es un
ataque directo al sistema, una agresión conceptual que sólo podrá concluir en
un retroceso, huella de improvisación política, acaso la peor de las noticias,
aquella que nos hace reiterar las peores páginas de nuestra historia.
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